Prólogo

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Excitación y temor son las dos palabras que definen a la perfección al demonio que he tenido delante de mí todo este tiempo. Yo soy la cura para su dolor y él es la solución a mi soledad. Ambos estamos tan malditamente enfermos que ninguno de los dos es capaz de renunciar a lo que tenemos por el simple hecho de demostrar quien es el que tiene más control sobre el otro, o quizás sea nuestro egoísmo quien está tomando las malas decisiones por nosotros.

Sin darnos cuenta en que momento, hemos creado nuestro propio infierno sin siquiera saberlo. Un lugar de cuál no podremos escapar aunque lo intentáramos una y otra vez, pero no habíamos querido abrir los ojos porque hemos estado disfrutando del placer que encubre el dolor agonizante del inicio de una relación fallida.

Siento que ya nada es real. Me he perdido a mí misma en esta batalla y ahora, lo único que me consume desde adentro es este idiota impulsivo y atormentado, que poco a poco me está enseñando a disfrutar de la oscuridad.

- Sabes, eres el vivo recuerdo de mi pecado favorito- su voz era grave y baja.

Sus botas hacían eco por toda la habitación al momento de llevarnos a ambos hacia la pared.

- ¿La ira?- me atraganto un poco con mi propia saliva cuando mi espalda se encuentra con el sólido muro.

Me hubiera gustado retroceder más para evitar que tomara ventaja de la situación, pero en cuanto menos lo esperé ya me tenía acorralada con su brazo izquierdo apoyado al lado de mi cabeza mientras que su otra mano se cerraba nuevamente en mi cuello.

-No, nena. La lujuria.

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora