27. «Lo nuestro ya no es un secreto»

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—¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme?

Trago grueso, atravesando el nudo que se me ha formado en la garganta, y juego de forma nerviosa con los dedos a mi espalda, puedo sentir cómo se tambalean ligeramente mis tacones por el temblor de mis piernas.

El sonido de sus largas uñas repiqueteando contra el escritorio hace eco por toda la oficina. Su semblante lleva serio desde que le he dicho que necesito hablar con ella.

Joder, es mi madre, no sé por qué me intimida tanto.

Tal vez sea porque controla absolutamente toda mi vida.

—He tenido problemas con...

—Ya eres mayorcita, apáñatelas —me interrumpe con voz neutra. Me quedo helada ante sus palabras y tardo unos segundos en reaccionar porque, de todas las respuestas que podía darme, esa era la que menos me esperaba.

—¿Qué?

—Si eres mayor para salir con quien te da la gana, también lo eres para solucionar tus problemas.

—Pero ¿de qué estás hablando? —pregunto confusa. Sé muy bien de qué habla, pero no me lo esperaba. Sabía que en algún momento se enteraría de lo mío con Aitor, pero pensé que podríamos mantener nuestra relación privada durante un tiempo más. Me ha costado mucho mentalizarme para contarle lo que ocurrió con Diego, no estoy preparada para hablar sobre Aitor. Ahora mismo mi cabeza es un completo caos, hay demasiados pensamientos correteando por mi mente, y ninguno de ellos es bueno. Diego ha pasado a ocupar el último lugar en mi larga lista de problemas. ¿Me va a despedir? ¿Y si me echa de casa? Y no lo pienso antes de hacer la pregunta menos importante—. ¿Axel te lo ha contado?

—No porque al parecer mis hijos me mienten —masculla malhumorada. Sé que esto le va a traer problemas a Axel, y no voy a dejar que se lleve un refregón por hacerme un favor.

—Le pedí que no...

—¿Se puede saber a qué estás jugando, Elisabeth? —pregunta haciendo evidente su enfado a pesar de que no alza la voz. Mis manos tiemblan, me gustaría reflejar esa seguridad que la envuelve a ella, pero ahora mismo soy un mar de nervios. Aun así intento mantener la calma, o al menos aparento hacerlo.

—No estoy jugando a nada.

Mi madre suspira y se inclina hacia delante sobre el escritorio. Me mira a los ojos y luego baja la mirada a la silla, indicándome que me siente. Esto quiere decir que quiere hablar conmigo, a pesar de que su idea era despacharme rápido. Me siento manteniendo la espalda firme y las manos en mi regazo. ¿Por qué diablos no dejan de temblar?

—Me he enterado de boca de la directora de publicidad de que mi hija se ve a escondidas con el modelo principal de la competencia —dice entrelazando sus largos dedos. Aprieta los labios y suspira haciendo acoplo de paciencia—. ¿Cuál crees que ha sido el primer pensamiento que ha pasado por mi mente cuando me ha dicho que ha visto a mi hija con la competencia en el centro comercial? —pregunta. No tengo que esforzarme mucho para recordar que Aitor y yo estuvimos juntos en el centro comercial comprando las cosas para Minina. Yo iba agarrada de su costado y él tenía la mano en mi cadera, estaba claro que íbamos juntos. Mi madre tuerce la boca al ver que no respondo y continúa hablando—. Pensé que no podía ser verdad, que tú no harías eso; pero acabas de confirmarlo.

Suena... ¿decepcionada? Mi pecho se aprieta, lo último que quiero es decepcionarla a ella. Así que empiezo a excusarme.

—Es un buen chico...

—No me importa que sea un buen chico. ¿Se puede saber qué haces con él?

—Nos acostamos —respondo sin pensar. Es estúpido, pero tal vez si ella cree que tan solo estoy con él para los ratos de placer le resta importancia.

Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora