20. «No eres una princesa»

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AITOR

—Quiero entenderte, pero de verdad que no puedo.

Guardo silencio y observo cómo su oscuro cabello se agita cuando se vuelve. Mi mirada cae hasta sus manos para ver el brusco movimiento que hace al deslizar la brocha sobre los polvos traslúcidos. Me encara de nuevo y me pasa la brocha por la cara sin cuidado, demostrándome lo molesta que está. Tal vez debería habérmelo callado, pero Carla es mi confidente y la única a quien puedo pedir consejo, y ahora mismo lo necesito.

—Se intenta acostar con otro y tú vas y la recibes en tu casa con los brazos abiertos —continúa elevando la voz—. Ayer estabas destrozado por su culpa.

—Ella no estaba bien —justifico empleando un tono neutro. Mentiría si dijese que no me importa que intentase acostarse con otro porque la verdad es que me muero de celos, pero no somos nada y ella tiene el derecho de acostarse con quien quiera. Aunque no puedo negar que me revienta que estuviera a punto de acostarse con ese gilipollas, y he de reconocer que en el fondo me alegro de que al muy idiota no se le levantase. Lo que no entiendo es por qué si es gay, quiso intentar hacerlo con Elisabeth.

—Precisamente por eso deberías alejarte de ella, no estás como para aguantar esto otra vez —bufa tirando por fin la maldita brocha sobre la mesa—. Te ha intentado poner los cuernos.

—No me ha intentado poner nada porque no somos nada —replico con amargura. Estaba dolida conmigo y le surgió la posibilidad de desquitarse nada más y nada menos que con el chico que le rompió el corazón; no puedo culparla porque no tengo motivos.

—Vas a acabar llorando por culpa de otra guarra que no merece ni la hora de tu parte —comenta acabando con mi paciencia. No voy a consentir que le falte el respeto a Elisabeth de esta manera.

—Cállate la puta boca —estallo a pesar de que estoy haciendo uso de todo mi autocontrol para no elevar la voz. Carla me mira atónita, puedo escuchar cómo su respiración se vuelve pesada.

—¡Lo estás haciendo otra vez, me dejas de lado por una chica que te engaña! —grita. Me muerdo la mejilla, recordando lo que ocurrió la última vez; mi novia requería todo mi tiempo, y yo estaba feliz de dárselo.

Pero la rubia no es así.

—No lo ha hecho.

—Lo hará.

—Que te jodan —escupo perdiendo los papeles. Carla se asusta cuando me levanto de forma brusca, pero no me detengo y salgo de su estudio envalentonado. Necesito terminar ya la puta sesión para volver a casa y verla a ella. Espero que no se haya marchado, aunque está mañana cuando la desperté para decirle que me iba a trabajar y que le dejaba el desayuno en la cocina, me dijo que hoy no tiene que trabajar y que me esperaría. Aunque eso lo ha dicho medio dormida.

Lo cierto es que Carla tiene razón en una cosa, y es que ayer estaba tan decaído que estuve a nada de llamar a la jefa para decirle que me encontraba mal para no ir a trabajar. Hoy he vuelto a estar tentado, pero esta vez la razón era que tenía a la preciosa rubia a mi lado, boca abajo mostrando su culito respingón y su provocadora ropa interior.

Estuve hundido hasta que ella se presentó en la noche sin avisar. Quería ir despacio porque después de nuestra discusión y mi mentira no sabía qué esperar de ella, esperaba cualquier cosa menos que me besase como lo hizo. Quería hablar con ella, pero claramente no era el momento indicado y, si ella me pide algo llorando, no podré negarme. Por eso no dudé al besarla.

Elisabeth está afectando a mi vida para mejor, ha conseguido que vuelva a ser yo después de lo que ocurrió.

Aunque he discutido con mi amiga de toda la vida por la rubia, ella no se hace ni la menor idea de la importancia que está tomando en mi vida.

Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora