Capítulo 31

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Killian

Fue una puta tortura sentir a Skyleen y no poder tenerla por completo, aunque admito que las maravillas que su lengua me hizo esta mañana me dio mucho en que pensar mientras me la jalaba pensando en ella.

Justo ahora, mi padre, Sonia, Skyleen y el imbécil de Oliver se encuentran en la playa con su ridículo pícnic. Por obvias razones yo decidí alejarme de esa insoportable convivencia, sin mencionar el hecho que odiaría ver al idiota de Oliver tocar a Skyleen de cualquier manera. Tendría que controlarme con todas mis fuerzas para no romperle la cara, lo cual sería imposible por mi actitud tan explosiva e impulsiva. De hecho, fue muy difícil mantener la calma en el desayuno, ya que en lo único que podía pensar era en golpear a Oliver hasta que se le quitaran las ganas de volver a tocarla.

¡Maldita sea! No tengo suficiente de esa chica y lo peor de todo es que muy en el fondo sé que nunca tendré suficiente de ella. Lo supe desde el jodido momento en el que introduje mi veneno en sus labios y la reclamé como propiedad mía. Sabía que Skyleen Evans sería mi perdición y que terminaría matándome con cada maldito beso, pero es un precio que estoy dispuesto a pagar, siempre y cuando pueda volver a sentirla mojada y ansiosa por tenerme dentro.

He tenido a muchas chicas a lo largo de mi vida, pero ninguna había sido virgen. Nunca he sido el primero en la vida de nadie y tener a una chica tan pura como ella tenía cierto encanto, ya que podía poner en práctica todas las perversiones que he adquirido con mi experiencia.

Desde que la vi por primera vez no pude evitar pensar en la maravillosa comparación de un demonio corrompiendo a un ángel, aunque debo decir que mientras más la conozco me doy cuenta de que la palabra ángel no corresponde muy bien para describirla. Skyleen tiene oscuridad en el fondo de su corazón y un fuego incontrolable que muere por salir de su interior, pero tiene miedo a convertirse en la peor versión de si misma y no puedo juzgarla por ello. Nadie en su sano juicio desearía terminar en el mismo estado en el que yo me encuentro. Todos deberían hacer su mayor esfuerzo por salir adelante y no caer en la mierda de los traumas insuperables.

Muchas veces siento que ya no puedo más, que estoy al borde de explotar y que todos los jodidos recuerdos de mi pasado finalmente acabaron conmigo. Sinceramente no sé como es que he llegado tan lejos en mi vida, si hubiera sido por mí hace mucho que habría tirado la maldita toalla, pero aún tengo una deuda que pagar y fue un juramento que le hice a mi madre antes de morir.

Mi mente estuvo a punto de de abrir mi puta caja de Pandora con todos los recuerdos de mierda que me hacen desear estar muerto con cada día que pasa, pero por suerte mi teléfono empezó a sonar y mi atención se desvió a la brillante pantalla, donde se veía el nombre IMBRÉCIL.

Dudé en contestar la llamada, pero no podía seguir evadiendo mis responsabilidades con el jodido grupo del Coliseo. Por lo tanto, no me quedó de otra más que responderle al maldito recadero de Alonzo.

-       ¿Qué carajos quieres?- preguntó de mala gana.

-       Uy, ¿La princesa no tuvo su sueño embellecedor?- se burla.

-        Bien, si no tienes nada que decir, vete a la mierda.

-        Espera, espera, tranquilo.

-       No estoy de humor para tus estupideces Rider- espeto. -¿Dime que coño quieres?

-       Te llamó para avisarte que el jefe cambió tu pelea para otro día, dijo que él te llamará para avisarte cuando te presentes en el Coliseo- explica.

-       Bien, ¿Eso es todo?

-       No, una cosa más.

Hizo una breve pausa, pero podía alcanzar a percibir una risita.

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora