Killian
Quisiera que aquel hijo de puta que se atrevió a tocar a Skyleen siguiera vivo sólo para poder matarlo con mis propias manos.
Para ser honesto, no creí que la razón de sus pesadillas fuera a causa del abuso físico e incluso psicológico por parte de su padre. Hubiera apostado que se trataba simplemente de algunos recuerdos vividos sobre una fase de bullying por la que pasó cuando era niña debido a su forma de ser tan estirada y que eso le habían traído consecuencias a su vida, pero después de escuchar su historia comprendí no sólo el trauma, sino que también su actitud tan desafiante. Skyleen ya no estaba dispuesta a ser sometida, manipulada ni atemorizada por nadie. Lo que en un principio me volvía completamente loco, ahora era un motivo de admiración.
Sé que para ella fue difícil contarme sobre su pasado, lo que también será para mí en estos momentos, pero no hay vuelta atrás. Ambos comenzamos a revelar nuestros más oscuros secretos.
- Aún recuerdo la apariencia de mi madre, era alta, delgada y hermosa- disimulé una sonrisa. -Su rostro era fino, su boca gruesa y tenía los pómulos bastante marcados. Sin mencionar su largo cabello de color marrón, el cual hacía contraste con su piel de porcelana y sus enormes ojos azules.
Todo en ella irradiaba paz y felicidad. Lograba ganarse a las personas con una sola sonrisa llena de sinceridad.
- Nuestra familia solía ser amorosa y unida- empiezo a decir. -En esta casa no se escuchaba otro sonido más que el de nuestras risas.
- ¿Tú, riendo? Vaya, eso es algo nuevo- se burla.
- Aunque no lo creas, yo era un niño bastante alegre.
Skyleen enarca las cejas y aprieta los labios en cuanto una sonrisa amenazó con formarse en sus labios.
- Crecí valorando a mi familia y para mí no había nada más preciado en el mundo, pero al igual que tú, la persona que más amaba fue quien terminó haciéndome daño.
Pude notar lo confundida que estaba ante mi confesión.
- No recuerdo con exactitud todo lo que sucedió porque fue tan rápido que ni siquiera me dio tiempo de procesarlo- empiezo a decir. -Tenía quince años cuando mi madre y hermano menor fueron asesinados a sangre fría en mi propia casa.
Escuché como a Skyleen se le escapaba un grito sofocado al tiempo que abría enormemente los ojos por la sorpresa.
No me extrañó en lo absoluto su reacción, de hecho esperaba que fuera mucho peor.
- Era una noche lluviosa y todos esperábamos con ansias a que mi padre llegara del trabajo- digo explicando. -Todo lo que recuerdo es haberlo recibido con un gran abrazo antes de que un grupo de desconocidos entrara por la fuerza a nuestra casa.
Odiaba pensar sobre aquella noche y evitaba cualquier cosa que me lo recordara. Tuve que aprender a vivir con las pesadillas, a mirar las gardenias sin sentir un desgarrante dolor en el corazón, a vivir bajo el mismo techo que mi padre sin tener impulsos de golpearlo, pero sobre todo tuve que aceptar la mierda de vida que ahora tenía.
Todo lo que conocía y amaba había desaparecido por un imbécil con sed de venganza que no pensó en nadie más que él. Le fue muy fácil destruir una familia para recibir un beneficio y eso es algo que no se puede olvidar tan fácilmente.
- No sabíamos lo que estaba pasando, ellos sólo sacaron sus armas y nos amenazaron.
La desesperación, el miedo incontrolable, el llanto inevitable y los gritos de angustia de mi madre fueron lo primero que se me vino a la mente. Han pasado ocho años, pero el recuerdo sigue tan claro como si hubiera sido ayer.
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Amor Inesperado (1)
RomanceSkyleen: Hay dos palabras que Killian Knight me enseñó. Pasión y odio. Creí que ya había pasado por situaciones difíciles, pero él me mostró lo que era sufrir de verdad y aun así obtener placer de ese sentimiento. Me olvidé de lo bueno y extinguí...