Capítulo 18

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Killian

No tuve cabeza para seguir con las clases de la universidad, había amanecido con un insoportable dolor de cabeza y unas ganas excesivas de coger. Toda la mañana he estado recibiendo fragmentos de lo que pasó ayer, pero aun así es como juntar y ensamblar las piezas de un enorme rompecabezas. Lo único que recuerdo con certeza es la visita de Alonzo y la cachetada que Skyleen me dio por haberle dicho lo que pensaba abiertamente. De hecho aún me duele horrores la mejilla, pero me conformo con saber que algún día me las cobraré dándole unos azotes en su muy tentador culo.

Justo ahora me encuentro llegando a casa después de haber pasado rápidamente al departamento de Jessica para calmar mis descontrolados instintos. No es que ella sea la mejor opción para hacerlo, pero si la más segura, pero llega un momento donde ya ni siquiera logra excitarme, es por eso que necesito con urgencia un juguete nuevo y sin estrenar, lo que significa que Skyleen se convertirá más pronto de lo que pensé en mi nueva diversión.

Salí del auto aún con múltiples ideas de lo que podría hacerle a esa niña arrogante, aunque es verdad lo que dijo, no tengo ni puta idea de hasta donde habrá llegado con su novio, pero por lo nerviosa que se puso cuando la acorralé contra la pared mientras acariciaba su labio, me dio a entender que seguía siendo una simple chica temerosa a dar el siguiente paso. No me sorprende en lo absoluto, por lo contrario, desde el primer momento en el que mis ojos se posaron sobre ella supe al instante que era virgen. Para mí es bastante obvio cuando una chica lo es, pero nunca me ha gustado involucrarme con aquellas que no tienen experiencia, ya que tienden a obsesionarse un poco con aquel que les quitó la flor de su pureza o como sea que le llamen a esa mierda. Lo que menos necesito en mi vida es una chica que crea que me voy a casar con ella simplemente por haberla llevado a la cama, es por eso que prefiero meterme con mujeres ya cogidas. Aunque admito que Skyleen será mi única gran excepción y el motivo es simple, me gusta ganarle a una chica.

Skyleen me ha mostrado en más de una ocasión lo mucho que me detesta y aunque el sentimiento es mutuo, no puedo dejar de pensar en lo divertido e irónico que será cuando se entregue solo a mí. Quizás nuestro odio sirva para algo bueno y placentero.

Dejando de lado mis pensamientos pecaminosos, entró a la casa y de inmediato subo a mi habitación para tomar una ducha fría y cambiarme la ropa por una de deporte. Quería despejar mi mente un rato, liberando un poco de tensión y creí que la mejor forma de hacerlo sería con algo de ejercicio. Por lo tanto, me apresuro en hacer todas mis cosas antes de que mi padre se de cuenta que me he saltado las clases y decida darme un insoportable sermón a media mañana. Ya de por si no estoy de humor para aguantar a nadie, menos para escuchar reclamos.

Terminando de ducharme, me puse encima una camisa holgada sin manga y unos shorts negros antes de atar las agujetas de mis zapatos e irme al gimnasio. Por suerte no tuve ningún encuentro inesperado, lo más probable es que mi padre ya estuviera de camino a la oficina y Sonia haciendo lo que sea que haga esa mujer.

En cuanto bajé las escaleras y caminé hacia donde se encontraban los cuartos de entretenimiento, empecé a escuchar una melodía algo conocida al fondo del pasillo. Dudé un segundo en revisar lo que estaba pasando, ya que me encontraba delante de la puerta del gimnasio, pero mi curiosidad pudo más que mi prudencia. Por lo tanto, me acerco cautelosamente a la puerta entre abierta, poniéndome a un costado para poder mirar el interior, pero sin ser visto. Al principio, lo único que pude reconocer fue la canción que sonaba a todo volumen en la habitación. Se trataba de My immortal por Evanescence, una canción bastante triste y melancólica, que las mujeres poner para llorar en sus patéticos momentos de ruptura. Sinceramente no sé que puede estar pasando ahí dentro, dudo mucho que sea Sonia la que se encuentre teniendo un momento dramático, aunque no tuve que irrumpir en la habitación para saber lo que ocurría, ya que al instante vi la fina figura de un cuerpo que no logro sacarme de la cabeza. No pude evitar la tentación de mirar más allá de lo que mi distancia me permitía ver, por lo que terminé con el cuerpo apoyado en el filo de la puerta.

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora