ELISABETH
Estoy sangrando. Ni siquiera recuerdo la última vez que me hice una herida.
—Iván es un imbécil —masculla Aitor mientras empapa el algodón con el antiséptico y da suaves toques sobre la herida de mi rodilla. Yo siseo, esto arde—. Enseguida termino —dice alzando la vista y dándome una disculpa silenciosa, su tono es mucho más dulce.
Iván ha intentado enseñarme un truco, yo me he confiado porque he logrado hacer el salto que me enseñó Aitor y les he dicho que quería intentar hacerlo sin ayuda. Cuando Iván lo ha hecho parecía muy fácil, pero yo he acabado en el suelo. Mis leggins se han roto y me he hecho polvo la rodilla, pero no es para tanto. En cuanto me he caído, hemos vuelto a casa para que Aitor me curase. Es un poco exagerado, pero me gusta que se preocupe tanto por mí.
—Ha sido sin querer —murmuro defendiendo al rubio y siseo cuando Aitor me echa más antiséptico en la herida, aunque esta vez sopla y eso alivia mucho el ardor.
—Me da igual, tú te has caído por su estúpida idea.
Se ha enfadado con él. Es algo tonto, son como críos, y eso me hace un poco de gracia.
—No. Me he caído porque me he confiado. ¿Pero has visto el salto? ¡Lo he hecho! —exclamo ilusionada y él asiente sonriente antes de levantarse. Observo embobada cómo se da la vuelta para dejar las cosas que ha usado para curarme sobre la mesa. Tan solo lleva puesta una camiseta interior negra de cuello alto porque yo aún llevo su sudadera; y no me la voy a quitar, esa camiseta le marca muy bien los músculos y le favorece en exceso. Quiero apreciar las vistas un rato más.
—Lo has hecho muy bien, rubia.
No sé por qué siento tanta calidez en el pecho cuando él me habla así, como si estuviese orgulloso.
Al cabo de un rato Aitor hace la cena mientras yo le hago compañía sentada en la banqueta. Me gusta ver lo bien que se desenvuelve en la cocina, aunque cuando sirve los platos la mueca de asco me sale sola.
—¿Qué pasa?
—Nada —respondo cuando nos sentamos a la mesa y tomo el tenedor con desgana.
—Díselo a tu cara —me dice con una sonrisita antes de agarrar su tenedor y señalarme con él desde el otro lado de la mesa.
—Es que es mucha comida...
—Es casi todo patata —espeta. Razón no le falta, son patatas hervidas con judías y un filete de pollo a la plancha.
—Es mucha comida —insisto. No quiero comer, aún me siento mal y cada vez que como me siento culpable. Sé que es una tontería y que tengo que comer porque es necesario, pero no puedo evitar ese sentimiento negativo.
—Come hasta donde puedas, pero come. —El tono suplicante de su voz hace que se me oprima el pecho. Pincho una patata con el tenedor y me la llevo a la boca.
No como mucho, paso más tiempo removiendo la comida con el tenedor que masticando.
Hasta que por fin, una llamada entrante es la excusa perfecta para levantarme de la mesa.
—Es mi hermana —le digo a Aitor antes de alejarme hacia la cocina; él me mira con cara de pocos amigos pero no dice nada.
—¿Lisa! ¿Está todo bien? El otro día te fuiste sin avisar. ¿Has visto mis mensajes?
Sí, los he visto pero no tenía ánimos para responderlos.
—He estado ocupada —me excuso—, pero está todo bien.
Me aclaro la garganta insegura, no sé si Axel le habrá dicho algo. Él también me ha mandado algunos mensajes, luego le escribiré para decirle que todo va bien.
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Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]
RomansaElisabeth es arrogante y orgullosa, tiene el mundo bajo sus tacones; hasta que llega él para romper todos sus esquemas. Cometió el error de enamorarse de la persona equivocada e hizo demasiado daño, pero ha pasado mucho tiempo, ya no quiere ser la m...