7. Lo que teníamos

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MARATÓN 1/4

ELISABETH

No sé qué diablos era lo que me he bebido, pero me arde hasta el pecho. Iván me ha hecho ir detrás del hombre que llevaba la bandeja con los chupitos y me ha hecho tomarme uno de golpe. Según él era suave, pero ahora mismo mi garganta lloraría si pudiera.

Se ha parado a presentarme a no sé quién, y no me he enterado de nada porque ya estaba más allá que acá. El alcohol me ha subido increíblemente rápido.

Ebria desde tan temprano, qué vergüenza. No entiendo cómo un solo chupito me ha podido subir así. ¿Qué diablos era eso?

Doy un brinco en el sitio cuando unas manos rodean mi cadera, cuando me vuelvo y veo a Aitor una amplia sonrisa se extiende en mis labios. Está increíblemente guapo.

—Has estado mucho rato con tu amiguita, por un momento he pensado que no volverías —le reprocho sin sonar demasiado seria y arrastrando algunas vocales. Él frunce el ceño de inmediato y suspira, su mirada se clava en Iván.

—¿Qué ha tomado? No puede ser que ya esté así.

—Solo ha sido uno cortito de absenta; el alcohol le tira que da gusto, Julio debe envidiarla muchísimo —comenta con diversión y se encoge de hombros manifestando inocencia. Aitor suspira y me aprieta ligeramente.

—¿Te lo estás pasando bien? —me pregunta mirándome con atención. Quiero que me mire así el resto de mi vida, con interés y preocupación. Quiero a alguien que se preocupe por mí. Quiero que sea él quien lo haga.

Asiento con una gran sonrisa adornando mis labios y él esboza una pequeña y cargada de tranquilidad, aunque parece algo inquieto.

Paso mi brazo por su cuello y tiro de él para acercarlo a mí, una risa tonta escapa de mis labios mientras los acerco a su oído.

—Tu jefa es muy amable —digo intentando susurrar, pero mi voz ha salido muy alta y seguida por unas risas. Aitor vuelve los ojos y sonríe ligeramente.

—Si tú supieras...

—Pensaba que sería gruñona y estirada como mi madre, pero no —añado y me quedo pensativa un momento al sentir una ligera opresión en el pecho, es lo que me produce pensar en mamá. Aitor me mira con lástima y me da una pequeña sonrisa.

Pasamos un rato de acá para allá, Aitor tenía que saludar a varias personas y me ha llevado a su lado. La gente ha dicho muchas cosas sobre mí, todas buenas y han insistido mucho en lo precioso que es mi atuendo. Yo tan solo he sonreído sin prestar demasiada atención y dado alguna que otra respuesta sistemática; mi madre me las enseñó tan bien que incluso un poco achispada soy capaz de darlas correctamente. Aunque ni siquiera he bebido tanto como para que me subiera, me ha debido sentar mal.

La verdad es que ahora mismo solo puedo pensar en que me duelen los pies. Quiero quitarme los zapatos, pero tengo que aguantar.

Esto es trabajo y el trabajo es importante, además yo también tengo que dar una buena imagen si quiero tener una oportunidad de trabajar aquí. Aunque me está costando demasiado no reírme ni intervenir, el alcohol y yo no nos llevamos muy bien y esta vez me ha caído demasiado mal.

Cuando el grupo de personas con las que Aitor estaba hablando por fin se aleja, tiro de su brazo para que me mire. Hemos estado enhebrados todo el rato, tenía miedo de que me dejase de lado nada más cruzar la puerta, pero él no es así. Incluso ha intentado integrarme en las conversaciones, pero ahora mismo no estoy como para charlar. Poner una sonrisa preciosa y saludar con la cabeza alta es lo que me había enseñado mi madre junto con las respuestas sistemáticas, y esta noche lo he ejecutado todo mejor que nunca. O eso creo.

Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora