Capítulo 32

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Él es leal

Cuando abro mis ojos de nuevo no sé cuánto tiempo ha transcurrido desde que quedé inconsciente.

Sé que estuve inconsciente, mi hemisferio extra me explica todo antes de incorporarme. Encuentro respuestas para todo usándolo, pero no creo que sea seguro hacerlo, algún caído podría percibir ese poder activo en mí.

Estoy en mi celda, alguien me arropó y me dejó una almohada. Una punzada en mi vientre me saca un jadeo y me trae recuerdos de mis menstruaciones dolorosas de hace cinco años.

― No. ―susurro negando con la cabeza.

No puede ser la menstruación. ¿En qué cabeza cabe?

Mi cabello está hecho un asco, aún tengo el péndulo unido a mi coleta con el fino collar. Tomo una profunda respiración poniéndome de pie y el dolor en mi vientre me hace dar un quejido ahogado.

― Joder. ―siseo aguantándome el dolor y camino hacia la puerta de barrotes.

Supongo que así se siente ponerse de pie luego de una cesárea. No sé porque mi mente me dice eso, ya que nunca he tenido una cesárea.

Camino con dificultad hasta la puerta, mis manos se aferran a los barrotes y trato de mirar hacia afuera. El pasillo está solo, parece que acaban de trapear el piso y no se oyen ruidos. Mi oído sobrenatural se activa con facilidad y evito alegrarme al pensar que mi poder original está regresando, pero es solo eso, no hay nada más.

Escucho a alguien sollozar en silencio, mejor dicho, a varias mujeres sollozar en silencio. Están silenciosas, eso me dice que es hora de dormir o algo parecido. Ya que a la hora de dormir está prohibido hacer ruido aquí.

Respiro hondo y miro la cerradura de la puerta, es moderna, se ingresa con clave. Aunque pudiera abrirla no podría salir de este lugar, no tengo alas.

Mi dolor abdominal desaparece un poco mientras estoy de pie. En donde estaba la herida que me hizo Zachiel solo noto una línea regular. Se supone que no debo tener ni la marca, pero no pensaré en eso ahora.

Me permito pensar en los poderes variados que un Nephil puro desarrolló hace milenios, sé que eran muy fuertes, pero no creo que pueda romper esta puerta, y como dije antes, no puedo escapar sin alas.

― ¡Hey! ―grito hacia afuera―. ¡Desperté! ―mi voz hace eco por el pasillo y logro oír que ruedan una silla y luego escucho pisadas.

Dile a Belial que ella despertó. ―susurran.

Dijo que tardaría días. ―difiere alguien―. Él no está ahora...

Entonces avísale a Vasariah. ―espeta y reconozco la voz. Es Kaiser.

Diez segundos después él aparece frente a mi celda. Está solo, esta vez lleva pantalones tácticos oscuros y una camiseta sin mangas de color blanco, impecable. Sonríe cuando me ve como si fuésemos los mejores amigos, tengo que admitir que su sonrisa es amistosa y de alguna manera me causa nostalgia. Todos han sido bruscos, él es el único que ha sonreído de verdad.

― Hey, estás viva. ―no se acerca, se detiene a un metro de distancia.

― Necesito un baño. ―miento.

― No lo necesitas, tú no.

― ¿Eres un Nephil puro? ―pregunto sabiendo que no. Él se cruza de brazos y piensa si debería decirme o no. ¿Por qué parece tan amistoso? No derrocha maldad, sus facciones parecen de un chico amigable.

Igual no me inspira confianza totalmente.

― ¿Naciste aquí? ―aventuro y él ladea su cabeza.

― No.

Sangre de arcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora