Capítulo 53

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Hasta pronto, lem jaih.

      Permanezco con el ceño fruncido mientras avanzamos por los imponentes pasillos a media luz. No hay caídos a la vista, y no necesito ser adivina para saber que Jared los corrió a todos de su camino. Verlo andar delante de mí no me ayuda en nada, ¿cómo puede caminar así con ese porte tan atractivo? Joder, no debería ser legal.

Él se detiene ante unas enormes puertas de metal y acero. Su habitación.

El bozal metálico no me dificulta mover mis labios para hacer una mueca incrédula cuando las puertas se abren solas. Él entra primero y yo lo sigo como una perrita faldera casi a regañadientes.

Justo cuando voy a hablar él se gira de golpe con expresión enojada. No retrocedo, si cree que le tengo miedo, pues está jodido.

― ¿Sabes lo que pasé mientras estabas con Haziel en el Segundo Cielo? ―me reclama con voz ronca y mi cara debe ser digna de admirar justo ahora.

No voy a hablar hasta que él me quite el bozal. En realidad, sólo me fui un par de minutos de la Tierra, no veo por qué exagera.

― Justo cuando quiero mantener todo bajo control sucede esto ―hace énfasis a su alrededor con sus manos―. ¿Entiendes por qué aún no quería ir por ti al infierno?

Pongo los ojos en blanco demostrándole que me aburre y él respira hondo para controlarse. Se toma diez segundos antes de hablar.

― Roma vino aquí a verificar que todo estuviese en orden ―él se aleja evitando verme―, no estábamos aquí, pero Breen pudo darle una excusa aceptable.

El metal que cubre la mitad de mi cara cae al piso y emito una exhalación ruidosa.

― Oh, deberíamos darle un premio a Breenadiel por su arduo trabajo. ―Le digo con voz neutra.

― Debería.

Lo miro con seriedad tratando de no hacerle caso a las emociones de mi entorno.

― Bueno, dale una corona. ―Le sugiero mirando mis uñas como si nada y lo escucho gruñir―. ¿Por qué haces tanto drama? ―le pregunto.

― No estoy haciendo drama.

― Sabes cómo funciona...

― Sí sé, pero incluso tenerte un par de minutos lejos de aquí no me hace bien, y menos sabiendo que estabas con Haziel en el Beta ―la brusquedad con la que habla me hace querer sonreír ante sus ataques de celos.

― No es para tanto ―murmuro―. Sabes que Haziel no es de los que duran dos minutos, necesitaríamos horas.

Jared se queda quieto y yo sonrío levemente. No me está mirando, pero su cara lo dice todo. Yo le gusto, él me gusta, los celos son válidos de ambas partes.

― No me acosté con él ―confieso con aburrimiento―, ¿qué te crees? Él estaba enojado porque se enteró de ya sabes qué.

― ¿De ya sabes qué? ―gruñe y pongo los ojos en blanco.

― Joder, de que follamos ―manoteo restándole importancia a propósito―. Ya sabe que solo fue una sola vez.

― Toda una noche ―susurra y trago duro.

― Bueno, creo que no era necesario darle más ideas de las que ya tiene. ―Carraspeo―. Quítame las esposas.

― ¿Qué te dijo? ―me mira fijamente y evado su mirada intensa. Ni siquiera sé a dónde mirar.

― Me dijo que le dolió mucho saberlo, que sí imaginó que podría pasar, pero que no sabía que le dolería tanto.

― ¿Qué hiciste para que Haziel no hiciera un desastre?

Sangre de arcángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora