Skyleen
Despertar no fue el problema, sino que mis ganas de levantarme eran nulas. Mi cuerpo seguía presente en esta habitación, cubierto por sábanas, pero mi mente seguía estando en la noche anterior, recordando cada beso, cada caricia y cada toque que Killian daba con su lengua experta. Odiaba no poder olvidar la forma en la que me hizo sentir, pero sobre todo, odiaba las ganas que tenia por volver a repetirlo.
Sabía que Killian tenía experiencia en cuanto al sexo se refiere, pero nunca me imaginé que algún día sería yo quien disfrutara de lo que él podía ser capaz. Me odio a mí misma por haberlo permitido, se suponía que nunca traspasaríamos la línea roja y que seguiríamos con nuestro desprecio por el resto de nuestras vidas, pero no, tuve que ser tan idiota como para dejarme complacer. Hice caso a mis deseos prohibidos y decidí suprimir las repeticiones constantes de mi voz interna advirtiéndome sobre las consecuencias de mis actos. Ahora no sé en que estado nos encontramos, si uno peor, uno más incomodo o uno donde él piensa que a tiene algún derecho sobre mí. Killian ha estado buscando controlarme desde que llegué y tal vez yo le acabo de dar un arma para amenazarme cuando decida no obedecer sus órdenes. Debo buscar la forma de librarme de él y no permitirle tener ideas erróneas sobre nosotros. Lo que pasó anoche fue un estúpido error que no se volverá a repetir. Ya no. Se acabó. No pienso convertirme en una de sus mujerzuelas que utiliza cada vez que está aburrido. Jamás le permitiré tratarme de esa manera.
Exhalo aire por la boca antes de frotarme la cara con las manos y gritarme desesperada por toda la cama.
Todo está mal. Soy un asco de persona. Soy la peor novia del mundo. Soy una maldita perra que le puso los cuernos a un chico dulce y tierno que no se lo merecía para nada. Me merezco lo más horrible como castigo y estoy segura que ni así podré tener paz mental. Justo ahora mi cabeza está hecha un lío y lo único que quiero es golpearme hasta hacerme olvidar lo que pasó, ya que es imposible retroceder el tiempo. ¡Ah! Quiero gritar, salir corriendo y regresarme a Texas. Esta no soy yo, ¿Qué me está pasando? ¿Por qué lo dejé hacerme sexo oral? ¿Por qué me permití tener mi primera experiencia sexual con mi hermanastro? ¡¿Carajo qué está pasando?!
Necesito alejarme de él, olvidar nuestra noche y seguir con mi distancia y actitud indiferente, pero antes debo mantener la calma, recuperar el control y no dejar que me afecte. Por lo tanto, comienzo por salir de la cama y me cambio de ropa por un vestido suelto al hombro de mezclilla, que tenía pequeños pompones colorados colgando en las mangas. Después, me dirijo al cuarto de baño para cepillarme los dientes, ponerme un poco de maquillaje que cubra las ojeras de una gran desvelada y me hago un moño alto para evitar arreglar la maraña de cabello rubio.
Una vez que estuve lista, guardo mis sandalias en la maleta y las cambio por unos zapatos de piso color café. Por último, cierro la maleta y con un último rezo interno pidiéndole a Dios que me ayude a superar el próximo momento incómodo, salgo de mi habitación. No tenía ni idea de que hora podía ser, pero sin darle importancia, seguí mi camino hasta la puerta principal.
Tenía la esperanza de poder retrasar más tiempo el encuentro con Killian, pero para mí muy mala suerte, pude ver que él ya estaba afuera guardando su equipaje en el maletero del el auto. No se dio cuenta de mi presencia hasta que me acerque más a él y deposité mi equipaje al lado suyo.
Me había hecho muchas ideas en la cabeza de lo que podía suceder en cuanto nos miráramos a la cara. Había armado mentalmente un montón de escenarios donde discutíamos por lo mismo o nos gritábamos por comentarios innecesariamente indirectos que él me echaría en cara, pero sorprendente nada pasó. El azul grisáceo de mis ojos se cruzó con el verde profundo de los suyos por unos cuantos segundos antes de cerrar el momento con una simple mirada vacía sin palabras que expresaran ni el más mínimo sentimiento. Siendo honesta, fue raro recibir esa clase de reacción por parte de Killian, aunque muy en el fondo lo agradecí. Me evitó los impulsos de gritarle, abofetearlo o insultarlo. Creo que al final del día, nuestra noche no pudo importarle menos, seguramente la añadió a su lista de encuentros sexuales sin importancia ni compromiso, y eso era algo que me parecía maravilloso. Lo que menos necesito es tener algún drama mucho mayor con él. Ya suficiente tenemos con la boda no deseada de nuestros padres, como para añadirle una relación ocasionalmente sexual que comenzamos de manera espontánea.
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Amor Inesperado (1)
RomanceSkyleen: Hay dos palabras que Killian Knight me enseñó. Pasión y odio. Creí que ya había pasado por situaciones difíciles, pero él me mostró lo que era sufrir de verdad y aun así obtener placer de ese sentimiento. Me olvidé de lo bueno y extinguí...