Capítulo 49

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Malditos celos

En medio de mi inconsciencia sé que algo anda mal, empezando solo por el hecho de saber que estoy inconsciente.

No puedo evitar que mi pecho se infle recibiendo oxígeno, el cual Luci se estaba encargando de extinguir de mis pulmones hace menos de cinco segundos. Me siento liviana, no me duele absolutamente nada, y cabe destacar que Luci me había lastimado la tráquea con su agarre. Si Lucifer es el que me ha sanado demandaría que me levantase, pero no lo ha hecho. Lo que quiere decir que me ha sanado el recién llegado.

Mis ojos se abren cuando escucho la voz monstruosa del diablo a menos de dos metros de donde estoy tirada en el piso. Roma está de pie, no muy lejos, pero no me mira.

― Ella lo hizo, lo sospeché, pero nunca se me cruzó por la mente que te dotase de ciertos beneficios, quizás ―Luci lo piensa―, no solo sea eso.

― Quizás debas saber que ya no eres el único caído entronado en la punta de la pirámide de poder. Deberías considerar no provocarme, no te conviene tenerme como enemigo.

Es Jared.

Es... Jared, su voz está un poco más ronca que lo normal, pero es él.

El problema serio aquí es, que no me quiero mover. No quiero que sepan que estoy despierta, no quiero verlos. Jared es un caído. ¿Me culpará de ello? No soportaría que me mirase con rencor, y por eso quiero que la tierra me trague.

Pero es Jared.

― ¿Qué? ―acto seguido Luci se carcajea y noto que su voz ya parece humana―, ¿insinúas que estás en la línea de mi poder?

― La heriste ―Jared cambia de tema―, ¿sabes qué le hice a Haziel por herirla? Lo atravesé con una Veljeax plateada.

― Sí, segundos antes de que Bered Raphael te clavará las dos Veljeax de él. ―es una burla.

Y creo que estoy a punto de tener un colapso mental.

¿Bered? ¿Bered hizo eso?

Hubiese sido mejor desmayarme por un mes.

― Ahora tengo una Veljeax Dorada, ¿qué te hace pensar que no puedo volarte la cabeza ahora mismo?

― ¿Por ella? ―indaga Luci con ironía―, creo que empiezo a entender cosas que antes me negaba a aceptar.

― Puedes entender lo que quieras ―habla Jared con parsimonia―, Niamh es mi líder, estoy a sus órdenes, todo el que la dañe, será dañado por mí y por todos los que están con ella, eso nunca cambiará y lo sabes.

― La pequeña Niamh está formando un ejército. ―Luci aplaude―. Esto no lo sabía.

― Ya lo sabes.

― Ella dijo que eras su mano derecha, así que todo tiene sentido.

Silencio.

― Niamh me hirió con la Veljeax Dorada, debe pagarlo. Y antes que me recuerdes que eres su empleado, quiero recordarte que soy tu jefe, te proclamé príncipe de los mares, y estás bajo mi dominio ―Luci se ha alejado y trato de controlar mi corazón para que no se den cuenta que estoy oyendo todo―. Ahora, baja esa Veljeax.

― Me llevaré a Niamh ―Jared lo dice con naturalidad, como si no estuviese en discusión.

Como era de esperarse, Luci se carcajea de nuevo. Esta vez no hay gracia en su risa. Está enojado.

― Niamh no se puede ir, sabías que estaba aquí desde hace mucho, ¿por qué no la reclamaste antes?

― Me la llevaré.

Sangre de arcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora