Capítulo final

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Llevo más de tres horas encerrada en mi habitación llorando; me siento patética. Me duelen los ojos y la cabeza, estoy tan congestionada que tengo que respirar por la boca.

¿Por qué todos los chicos juegan conmigo? Me siento tan estúpida por no haberlo visto venir...

El sonido del móvil me distrae. Tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para levantarme de la cama porque ni siquiera tengo fuerza para eso. Cuando miro el móvil y veo su nombre en la pantalla, arrasa conmigo una nueva oleada de llanto y acabo lanzando el teléfono.

Me siento usada, él realmente me gusta, pensaba que era el chico perfecto, pero solo lo era para engatusarme; y yo me he dejado engañar.

Mi madre tiene razón, soy tan estúpida...

Mañana iré a recoger mis cosas de su casa aprovechando que me dejó una llave que no he usado todavía. Voy a estrenarla para devolverla, es deprimente.

Si no me equivoco, trabaja temprano; así que recogeré rápido mis cosas y me marcharé antes de que regrese. No quiero volver a verle, no después de todo el daño que me ha hecho.

* * *

El chófer de mamá me ha hecho el favor de acompañarme y está esperando fuera para guardar las maletas. Abro la puerta haciendo el mínimo ruido posible, me siento como si estuviera haciendo algo ilegal. Doy un respingo cuando siento a Minina restregándose contra mis piernas. Enseguida me agacho para acariciarla.

—Voy a echarte de menos —susurro.

Vuelvo a tener los ojos húmedos de nuevo. Será mejor que termine con esto cuanto antes. Dejo a la gata y voy directa al dormitorio, suelto el bolso sobre la cómoda y busco mis maletas bajo la cama de Aitor; en cuanto las alcanzo, empiezo a meter mi ropa en ellas. Mis vestidos, mi ropa interior, los zapatos...

Cuando voy al baño para recoger las cosas me detengo un momento frente al espejo; estoy horrible. Tengo los ojos hinchados por la llorera de anoche e incluso tengo ojeras. Me ordeno el cabello con los dedos, intentando componerme, y fuerzo una sonrisa que dura solo hasta que estiro la mano para tomar mi cepillo de dientes. Saco mis cosas del cajón y mi plancha del pelo para volver a la habitación y guardarlo todo en la maleta. Dudo antes de cerrarla, creo que ya lo llevo todo menos el chándal y las zapatillas que me regaló, eso puede quedárselo.

Arrastro las maletas con pesadez hasta la puerta, donde el chófer de mamá me espera con mala cara. Él guarda las maletas y ocupa de nuevo su lugar, preparado para irnos. Yo abro la puerta trasera y justo me doy cuenta de algo.

—Mierda, las sudaderas —mascullo cerrando la puerta de nuevo. Me acerco a la ventanilla del conductor y me asomo para asegurarme de que me escucha—. Voy a entrar un momento a por algo que he olvidado —comento. Él me mira aburrido y después vuelve la vista al frente. Es un grosero.

Corro tanto como me lo permiten los tacones. Ignoro a la gata al entrar y voy directa al cuarto. Saco la sudadera roja de mi bolso y la dejo sobre su cama. Me siento como si una mano invisible me apretujase el corazón.

—Su sudadera favorita —farfullo. Cierro los ojos y respiro hondo—. Pues que se la quede.

La he usado muchas noches para dormir porque me recordaba a él y eso me gustaba, además era demasiado cómoda y me hacía sentir bien, era como estar envuelta en uno de sus abrazos.

Me encamino de nuevo hacia la puerta, pero maldigo y doy media vuelta al recordar que tengo que dejar las llaves. Estoy tardando demasiado.

Dejo la llave sobre la mesa y suspiro aliviada al encaminarme por fin a la puerta, necesito salir corriendo de aquí.

Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora