33. «Ya no quiero»

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Puedo hacerlo y no voy a salir llorando.

Eso que repito en mi mente es lo que ha dicho Aitor; aunque yo no estoy tan segura de ello.

Mi madre me ha escrito esta mañana para decirme que quería verme con urgencia. Iba a negarme porque suficiente he tenido con lo que pasó ayer, pero Aitor cree que hablarlo con mi madre va a ser lo mejor. Se ha ofrecido a venir conmigo, pero me he negado. Esto tengo que hacerlo sola, y necesito que Aitor hable con Adriana por mí. Iba a mandarle un mensaje, pero no me ha parecido muy cortés.

Ahora mismo debería estar firmando un contrato, no aquí.

Golpeo la puerta con los nudillos sintiendo el mismo nerviosismo de siempre, y paso cuando mi madre lo indica.

Mi madre hace un gesto con la cabeza indicándome que me siente; ni siquiera me saluda. Antes de cerrar la puerta, las ganas de salir corriendo me hacen titubear.

Reúno valor y me siento frente a mi madre, quien suspira y se aprieta las sienes. Mi pecho se encoge, no me puedo creer que me vaya a soltar una reprimenda después de todo.

—¿Por qué no me lo dijiste? —No suena molesta, tal vez decepcionada, y eso hace que mi pecho se oprima. No sé qué decir—. Soy tu madre, Elisabeth. Debiste decírmelo.

—No quería que me despidieses —digo alzando un poco la voz, pero mi arrebato no la sobresalta. Tuerce los labios y mantiene la vista en mí, esperando una explicación—. Quise decírtelo, pero ibas a pensar que intentaba sabotearte, que quería quitar del medio al que considerabas el mejor fotógrafo y...

Me callo y respiro. Me estoy alterando demasiado y tengo que controlarme.

Mamá parece sopesar mis palabras por un segundo y suspira entrelazando los dedos de sus manos frente a su rostro.

—Claro que no, Elisabeth. Por el amor de Dios, ¿cómo piensas eso?

—¿Y qué esperas que piense después de todo? —estallo. Estoy frustrada. Me está haciendo sentir tonta con esa forma de hablarme y no voy a permitirlo—. Escogerías a cualquiera antes que a mí —digo dolida. Realmente lo pienso.

—Eso no es cierto...

—¡Claro que lo es! Me cambiaste por Melinda y culpaste de separar a la familia. Me hiciste cargar con toda la culpa y me despreciaste por ello. Tú nunca has sido la madre perfecta, ¿sabes? —continúo despotricando porque ya no quiero callar más; estoy harta. Y no me importa salir de aquí desheredada, no me importa si mi madre no quiere mirarme nunca más a la cara; pero no pienso seguir tragándome esto—. Y yo cometí muchos errores; demasiados. He sido una persona horrible, pero he cambiado, me estoy esforzando por ser mejor.

Mamá no dice nada, solo me mira en silencio y eso me está poniendo mucho más nerviosa de lo que debería.

Continúo hablando para evitar el silencio. Hacía demasiado tiempo que mamá ni siquiera me escuchaba.

—Encontré a alguien que no me juzga, que me quiere de forma incondicional, me hace feliz y me cuida, y tú casi lo arruinas porque no te importo yo. No te importa verme feliz ni mi futuro; tan solo te importa la imagen que le doy a tu marca, al maldito apellido y tan solo te importaba poder controlarme —Respiro. He alzado demasiado la voz. Mamá permanece en silencio, y eso me está poniendo de los nervios—. ¡Di algo, maldita sea!

Me congelo cuando se pasa la mano por debajo de los ojos. El alma se me cae a los pies.

He hecho llorar a mi madre.

—No sé qué decir. He cometido tantos errores con vosotros...

—No llores, mamá... No pasa nada —musito desconcertada; mi corazón está encogido. Jamás he visto llorar a mi madre, y ser yo la causante me duele.

Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora