22. Noche de chicas

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—Tenemos todo el finde para nosotros —digo coqueta y le paso el brazo por el cuello. Él sonríe, sus manos caen a mi cadera y mira por encima de mi hombro.

—Creo que has traído demasiadas cosas para dos días —comenta divertido y desvía la vista hacia el enorme bolso que he dejado sobre el sofá.

—¿Demasiadas? No me he traído ni la mitad de lo que quería traerme —replico. Sus cejas se alzan con sorpresa cuando me mira y después vuelve a centrar su vista en mi bolso.

—Estás de broma, ¿verdad?

Niego y me separo de él para acercarme al bolso. Aitor me sigue curioso y se sienta en el sofá sin perder detalle de mis movimientos.

—Mira, he traído un par de vestidos —digo sacándolos para mostrárselos. Son muy parecidos, uno es de color rosa palo y el otro rosa fuerte. Ambos son ceñidos con el corte un par de palmos por encima de las rodillas con la diferencia de que el segundo es completamente fruncido. Aitor los mira con las cejas alzadas sin comentar nada, tal vez no le gustan. Dejo la ropa sobre el sofá y saco unos tacones de color rosa perla que combinaran con ambos vestidos.

—¿Y el pijama? —pregunta alzando las cejas y sonriendo con malicia. Seguro que piensa que me lo he olvidado, pero no. Frunce el ceño cuando saco la sudadera roja.

—Aquí está.

—¿Usas mi sudadera de pijama? —pregunta curioso, aunque una ligera sonrisa adorna sus labios. Me encojo de hombros y dejo la sudadera sobre el sofá.

—Me gusta.

Tengo al menos una decena de pijamas, algunos son de seda, otros de algodón, también hay de raso... Y con toda la variedad de pijamas que tengo, uso la sudadera de Aitor.

Está sonriendo, pero no dice nada, así que me aclaro la garganta y continúo. Lo siguiente que alcanzo es mi neceser.

—Mira lo que tengo —digo abriéndolo y sacando varios paquetes de mascarillas. A Aitor se le escapa una carcajada.

—Has traído demasiadas, ¿todas esas vas a usar en dos días? —ahora parece extrañado, pero su sonrisa no desaparece hasta que niego.

—Son para los dos.

—¿Qué dos? —pregunta nuevamente extrañado. Pongo los ojos en blanco y las guardo de nuevo en mi neceser donde tengo también los pintauñas y él maquillaje. La verdad es que no he revisado lo que había dentro, simplemente lo he abierto y he echado las mascarillas.

—Para tu vecino y para mí —respondo sarcásticamente. Él sonríe y se estira para ver qué queda dentro de bolso. Saca las zapatillas que me regaló y asiente a modo de aprobación. Después saca mi cepillo, la plancha para el pelo —la cual se queda unos segundos mirando con el ceño fruncido antes de alzar las cejas— y otro neceser en el que guardo las cosas para higiene y mi cepillo de dientes. Por último se asoma a la bolsa y sus comisuras se elevan cuando ve que solo queda la ropa interior, un par de bonitos conjuntos de encaje.

—Qué afortunado el vecino —comenta sacándome una carcajada. Vuelvo a meter las cosas dentro del bolso y me humedezco los labios con la mirada fija en Aitor, él alza las cejas curioso.

—Tengo la costumbre de hacer estas cosas los fines de semana —comento sin apartar la vista de su rostro. Aprieto los labios y suspiro. Aitor es un chico, a los chicos no les gustan estás cosas. ¿En qué momento he pensado que Aitor se dejaría hacer esto? Aparto la mirado y fuerzo una sonrisa al intentar arreglarlo—. No voy a obligarte a nada —respondo con voz suave manteniendo la sonrisa. Aitor me mira en silencio, su rostro no muestra ninguna emoción. Los segundos se hacen eternos hasta que habla.

Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora