Capítulo 35

112 6 0
                                    

Skyleen

Dicen que mientras más ansiosa estés por la llegada de un día, la espera se hace más larga, aunque por experiencia propia puedo decir que eso es basura. Creí que los días se pasarían lentos y que no tendría que preocuparme por la fiesta hasta el jueves, pero en cuanto menos lo esperé ya estaba en un taxi de camino a la casa de Tara.

No puedo decir que hice mucho para distraerme, de hecho, me la pasé encerrada en mi estudio de pintura, dibujando, escuchando música y en ciertas ocasiones, cuando me cansaba optaba por leer un libro, sólo bajaba al comedor cuando mi madre me llamaba para el desayuno, la comida o la cena. Fue una semana bastante complicada, tratando de evitar a Killian a toda costa, pero extrañamente, él no fue a dormir ningún día a la casa. Había escuchado a Robert decir que se quedaría en su loft, lo que me hizo pensar que tal vez estaría organizando todo para la fiesta, después de todo, es su gran noche y me imagino que quiere seguir dando una buena impresión a sus invitados.

Hoy es la gran noche y una parte de mí siente nervios por lo que pueda pasar cuando me vea, pero la otra está muy emocionada y curiosa por conocer el impacto que estos eventos tiene en las personas de "alta sociedad". Estoy preparada para encontrarme con chicos estirados y arrogantes, que lo único que esperan es encontrar una mujer fácil con la cual tener sexo sin compromiso, y en el caso de las ellas, conseguir tragos gratis con la ayuda de los pobres hombres desesperados por tener su atención.

De pronto, mi taxi se detuvo en frente de una casa muy grande, con muchas ventanas, un amplio pórtico y un jardín perfectamente podado. Pague la cuota, salgo del auto y recorro el pequeño camino empedrado hasta llegar a la puerta y tocar el timbre. Tara no se demoró en abrirme con una gran sonrisa y una actitud exaltada.

- ¿Estás lista para tu cambio de imagen?- pregunta alzando las cejas continuamente.

- ¿Cambio?- repito. -Espera un segundo, ¿Cuál cambio?

- Oh vamos, sólo será algo pequeño- entrelaza su brazo con el mío y me lleva dentro.

La casa de Tara era muy elegante, había muebles antiguos de caoba, sillones al estilo Luis XV, candelabros con luces cálidas y un piso de madera perfectamente pulido decorado con alfombras orientales.

Odiaba ser prejuiciosa, pero no pude evitar pensar en como serían los padres de Tara. Me imaginé una pareja educada, tradicional y bastante recta, en pocas palabras, todo lo opuesto a lo que ella era.

No perdió el tiempo en darme un recorrido por la casa, fuimos directamente al segundo piso donde se encontraba su habitación. Era amplia como la mía, sólo que sus paredes eran de un tono morado, su armario era de puertas corredizas y su cama tenía unos barrotes de hierro negro. Aun así estaba muy bonita y admito que era bastante de su estilo.

- Antes de comenzar a arreglarte debes jurarme que no cuestionarás nada- dijo cerrando la puerta.

- No me pidas eso, por favor- le ruego.

- Sky, está es la fiesta que más requiere ciertos códigos de vestimenta- explica. -Así que deberás confiar en mí.

Por mucho que me incomodara vestir ropa inapropiadamente corta o maquillaje exagerado, sé que debo hacer un esfuerzo esta noche y dejar que Tara me transformara en lo que se supone debo parecer. Esta era otra de las cosas que odiaba de las fiestas, tener que aparentar algo que no eres simplemente para encajar. Es algo estúpido, pero muy cierto. Las personas tienden a tener problemas con aquellos que no los imitan, ya que piensan que son unos raritos marginados que sólo quieren llamar la atención por ser únicos y diferentes, cuando la realidad es que hay quienes tienen derecho de no compartir los mismos gustos y no deberían ser obligados a disfrutar sus intereses sólo para ser aceptados. Aunque es algo complicado tener esa mentalidad en una sociedad de mierda, que siempre está al pendiente de lo siguiente para criticar o atacar.

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora