Códice
― Cuídate las espaldas Nia, puedes irte más al norte, buscar un lugar no tan habitado durante un buen tiempo.
― ¿Hablas de irme a Groenlandia? Porque este es un vecindario común y corriente y ya que me mandas a la selva o quizás a un páramo... ―cerré la boca cuando se acercó con pasos peligrosos.
― Si tienes que irte al Himalaya para que no te consigan vete, a menos que quieras que te agarren como animal de cría, ¿Eso quieres? ―quedó a un metro de mí―. No debería venir aquí, no debí haberte estado buscando como un demente, pero mírame, aquí estoy, no vengo a juzgarte ni a llevarte ante el creador. ―bajé la mirada intentando ignorar mis últimos recuerdos con él―. Una vez... no me importó nada y te ayudé. Gracias por devolverme el favor y no permitir que me desterraran. Vete o ellos te encontrarán.
Vete o ellos te encontrarán.
Esas últimas palabras las llevo en mi mente desde esa noche, y hoy se cumplen dos semanas desde entonces. Espero que hoy ya no tenga más remordimientos.
Esta casa está mucho más al sur de Berwyn, muy cerca de la frontera con Estados Unidos, seis horas de distancia de la casa donde Jared me advirtió y algo más de nueve horas de la casa de mis padres. Blay no sabe nada de ese asunto, evité contárselo porque no sé cómo va a reaccionar.
― Las gemelas son hermosas, Nia.
Tampoco olvidé eso. Es obvio que él las vio, pero... no es como si las hubiese visto de verdad. Es decir, no puedo dudarlo y mucho menos pensar lo que sea que él piense ahora mismo.
Respiro hondo y veo el montón de cajas que tengo por ordenar. El camión de la mudanza llegó hace una hora y Blay todavía está metiendo las últimas cosas.
― Gracias, Jared. Lo siento, lo siento mucho.
― ¿Qué sientes?
― Haberte herido.
Joder, ya no quiero recordar más esa noche. Es como si mi mente se empeñase en recordarme que no puedo olvidar a ninguno de ellos.
― Mira, deja de pensar tanto. ―la voz de Blay me llega desde la puerta―. Voy a pensar que me ocultas algo. ―agrega y gruño.
― No me gustó dejar mi antiguo hogar. ―admito y suspiro con cansancio―. Pero...
― Pero es necesario. ―me interrumpe como si nada―. Dijiste que sentías que ya era hora de mudarte, y henos aquí.
Me muerdo el labio y me abrazo a mí misma.
― ¿Cómo vas con la investigación?
― En cuanto estés instalada me iré a Brasil. ―él cierra la puerta y ni se molesta en mirarme mientras mira su alrededor como pensando en la manera en que arreglará todo―. Mi última pista llega allí, y de no encontrar nada tendría que ir a los confines entre Rusia y... ―él se corta de repente.
ESTÁS LEYENDO
Sangre de arcángel
Fantasy[EN EDICIÓN] "La mente humana, nefil y angelical no tendrán ni la más remota idea de los acontecimientos que están por venir. ¿Puede existir algo tan fuerte como la mezcla de sangre entre las criaturas más poderosas que han sido creadas alguna vez...