Papá Blay
Blasius Ashkanizkael
Miro con manos empuñadas como ella se aleja de mí. Dejarla ir, así no más... me hace un ser despreciable por no poder protegerla, pero a ella la hace un ser fantástico digno de admirar. Ella no le teme al presente siempre y cuando pueda asegurar el futuro de lo que más ama.
Me revienta que yo no pueda ser así. Mientras ella no esté conmigo yo le temo al pasado, al presente y al futuro.
Desciendo muy veloz a la casa de Niamh. Ella debe estar segura en el suelo del Beta, de hecho, imagino que debe estar cruzando el bosque de la penumbra.
Esta vez no pienso esperarla allí, esta vez sé que tardará más de una semana en regresar. Y considerando que un día allá es una hora aquí... bueno, supongo que tengo menos de un día para volver a esperarla aquí.
Aterrizo en el patio trasero de una casa rústica que está a quinientos metros de la casa de Niamh. Ella no lo sabe, pero esta es mi guarida, el lugar que destiné para estar cerca de ella sin que ella lo sospeche.
Camino hacia el interior de la casa sabiendo que Floire se ha ido. Una vez que me he alejado de aquí con Niamh ella ha dejado de percibir sus brazaletes en esta ciudad.
Estando en el interior escucho pasos en la cocina.
― Pensé que no vendrías tan rápido. ―murmura él y gruño.
― ¿Hasta dónde estuvo? ―pregunto en referencia a Floire, ya que él no sabe cómo se llama el arcángel que vino a esta ciudad hace algunos minutos.
― Llegó cerca de un kilómetro. ―me informa y miro como se sirve cerveza―. Apenas te fuiste ella también se fue.
Nunca hago alianzas con nadie. Pero desde hace cuatro años me he dado cuenta que una ayuda extra no está demás. El único caído cercano a mí desde entonces es Arien. Él es parecido a lo que un humano llama "mano derecha", es el único que está cerca de saber todo lo que yo sé, pero que por medidas de seguridad no le he confiado todo.
Arien es un arcángel caído, a diferencia de mí, él no viene del Beta, él es un arcángel caído de la época de los gigantes. Tenía cinco siglos sin verlo, hasta hace casi cuatro años.
― ¿No te han informado nada de Zachiel Hael? ―le pregunto mientras me sirvo cerveza para mí también.
― No, supongo que ese arcángel que le dio esa lección lo hizo bien. ―opina y asiento.
― Bueno, sea lo que sea que le haya hecho no creo que le haya tomado cuatro años para recuperarse. ―hablo con dureza porque de solo recordar que practicamente obligó a Nia a hacer un juramento de sangre me hace querer salir a buscarlo yo mismo.
― Sabemos que no. ―suspira―. Pero supongo que no hemos buscado bien.
― Llama a Neo, dile que es hora de adentrarnos en los campamentos más secretos de los caídos.
― ¿Hablas de...? ―él me mira alzando una ceja.
― Hablo de los ángeles piratas. ―le doy una mirada seria y él chifla.
― Te vas a meter en ese rollo solo por...
― Sí y tú vas a ir a llamar a Neo. ―lo corto. Miro hacia la pared para que él sepa que la conversación ha acabado.
Nia ni siquiera sabe que los "grupos" de caídos que están reclutando Nephilim se hacen llamar "Ángeles Piratas", el nombre proviene de aquellas épocas donde la humanidad aún no contaba con la tecnología de ahora, desde ese entonces los ángeles piratas han tenido ese mismo objetivo, hacer enfadar al Creador.
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Sangre de arcángel
Fantasy[EN EDICIÓN] "La mente humana, nefil y angelical no tendrán ni la más remota idea de los acontecimientos que están por venir. ¿Puede existir algo tan fuerte como la mezcla de sangre entre las criaturas más poderosas que han sido creadas alguna vez...