Capítulo 41

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Killian

Fue como si me cayera un puto balde de agua fría en cuanto vi sus ojos azules tornarse más grises de lo normal. Nunca podré olvidar el terror en su mirada ni la clara decepción que seguramente tuvo al verme en mi peor fase.

Se suponía que ella jamás se iba a enterar de esto, que nunca me vería en completo descontrol y mucho menos que conocería esta parte tan oscura de mi vida. Skyleen salió huyendo, vi que de se mezclaba con la multitud hasta perderle la pista. De inmediato salgo de la jaula sin importarme el discurso amenazador que debo decir al final de cada pelea, la paga o lo que sea que Alonzo tenga por decirme. Me pongo rápidamente los zapatos y corro para tratar de alcanzar a Skyleen. Pasé a empujones entre toda la gente, tratando de quitarlos de mi camino, pero muchos de ellos trataron de retenerme, sobre todo las mujeres quienes me jalaban de los brazos, aunque logré deshacerme de todos.

Corrí desesperado hacia la salida y por suerte nadie me siguió. De pronto, me encontré con Dom, el guardia que se encarga todas las noches de revisar que las personas tengan invitación para entrar al Coliseo, de no ser así, él mismo los echaba a empujones o a golpes.

Pasé a un lado de él y subí precipitadamente las escaleras hasta que vi como un auto bastante conocido se iba a toda velocidad con Skyleen dentro. Si no me equivoco, era un BMW gris y el único que trae a este jodido lugar un auto como ese es Rhett. Una parte de mí se sintió aliviada por saber que ella estaba segura con alguien de mi total confianza, pero otra me hizo cerrar los puños con fuerza y apretar mi mandíbula por no tener idea de a donde se dirigirían.

-       ¿Buscas a la rubia?- escucho la voz de Dom un poco lejana.

Camino de regreso hacia el primer escalón y miro hacia abajo.

-       Sí, ¿Sabes a dónde fue?

-       Escuché decir a Rhett que la llevaría a casa- contesta.

Bien, al menos ya me siento un poco mejor. No perdí más el tiempo y volví a correr hacia el aparcamiento privado que teníamos a la vuelta del edificio. Tomé las llaves de mi auto, las cuales había dejado escondidas sobre la llanta trasera del lado derecho y de inmediato entro a mi asiento. Arranqué a toda velocidad, tratando de alcanzar el auto de Rhett o por lo menos intentar llegar al mismo tiempo que ellos. Mi ventaja fue que pisé el acelerador como nunca antes en mi vida, esquivando algunos autos y pasándome varios altos para tratar de ganar más tiempo.

Estoy intentando con todas mis fuerzas llegar cuanto antes a la mansión, pero ni siquiera sé para que, ¿Qué se supone que le diré a Skyleen en cuanto la vea? ¿Qué explicación coherente o falsa excusa le daré para que no vuelva a verme con ese mismo repudio con el que lo hizo hace unos minutos? Ni siquiera tengo un discurso preparado, no tengo absolutamente nada para decir, lo que vio fue real, ese soy yo en mi completa oscuridad. De hecho, por un momento llegué a pensar que ella no le tenía miedo a nada, que podía descubrir cualquier secreto de mi pasado sin que quisiera salir huyendo y que incluso tal vez habría podido entender, pero veo que me equivoqué, sí hay una parte de ella que es frágil en ciertos aspectos.

Estaba por pasar el cancel de la mansión cuando vi el auto de Rhett salir al mismo tiempo. No me detuve en hacerle preguntas, seguí conduciendo hasta llegar a la entrada de la casa y estacionarme de cualquier manera. De inmediato salgo de mi auto y dando pasos torpemente precipitados, abro la enorme puerta, encontrándome con Skyleen en la oscuridad tratando de subir las escaleras.

-       ¡Sky!

-       No, no, no, no, por favor no- al mirarme, empezó a subir con desesperación.

Corrí hacia ella, subiendo los escalones de dos en dos para llegar más rápido.

-       Skyleen, escúchame.

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora