Capítulo 6

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Skyleen

Fue extraño despertar en una habitación que no era la mía y aún peor recordar todo lo sucedido la noche anterior. Mi madre y Robert han decidido casarse y tal parece que no fui la única a la que le cayó de peso la noticia. Killian se había vuelto loco, como nunca había visto a alguien en mi vida, pero no podía culparlo, dada la historia del anillo que ahora mi madre lleva en su mano. Todo estaba ocurriendo tan deprisa y yo sólo quería que el tiempo se detuviera por un instante. Todavía no me acostumbraba a este nuevo estilo de vida y mucho menos a las personas que ahora forman parte de nuestra familia. Me cuesta trabajo aceptar la decisión de mi madre y pretender estar feliz por ella cuando en realidad lo único que quiero es empacar mis cosas e irme a Texas.

Sé que no pertenezco aquí, pero si sigo amargándome la existencia en pensar las múltiples razones por las cuales seré miserable el resto de mis días entonces nunca avanzaré. Es verdad que mi vida no es fácil, pero no conozco a una sola persona que pueda decir lo contrario. Todos pasamos por dificultades, las cuales debemos superar para poder crecer. Por lo tanto, tengo que dejar de concentrarme en los fallidos cambios de mi vida si es que quiero avanzar y construir mi propio camino.

Como todas las mañanas, me levanté a las siete en punto. Me cepillé los dientes, me hice una coleta alta y cambié mi cómoda pijama por ropa deportiva.

Robert y ni madre seguían en cama, puede que no estuvieran dormidos, pero sí descansando de toda la tensión acumulada. No quise molestarlos, así que simplemente salí a correr antes de que fuera hora del desayuno.

La playa no estaba muy lejos de la casa, por lo que decidí ir trotando hasta ahí, dejándome disfrutar de la brisa fresca de una mañana casi perfecta. No tenía motivos para seguir rechazando la posibilidad de hacer mi entrenamiento con este clima veraniego. Admito que me encanta el olor salado del mar, al igual que sentir el aire rozando mi rostro mientras llevó al límite mis piernas con cada paso que doy en la pesada arena.

Correr siempre ha sido una de mis grandes pasiones. El sentir como la adrenalina va aumentando y subiendo por todo tu cuerpo gracias a la velocidad. Sin duda no hay mejor forma de llevar mi cuerpo al límite.

Estando afuera me permitió prestar atención a las personas madrugadoras como yo que suelen salir por las mañanas a dar un paseo. Siendo honesta me había creado un falso estereotipo donde todos olían a bloqueador solar y usaban trajes de baño con lentes oscuros, pero reconozco que me llevo una gran sorpresa al ver que son tan normales como los Tejanos. Algunos usaban ropa deportiva como yo, otros tenían una vestimenta formal para ir al trabajo y muy pocos llevaban puestos sus trajes de baño. Aún era muy temprano para que los vacacionistas salieran a divertirse, pero incluso con eso pude ver que la única diferencia, si es que se puede llamar así, es que los ciudadanos de Miami llevan una vida un poco más relajada. Claro que con eso no quiero decir que no tengan problemas, pero quiero pensar que vivir junto al mar ayuda a disminuir el estrés.

Tal vez esté juzgando mal la vida que puedo llevar aquí. Sería muy hipócrita de mi parte negar que no disfruto salir a correr con esta vista tan espectacular, pero eso no me quita el enorme sentimiento de soledad.

Mi madre está rehaciendo su vida finalmente con un hombre que espero sea bueno con ella y una parte de mí se siente feliz por eso, aunque hay otra mucho más grande que me dice que corra lo más lejos posible y que huya de este hoyo negro ahora que tengo oportunidad. Ojalá pudiera saber lo que me deparará el futuro para así evitar cualquier tropiezo o peligro, pero sé que eso sólo podrá suceder en mis mejores sueños. La vida real es mucho más complicada de lo que me gustaría asimilar. Está llena de defectos, errores, tragedias, traiciones, tristezas y desamor.

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora