Killian
Después de darles de comer a Hidra y Cerbero, y de terminarme mi sandwich, volví a mi habitación. Subí al segundo piso y me dirigí hacia el lado izquierdo donde se encontraban algunas salas de entretenimiento y el resto de las habitaciones, y mientras pasaba por el pasillo me percaté que la puerta de frente a la mía estaba entreabierta. No pude evitar sentir curiosidad, por lo que me atreví a entrar sin siquiera llamar a la puerta, dejando que mis ojos se encontraran con una habitación limpia y ordenada, completamente diferente a la mía. Esta tenía las paredes blancas con un cubrecama y almohadones rosas claro, mientras que la mía era negra con complementos grises. Sin duda esta debe de ser la habitación de la niñita insolente.
A lo lejos escuché la regadera en función, lo que me dio tiempo de seguir husmeando unos cuantos minutos más mientras que mi insoportable hermanastra tomaba un baño.
Comencé por recorrer su armario y lo único que encontré fue su pésimo gusto en la moda con todos esos vestidos coloridos y sosos.
«Dios, está chica no puede ser más tonta e infantil.» Con cada pequeño detalle nuevo que sé sobre ella me irrita aún más. Proseguí por abrir una puerta misteriosa que contenía un estudio de pintura bastante impresionante. Creo que mi padre no escatimó en gastos para poder impresionar a estás dos oportunistas, lo que me provoca náuseas. Salí de ese estudio antes de que terminara por romper cada lápiz y pincel que había ahí dentro. Estaba decidido a destruir todo lo que se encontraba en esta habitación y en la de mi padre, pero aún no es tiempo de cometer locuras, así que preferí marcharme y justo antes de cruzar la puerta me encontré con un bolso café sobre la cama. Sin pensármelo dos veces lo abrí y saqué una cartera naranja con flores amarillas que dentro contenía cuarenta dólares y varias tarjetas de presentación sobre tiendas de ropa, pero sólo una llamó mi atención y fue la credencial de su antigua escuela. Al tomarla, mis ojos fueron directamente a su fotografía. No había cambiado nada, seguía con la misma sonrisa brillante, los ojos llenos de vida y el cabello largo, perfectamente peinado. Una sonrisa socarrona se formó en mis labios y pronto dirigí los ojos hacia su nombre. Skyleen Evans. Un nombre interesante para una chica antipática.
Muy bien Skyleen. Te atreves a jugar con fuego, entonces veamos si serás capaz de soportarlo. Me intriga saber si te rendirás al quemarte por completo o preferirás ser consumida poco a poco.
Estaba tan absorto en mis pensamientos que no me di cuenta en que momento dejó de caer agua de la regadera, Skyleen saldrá pronto del cuarto de baño, por lo que rápidamente guarde todo en su sitio y salí de ahí antes de que me viera.
Al entrar a mi habitación, me dejé caer en la cama como si llevara un gran peso encima. Tenía tantas cosas en la cabeza que no podía concentrarme en una sola, aunque será mejor que por ahora deje las cosas fluir y comience a diseñar mi plan. Pasé varios minutos tratando de tener ideas, pero me resultó casi imposible despejar mi mente de aquellos ojos gris azulado. Jamás había sentido tanta rabia por alguien y mucho menos tantas ganas de hacerle pagar su atrevimiento de la peor manera. Esa chica aún no sabe quién soy ni de lo que doy capaz, pero pronto se enterará. Justo cuando me estaba llegando la creatividad sobre varios castigos muy efectivos, sonaron unos golpes en mi puerta. No me moleste en dar permiso para entrar porque sabía de quién se trataba y tenía muy en claro de que la abriría de igual forma.
- ¿Puedo pasar?- pregunta mi padre.
- Sabes, no le encuentro el sentido a que sigas preguntado lo mismo cuándo ya estás adentro- replico mirando al techo.
Siguió su camino y cerró la puerta detrás de él.
- Me sorprende que estés aquí- digo aún con la mirada perdida. -Creo que es la primera vez en años que nos vemos o hablamos más de una vez en el día.
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Amor Inesperado (1)
RomanceSkyleen: Hay dos palabras que Killian Knight me enseñó. Pasión y odio. Creí que ya había pasado por situaciones difíciles, pero él me mostró lo que era sufrir de verdad y aun así obtener placer de ese sentimiento. Me olvidé de lo bueno y extinguí...