Capítulo 42

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Skyleen

Dormí placenteramente gracias a una de las mejores sesiones de sexo que he tenido en los pasados días. Definitivamente Killian tiene una gran experiencia en lo que al sexo se refiere, no podría dar ni una queja de algo que no me me haya gustado hasta ahora, pero si debo confesar que no me siento orgullosa de lo que estoy haciendo con él. Todo en mi vida se ha vuelto patas arriba desde aquella noche en la casa de verano, desde entonces me he convertido en una infiel descarada que no ha sabido controlar o al menos reprimir el deseo que siente por su estúpido hermanastro. Me siento tan culpable del daño que le estoy haciendo a Oliver, al igual que del enorme engaño hacia mi madre y de la clase de persona en la que me estoy convirtiendo por su culpa.

Lo que Killian me confesó ayer fue impactante. Había acabado con la vida de alguien a golpes y eso no es fácil de digerir, mucho menos de olvidar. Yo vengo de un pasado violento y traumático, donde por más de cinco años fui abusada físicamente. Tengo recuerdos que me persiguen cada noche para hacerme revivir esos acontecimientos y yo no estaba dispuesta a someterme nuevamente a una vida donde sea maltratada. Puede que Killian sea impulsivo y en ocasiones algo brusco, pero la sinceridad en sus palabras cuando dijo que jamás me haría daño me hicieron confiar en él.

Es increíblemente molesto como de todos los hombres de este planeta tuvo que llegar uno que representa todo lo que me prometí a mí misma evitar, pero por desgracia, Killian me ha vuelto adicta a él y todo gracias a este juego siniestro del cual no pude salir a tiempo. Ahora tengo que vivir con las consecuencias de mis actos, aunque no me sienta lista para afrontarlas.

De pronto, mis pensamientos fueron interrumpidos por unos suaves golpes en mi puerta.

-       Sí, pasa.

La puerta se abrió y mi madre entró con una sonrisa llena de alegría mientras portaba una bandeja de madera.

-       Buenos días, cariño.

-       Buenos días, mamá- me quito el edredón de encima y me siento en la cama.

-       ¿Cómo dormiste?

«Mejor que nunca, después de haber agotado toda mi energía con Killian.» salta mi conciencia.

-       Bien.

Camina hacia mí y deposita la bandeja sobre la cama antes de sentarse en la orilla, quedando frente a mí.

Al momento en el que mis ojos vieron el tazón de fruta repleto de fresas, uvas, kiwi y mango, con un omelette al lado y un jugo de naranja, mi estómago no pudo evitar gruñir.

-       Vaya, alguien amaneció con hambre- comenta con una risita.

Bajé la mirada ante la vergüenza y traté de distraerme tomando el tenedor y comenzando a picar mi fruta.

-       ¿Y todo esto a que se debe?- pregunto antes de llevarme una fresa a la boca.

-       ¿Acaso no puedo prepararle el desayuno a mi hija y traérselo a la cama sin razón?- enarco una ceja, esperando a que diga la verdad. -Bueno, está bien, sólo quería hacer algo lindo por ti.

Sonreí cuando escuché su confesión.

-       Y lo aprecio mamá.

-       Es lo menos que puedo hacer por ti cariño.

Vi su rostro entristecerse y la forma en la que apartó su mirada de la mía, como si quisiera decirme algo pero no encontrara las palabras correctas para suavizar el golpe.

-       Siento que te he abandonado desde que llegamos- dijo con la cabeza agachada.

-       No digas eso.

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora