Capítulo 22

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Skyleen

-       Se puede saber ¿qué carajos estás haciendo aquí?- soltó Killian muy a la defensiva.

Cierro la puerta, ignorándolo por completo.

-       ¿Te hice una maldita pregunta?

-       No pienso dormir sola sin luz- respondo caminando hacia el lado izquierdo de la cama.

-       Cuántos años tienes ¿cuatro?- dijo sarcástico. -Lárgate de aquí.

-       No.

-       Skyleen, no estoy jugando.

-       Yo tampoco- descubro mi lado de la cama antes de meterme bajo las sábanas. -Mira, haz lo que quieras, pero no pienso irme.

Si hay algo a lo que le temo más que nada en el mundo es a la oscuridad. Muchas de mis experiencias traumáticas las pasé en la oscuridad, al lado del hombre que me persigue hasta en mis propios sueños. Normalmente duermo con una luz encendida cuando no hay nadie en casa, pero si tengo la seguridad de saber que mi madre está a mi alrededor entonces puedo apagarlas. En este caso, ella no está y la tormenta ha provocado un apagón, así que no me quedó más opción que salir corriendo de mi habitación para venir a refugiarme con Killian. Patético, lo sé, pero es mejor que nada. Mis problemas con la oscuridad es otra de las razones por las que tomo mis pastillas, aunque para este viaje no creí necesitarlas y por lo tanto las dejé en casa.

No me importa cuán ridícula debo parecer con esta actitud de niñita asustada, todos tenemos demonios muy dentro de nosotros y los míos aparecen cuando la luz se va.

Killian se ve confundido y bastante incómodo, aunque no sé si es por que esta noche dormiré con él o por que... ¡Mierda! ¡Mi pijama! Había olvidado por completo la clase de vestimenta que normalmente uso para dormir.

Yo no soy como las demás chicas que tienen un extenso armario para elegir diferentes prendas, yo era más simple, usando sólo vestidos, ropa deportiva y pijamas simples de dos opciones, una para invierno y la otra para verano. La primera consistía en pijamas de franela a cuadros de cualquier color, mientras que la segunda eran shorts grises bastante pequeños y blusas de tirantes blancas. Justamente lo que estaba usando en este mismo momento.

Sentí como un nudo en mi garganta se formaba por estar en la misma cama que Killian. Literalmente estábamos a centímetros y él no llevaba más que sus bóxers negros encima. Cuando llegué todavía no se metía debajo de las sábanas, por lo que me fue muy fácil ver sus maravillosos y tonificados músculos del abdomen y los brazos. Ahora que está sin tanta ropa encima me fue más fácil notar todos los tatuajes que cubrían su cuerpo. Los tenía desde las piernas hasta el pecho. No era algo tan exagerado, pero si tenía bastantes. Ni siquiera sabría por dónde comenzar a describir, pero hubo uno que me llamó mucho la atención, en su pectoral izquierdo tenía la silueta de un lobo geométrico y no pude evitar preguntarme si tendrá algún significado importante como la mitología griega.

-       ¿Te vas a quedar embobada mirándome toda la noche?- pregunta con una ceja enarcada antes de acostarse.

-       Yo... Ammm... buenas noches- sin más, me giro para darle la espalda.

No sé porqué mi corazón latía tan apresuradamente ni tampoco porqué mi cabeza empezó a jugar conmigo al hacerme imaginar tantas cosas indebidas. Sabía que Killian era un chico bastante guapo, pero nunca me imaginé que estaría así de bueno.

«Concentrate Skyleen. Relájate, mientras estés alejada de él todo saldrá bien.» Calma mi conciencia, y fue después de darme fuerza a mí misma que se escuchó un fuerte relámpago caer, el cual me hizo rodar inconscientemente mi cuerpo hasta quedar frente a frente de Killian.

Amor Inesperado (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora