21. «Te debo una explicación»

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Me ha costado mucho salir de la cama esta mañana. Aitor ha vuelto a preparar tortitas y no he podido negarme porque él mismo las ha partido, ha pinchado un par de trozos y me los ha acercado a los labios. Mi subconsciente estaba chillando que no debía aceptar, pero mis hormonas han gritado más fuerte cuando me ha tomado del mentón para acercar mi rostro; entonces mi mandíbula ha caído sola.

Hemos desayunado y me ha traído al trabajo, no nos ha dado tiempo a hacer nada más porque él también tenía cosas que hacer.

Nada más llegar la chica que se encarga de vestuario me ha dado un vestido de color lima y me ha pedido que me lo pruebe. Cuando salgo del vestidor y me encamino al estudio en busca de la chica de vestuario cuyo nombre no me he molestado siquiera en preguntar, me encuentro con Diego. Él está concentrado comparando algo que tiene entre las manos, hasta que se da cuenta de mi presencia y levanta la mirada.

—Vaya, te queda muy bien, rubia —murmura absorto mientras acaricia con la mirada cada curva donde el sencillo vestido de color lima se ciñe. Algo dentro de mí se retuerce ante su forma de llamarme, creo que lo ha dicho sin pensar, pero me molesta que me haya llamado así; solo Aitor puede llamarme rubia. Diego se pone nervioso ante mi silencio, en mi mente la misma palabra se repite una y otra vez como la dice Aitor. El muchacho frente a mí intenta rectificar, supongo que piensa que me ha molestado la confianza que se ha tomado—. Quiero decir...

Abro la boca con la intención de hacerle saber cuánto me ha disgustado que esa palabra haya salido de sus labios dirigida a mí, pero me lo pienso mejor, él no lo ha dicho con mala intención y no quiero sonar demasiado hosca. Le interrumpo antes de que pueda llegar a pronunciar mi nombre completo como me ha llamado hasta ahora.

—Puedes llamarme Lisa —le concedo con una sonrisa amable. Él me mira ilusionado, pensando que le he dado un privilegio cuando en realidad ha sido todo lo contrario—. Y muchas gracias.

—Mira —se acerca a mí y me muestra lo que tiene en las manos, son unos pendientes de color esmeralda no demasiado grandes—. ¿Cuáles te gustan más? —se pega a mi lado y me los enseña, son del mismo color, pero sus formas son muy diferentes. En la mano izquierda sostiene unos con forma de lágrima y en la derecha unos óvalos rodeados de piedrecitas plateadas. Ni me lo pienso al señalar los primeros, los otros son demasiado recargados y queremos lucir el maquillaje, no la joyería—. Buena elección —comenta dejando los otros sobre la mesa. Los levanta acercándolos a mis orejas para ver cómo quedarían y sonríe—. ¿Quieres un recogido o prefieres el pelo suelto?

Me llevo las manos de forma instintiva al cabello, aún llevo las trenzas que me hizo Aitor anoche.

—Suelto —respondo sin pensarlo demasiado, el vestido de tirantes lucirá mucho mejor así. Diego asiente conforme. Trabajar con él es muy fácil, es muy perfeccionista y se encarga de hacer bien su trabajo; no lo deja todo para el último momento y, además, le interesa mi opinión.

—He hablado con la chica que lleva el maquillaje. Hmmn... ¿Cómo se llamaba? —frunce el ceño pensativo y me mira esperando que le responda, pero yo tengo ni la menor idea así que solo pongo una mueca para darle a entender que no lo sé. Una sonrisa decora sus labios—. Bueno, da igual. Lo importante es que ya está hablado lo del maquillaje, le he explicado la idea y dice que le parece ideal.

—Espero que esta vez haga bien el delineado —mascullo sin pensar. Diego me mira curioso y emite una suave risa.

—Más le vale, como si lo tiene que repetir veinte veces hasta que quede perfecto.

Esta vez la que ríe soy yo. Cuando el silencio se adueña del ambiente y levanto la mirada puedo ver lo cerca que está Diego. Sus ojos caen a mis labios y me veo en la obligación de acabar con el ambiente enrarecido que se ha formado a nuestro alrededor.

Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora