Capítulo 21

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Killian

¡Carajo! Estuve tan cerca de poseer los dulces labios de Skyleen. Si no hubiera sido por el puto miedo que tiene a rendirse y entregarse a mí, en este mismo momento no me encontraría solo en mi habitación, estaría en mi cama con el cuerpo desnudo de Skyleen debajo del mío, sintiéndola tan apretada que sus gemidos se intensificarían con cada una de mis embestidas. Puta madre, tan sólo imaginarme esa increíble escena me pongo tan duro, que ni una ducha fría lograría bajarme la erección.

No entiendo porque sigue haciéndose la difícil, no es nada importante y mucho menos algo que cambiaría la forma en la que nos sentimos, sólo es diversión con un poco o de placer, no hay nada fuera de lo ordinario, pero como siempre, la perfecta Skyleen tiene que sobre analizar las cosas.

Después de que ambos saliéramos de la piscina y nos fuéramos a nuestras habitaciones completamente mojados, insatisfechos y en un silencio bastante incómodo, no hemos vuelto a salir, tratando de prolongar lo más que se pueda nuestro próximo encuentro. Pasaban de las seis de la tarde, la lluvia se volvía cada vez más fuerte y nuestros padres no aparecían aún. Comenzaba a creer que nos dejarían plantados, pero recordé que mi padre es un adicto al trabajo y que no se irá hasta tener todo perfectamente organizado. Aunque unos minutos más tarde recibí un mensaje de él diciendo que llegarían con suerte en la noche, ya que la lluvia estaba peor en Miami. Es raro que en esta época haya tormentas, normalmente se vienen en agosto o septiembre. Supongo que se adelantaron este año. No le di importancia y seguí respondiendo otros mensajes pendientes.

Estuve tan inmerso en mis asuntos que había olvidado por completo comer, eso fue hasta que mi estómago gruñó y me demandó ser alimentado. No tenía intención de levantarme, esperaba quedarme tendido en la cama hasta que mi padre llegara, pero no iba a aguantar tanto con el estómago vacío. De pronto, escuché unos toques en la puerta y al dar permiso para entrar veo a Otto entreabrir la puerta para asomarse.

-       Señor, la comida que su padre me pidió ha llegado ya- dice con un tono suave. -He puesto todo en la mesa, aunque no sé si alguien bajará a cenar.

-       En seguida bajo- comento. -Ya puedes retirarte Otto.

Me hizo una pequeña reverencia con la cabeza y volvió a cerrar la puerta.

Había estado usando sólo bóxers, por lo que decidí ponerme algo más por encima. Opté por unos shorts negros y una camisa de tirantes del mismo color. Antes de salir, escucho el timbre de mi teléfono, avisándome la llegada de un nuevo mensaje. Paso rápidamente a la cama por él y veo un mensaje de mi padre, avisándome que la tormenta les impidió cruzar la carretera gracias a un accidente automovilístico.

Vaya, parece que está noche seremos Skyleen y yo solamente.

No pierdo el tiempo y salgo de mi habitación, dirigiéndome hacia el comedor donde ya me esperaba una tabla de quesos, carnes frías, frutos secos y fruta fresca encima de la mesa de mármol. Junto a ella también había una botella de vino tinto y dos copas.

-       Otto, quita una copa, seré yo solamente.

-       Espero que no te moleste, pero yo también tengo hambre- dijo una voz nerviosa detrás de mí.

Me giro hacia Skyleen, recorriéndola de arriba a abajo sin poder evitarlo. Tenía puesto un vestido rojo suelto de tirantes con pequeñas flores blancas, unos converse típicos blancos y el cabello lo llevaba recogido de los costados, formando una media coleta. Se veía jodidamente atractiva, tanto que me hizo enfadar por hacerme tener una inevitable erección con tan sólo ver su delicada piel de porcelana o el brillo del azul grisáceo de sus ojos que hacían una perfecta combinación con sus facciones angelicales.

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora