AITOR
El cuerpo de la rubia tiembla entre mis brazos.
Me ha dado una mala sensación cuando he visto el pastel tirado en el suelo y Melinda me ha dicho que su hermana había salido corriendo al baño, pero no esperaba encontrarme esta escena. Ahora mismo siento pánico; temo por ella y por todo lo que esta mierda acarrea, pero procuro que no se note e intento brindarle algo de calma, un espacio tranquilo porque sé cuánto lo necesita.
No hablo, la dejo llorar, desahogarse, pero haciéndole saber que estoy con ella, estrechándola entre mis brazos. La levanto sin mucho esfuerzo y la arrastro hasta el lavabo para que no esté tirada en el suelo. La subo al mármol sin demasiado esfuerzo y me pongo entre sus piernas que cuelgan sin llegar al suelo; ella ni siquiera levanta la cabeza. Tan solo llora.
Envuelvo mis brazos a su alrededor de nuevo, pero esta vez su rostro queda contra mi pecho y ella no duda en ocultarlo. Una de mis manos se pierde por su espalda, acariciando la piel desnuda, mientras que la otra se posa en su nuca.
—He perdido el control —repite. A lo largo de esta semana han sido muchas las veces que me ha dicho que lo tenía todo bajo control y que no debía preocuparme; y hasta yo había llegado a creérmelo. Elisabeth no es nueva en esto, lleva años en las malditas dietas y me confié, pensé que realmente mantendría el control, pero es algo que basta un segundo para perderlo por completo.
—No pasa nada, rubia —murmuro dándole un beso en la coronilla y dejando el mentón apoyado justo ahí—. Estoy contigo y lo vas a recuperar.
Claro que lo va a hacer, la rubia es una chica increíble que, aunque tiene sus altibajos, no deja de superarse. Ya no tiene por qué pasar por esta mierda sola, tampoco tiene que aguantar a su madre ni hacer nada que no quiera, pero aún le falta entenderlo.
—Nada es suficiente, yo no soy suficiente...
—Ey, no, no, no. No digas eso —digo retirándome un poco para poder tomar su rostro y obligarla a mirarme. Tiene el maquillaje hecho un desastre y los ojos rojos de llorar, y aun así se ve preciosa. Es una versión tan vulnerable y humana que por un momento me quedo fascinado viéndola. Embobado, le retiro un mechón de pelo tras la oreja, guardando en mi memoria una imagen que espero no ver nunca más, la de una chica sensible sin una máscara de hielo que la proteja—. Eres suficiente, cariño. Eres mucho más que suficiente —le aseguro pegando mi frente a la suya, ella niega con un ligero movimiento—. Ya te lo dije, hay quienes no saben apreciar el arte. Tú eres una pieza demasiado valiosa que no todos valoran porque pocos saben entenderte.
Mis palabras le sacan una sonrisa que, aunque pequeña, es mejor que nada.
No voy a dejar que esto se quede así, pero hoy no voy a presionarla porque no es lo que necesita. No necesita que nadie le eche la chapa o la mire mal y con reproche por lo que ha estado a punto de hacer, y sé que teme eso porque en ningún momento ha alzado la vista. Ahora mismo mi chica necesita un poco de comprensión, y yo la entiendo, sé lo que la ha llevado a esto, y sé que va a salir adelante, que no se va a estancar porque me tiene para darle el empujón necesario para que avance.
—¿Nos vamos a casa? —pregunto antes de presionar mis labios contra su coronilla, mis manos acarician su rostro hasta que asiente. La ayudo a bajar del lavabo y la pego a mi costado, manteniendo mi brazo sobre sus hombros de forma protectora. Algunas personas nos miran porque acabamos de salir los dos del baño de mujeres y ella lleva el pelo y el maquillaje bastante mal, pero por suerte permanece con la vista gacha y no se percata de las miradas curiosas.
Esperaba ver a Julio o Iván de camino a la salida para decirles que nos vamos sin entrar en detalles, pero no ha habido suerte, así que les mandaré un mensaje en cuanto pueda por si se preocupan.
ESTÁS LEYENDO
Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]
RomanceElisabeth es arrogante y orgullosa, tiene el mundo bajo sus tacones; hasta que llega él para romper todos sus esquemas. Cometió el error de enamorarse de la persona equivocada e hizo demasiado daño, pero ha pasado mucho tiempo, ya no quiere ser la m...