Capítulo 17

111 7 0
                                    

Skyleen

No pude dormir en toda la noche recordando lo que Killian había dicho. Me molestaba admitir que tuvo un efecto en mí porque sería darle importancia a una persona que se ha mostrado grosero e indiferente desde el día que nos conocimos. Ha intentado fastidiarme la vida con cada oportunidad que ha tenido y ahora espera que él y yo... ¡Oh por Dios, no! Es algo completamente irracional. No tiene sentido alguno. Seguramente los alucinógenos que ingirió ayer debieron causarle un fuerte efecto, lo que provocó que dijera todas esas tonterías.

Odio no poder sacarlo de mi cabeza, es como si ahora dependiera del siguiente movimiento de Killian para poder sentirme tranquila. Solía estar en una zona segura porque sabía que lo único que podría de esperar de él eran insultos y rivalidad, pero ahora es como si todo hubiese cambiado entre nosotros con esas simples palabras.

Necesito hacer algo que me ayude a distraer la mente, algo que sea lo suficientemente agotador como para caer rendida en la cama y no despertar hasta que la tensión entre Killian y yo haya pasado. Tengo varias ideas de lo que podría hacer, aunque de todas ellas, sólo una me parece la más efectiva y la que he tratado de evitar durante muchos años.

Ni siquiera sé si hay algún lugar en esta casa sólo para hacer esto, pero no veo razón alguna para no intentarlo.

Me levanto con mucha pesadez de la cama y voy directo al armario donde saco de uno de los estantes altos, una maleta oculta en el fondo de una esquina. Después me dirijo hacia el cuarto de baño para cambiar mi cómodo pijama por la ropa que jamás pensé que volvería a usar. Han pasado varios años desde la última vez que me atreví a ponerme mi atuendo de ballet, pero creo que hoy lo necesito más que nunca. Por lo tanto, saco unas finas medias blancas con un leotardo y falda holgada color negro, una blusa azul índigo de manga larga con espalda descubierta, pero con dos tirantes cruzados como adorno y mis amadas zapatillas de ballet.

Recuerdo que en aquel entonces no teníamos tanto dinero como para cambiar de vestimenta cada año, por lo que mi madre solía comprarme ropa una o dos tallas más grandes de las que yo usaba. La única excepción eran los zapatos, pero por suerte sigo calzando del tres. Ahora que he sacado finalmente esta ropa de su escondite, no me preocupaba en lo más mínimo que no me quedara, ya que mi cuerpo no ha tenido muchos cambios desde los quince. Probablemente me creció un poco el pecho, pero fuera de eso sigo exactamente igual. No le di más vueltas y de inmediato me deshice de mi pijama, comenzando a ponerme mi vestimenta de danza. Al terminar, cepillé mis dientes y mi cabello, salí del cuarto de baño y tomé mi teléfono junto con una bocina redonda que se encontraban sobre la mesita de noche antes de salir de mi habitación.

Fui directamente a la planta baja y seguí mi camino hasta el área de gimnasio. No sabía si me encontraría a alguien ahí dentro, puesto que pasaban de las nueve se la mañana y la casa se encontraba muy silenciosa, pero eso no me hizo desistir.

Crucé todo un pasillo hasta colocarme delante de la puerta del gimnasio, pero una habitación desconocida que se encontraba hasta el fondo me llamó la atención. No lo pensé dos veces y fui hasta allí con la esperanza de que nadie me atrapara metiendo las narices en donde no me llaman, aunque para mi sorpresa la puerta no tenía seguro, era una entrada libre.

Lo primero que note al asomar la cabeza en el interior fue en amplio espacio que había. Era una habitación con pisos de madera y un espejo que cubría todo el largo de la pared izquierda. Por obvia razones, entré despreocupada al ver que no había nada extraño y dejé que mis ojos se siguieran asombrando con dos detalles bastante peculiares de la habitación. El primero fue un enorme librero de caoba que se encontraba al lado de la puerta, repleto de todo tipo de historias, mientras que lo segundo fue la presencia de un barandal pegado al cristal del espejo. Se sentía como si esta habitación hubiera sido creada sólo para mí, aunque eso no tuviera ningún sentido.

Decidí no darle importancia y proseguí a hacer mis calentamientos. Enlacé mi teléfono con la bocina y pongo un poco de música relajante que me ayude a concentrarme mejor al momento de mis estiramientos. Lo primero que hice fue ponerme las zapatillas de ballet antes de sentarme en el piso con las piernas juntas y estiradas para después levantar mis brazos lo más que pude, dejando que mi espalda, pecho y estómago también se estiraran. Mi siguiente movimiento fue abrir completamente mis piernas para poder recostar la mitad de mi cuerpo en cada lado de mis piernas por un par de segundos. Al terminar, fui a la barra, me coloqué de lado y levanté mi brazo izquierdo sobre mi cabeza, doblando ligeramente el codo para formar un arco, seguido de un Plié con duración de quince segundos hasta sentir los músculos de mis piernas tensarse.

Debieron de pasar diez minutos cuando mucho entre mi calentamiento en el piso y el que hice en el barandal. Fue hasta que mi cuerpo se relajó, cuando me sentí preparada para dar inicio al baile.

No sabía que canción escoger, así que presioné el botón de aleatorio con el objetivo de bailar cualquier ritmo que saliera, pero inesperadamente, lo primero que comenzó a sonar fue la canción de My immortal por Evanescence. Una tonada de piano lenta que siempre me hacía sentir inspirada, aunque creo que ahora tendrá un significado diferente para mí, puesto que la letra le queda perfecto a mi situación actual. Todo lo vivido en mi pasado y presente se están conectando sin que yo pueda hacer nada al respecto y ya me estaba cansando de eso. Ahora lo único que puedo hacer era bailar para liberar mis emociones reprimidas.

Dejé que mis cuerpo tomara el control de mí, empezando por una de las posiciones más reconocidas del ballet llamada Arabesque donde tengo que mantener mi pierna derecha como base y en equilibrio mientras que elevo por detrás mi otra pierna sin doblarla, a su vez extendiendo mi brazo derecho hacia adelante y extendiendo el otro hacia un lado. Después volví a tomar una posición normal, dando tres pasos hacia el frente antes de hacer un pequeño inclinado y comenzar un Pas de bourrée couru, donde debo mantener las piernas ligeramente cruzadas al tiempo que hago puntas con los pies y con movimientos rápidos me traslado en línea recta hacia la derecha para terminar con una doble Pirouette.

Hace tanto tiempo que no bailaba ballet que incluso llegué a pensar que había perdido mis habilidades, pero ahora entiendo que jamás podría dejar ir una parte tan importante de mi vida como lo es el ballet, aunque hay días en los que recuerdo la razón por la cual decidí enterrar ese sueño.

Hay heridas del pasado que parecen más difíciles de sanar.











Aparte de ser lectores apasionados, ¿Tienen algún otro hobby?


Aparte de ser lectores apasionados, ¿Tienen algún otro hobby?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora