Capítulo 28

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Skyleen

Como siempre, desde que llegué a esta casa, tuve una enorme pesadez para levantarme de la cama. Quería salir a correr muy temprano antes de que todos despertaran, pero simplemente no tenía el ánimo para hacerlo, sin mencionar que sentía cierta incomodidad en mi área íntima cuando me movía demás, así que decidí aprovechar los espacios de ejercicio que tenía esta casa para intentar algo nuevo. Pensé en meterme al gimnasio y hacer un poco de cardio con las pesas, pero odio el efecto que tiene sobre mi cuerpo al día siguiente, es como si cada movimiento fuera una una herida punzante. Después pensé en practicar un poco de box, pero recordé que no tengo ni la menor idea de cómo hacer eso y lo que menos quiero es salir lastimada.

Las opciones se me estaban agotando, creí que no haría nada productivo este día, pero entonces recordé un área a la cual jamás pensé que iría: la piscina. Esta casa cuenta con dos piscinas, una de ellas se encontraba en el exterior, mientras que la otra era una piscina climatizada, lo que significa que estaba en el interior a una temperatura adecuada.

No tenía trajes de baño, jamás pensé que los llegaría a necesitar, por lo que nunca compré uno cuando vivía en Texas, pero eso no impidió que me metiera a la piscina en ropa interior.

La habitación climatizada era amplia con paredes y techo de madera oscura, mientras que la piscina cubría todo el largo del lugar y tenía unos camastros acolchonados enfrente, donde se encontraba la entrada.

Es divertido lo mucho que me sorprende el lujo de esta casa, no importa cuanto tiempo me tarde en acostumbrarme, sé que siempre será algo nuevo para mí.

Me sentía tan relajada con el agua tibia envolviendo cada una de las extremidades de mi cuerpo, que no me importaba parecer una completa tonta por estar parada en la orilla con mis brazos cruzados y apoyados en el granito del piso. He estado así por más de veinte minutos, aunque a veces intentaba levantar las piernas y dar patadas, sin remover los brazos de mi soporte.

Admito que aún me daba un poco de miedo soltarme, pero no ganaría nada con dejarme dominar por mis temores y eso fue algo que Killian me enseñó.

Está claro que no tengo gran conocimiento de cómo se debe nadar, pero siempre he sido buena aprendiendo rápido, por lo que aún recuerdo las pequeñas lecciones que Killian me dio la tarde que estuvimos juntos en la casa de verano. No fue fácil armarme de valor, pero al final logré soltarme y me hundí en el agua, empezando a mover los brazos y piernas coordinadamente. Después de unos segundos, salí a la superficie para tomar aire y volví al fondo para seguir nadando. No había prisa, quise darme mi tiempo y disfrutar de este momento a solas donde por fin estaba venciendo uno de mis más grandes miedos. Me sentía orgullosa de mi misma y espero seguir superando toda la oscuridad que está decidida a someterme.

Cuando por fin salí a tomar un descanso, algo se sentía diferente, no estaba segura de que se trataba exactamente, el lugar se veía vacío y silencioso, pero un instinto me dijo que girara mi cuerpo y al hacerlo me encontré con un cuerpo hasta el fondo de la piscina, nadando hacia mí. Sólo fue cuestión de segundos para que saliera a la superficie y confirmara mi suposición sobre quien era aquel que estaba interrumpiendo mi momento de paz.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó directamente.

- Creo que la pregunta correcta es: ¿Qué estás haciendo tú aquí?- dijo con un tono de superioridad. -Además, está es mi casa y yo puedo hacer lo que yo quiera.

Ruedo los ojos ante su comentario innecesario.

- Responde. ¿Qué haces aquí?- vuelve a decir. -Se supone que no sabes nadar?

- Sí, bueno, aprendo rápido.

- Entonces debiste tener un excelente maestro ¿No es así?

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora