Capítulo 1

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Skyleen

La vida es impredecible y los días son un constante acontecimiento de sorpresas que a veces pueden ser buenas o malas, pero nosotros nunca podremos tener elección sobre ello. Si la vida fuera fácil no podríamos llamarla vida, puesto que no venimos a este mundo a recibir todo lo que deseamos con el sólo chasquido de nuestros dedos. Muchas veces me he preguntando cuál es mi propósito o si cada decisión que tomo me llevará a una meta al final del camino. No es fácil crear tu propio destino a ciegas, nunca lo será, pero ya es de nosotros disfrutar cada paso que damos, así como enfrentar las consecuencias o alegrarnos por los logros obtenidos.

En lo personal, me considero una persona bastante positiva. Quizás demasiado para ser verdad. Mi vida no ha sido otra cosa más que un temible hoyo negro, el cual no deja de seguir intentando con cada minuto qué pasa llevarme hasta lo más profundo.

Solía pensar que mi vida era un chiste, que no podía existir una chica con peor suerte que la mía, pero acumular tantas quejas y malos recuerdos no me ayudaban a sentirme mejor, así que decidí forzosamente cambiar mi mentalidad. Empecé a suplantar todo el daño que llevaba dentro con las pequeñas cosas banales que me hacían feliz. Al principio pensaba que estaba enmascarando mi dolor, que hacer como si nada hubiese pasado me ayudaría a superar todos mis traumas y por un leve instante funcionó, pero luego las pesadillas llegaron y ya no supe como manejar o controlar mi vida. Poco a poco me fui recuperando con distracciones que me mantenían fuera de mí misma, actividades que amaba y disfrutaba al máximo, como lo eran mis clases de ballet y pintura. Sin mencionar que la escuela también fue de gran ayuda con tantos deberes y exámenes por hacer. Pasaron años de los cuales tuve que fingir ser una chica normal cuando en realidad no podía estar más rota, aunque la peor y más difícil parte fue poner una sonrisa en mi rostro todos los días cuando sólo quería llorar y esconderme en mi habitación. En todos esos años las pesadillas nunca desaparecieron, al contrario, se habían hecho más intensas con el paso de la noche. Mi único consuelo era saber que mi madre se encontraba al otro lado de mi habitación, lista para entrar en el momento en el que escuchara mis gritos de auxilio.

Mi madre, ella ha sido mi pilar y la única capaz de darme consuelo cuando lo necesito. Ella es mi mundo entero y sé que tuvo que soportar un infierno peor del que yo salí apenas con vida.

Nadie tiene la vida comprada, todos pasamos por momentos tan fuertes que nos cambian para siempre, pero sólo nosotros tenemos la elección de ser mejores o peores personas, si hacemos el bien o el mal y si seguimos adelante con nuestro esfuerzo o nos dejamos llevar por la simpleza de terminar con nuestra miserable existencia. Todo se trata de cambios, desafíos y aventuras, de recibir con ello aprendizaje, lecciones de vida e incluso llegar a madurar. Aunque hay veces que los cambios no nos sientan bien.

En mi vida todo parecía comenzar a ser normal. Llevaba tiempo intentando adaptarme a la sociedad, incluso me esforcé al máximo en último año de preparatoria para sacar buenas notas y seguir persiguiendo mi sueño sobre ir a la mejor universidad de Nueva York. Había hecho amigas y hasta tenía un increíblemente popular novio que me quería con todo su corazón. Podría decirse que mi vida finalmente empezaba a tener sentido, pero sólo bastó un congreso exclusivo de doctores y enfermeros en un crucero para que todo eso se fuera al traste.

Mi madre siempre ha soñado con convertirse en una de las mejores doctoras cardiólogas que este país haya podido tener, pero desgraciadamente mis abuelos no pudieron pagar sus estudios y eso la llevó a tomar cursos un poco más económicos para ser enfermera, aunque eso no impidió que fuera una de las mejores de su hospital.

Llevábamos tres años viviendo en Austin Texas, tres años siendo completamente libres y dos años de los cuales comenzaba a ser normal. No quería perder lo que acabábamos de construir, pero sobre todo me negaba a empezar desde cero una nueva vida. Mi madre ya tiene práctica en dejar el pasado atrás y reformarse como una persona nueva y diferente, en cambio a mí me costaba mucho trabajo volver a iniciar. Ojalá fuera como un robot al cual le pueden sacar la memoria para colocarle una en blanco, así olvidaría quien soy, de donde vengo y todo lo malo que he vivido. Creo que sólo así podría comenzar una nueva vida. Claro que a mi madre no le importó avisarme con antelación sobre sus nuevos planes, todo me lo soltó tan repentinamente para no dejarme protestar que ahora me tengo que adaptar a su ritmo sin dar ni una queja. Hace tan sólo dos meses que mi madre se fue a un congreso en un increíblemente lujoso crucero donde conoció a un tal Robert. Aún recuerdo las horas extra que trabajó por las noches para ahorrar un poco más dinero y lo emocionada que estaba por ese viaje. Me sentía orgullosa y contenta por ella, la vida le estaba sonriendo después de muchos años y no había nada en el mundo que quisiera más que eso, pero si hubiese sabido que ese viaje arruinaría mi vida, nunca hubiera permitido que comprara su boleto, aunque eso suene muy egoísta de mi parte.

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora