8. «Confía en mí»

1.9K 112 16
                                    

ELISABETH

Mi vestido huele divino. No voy a decírselo a Aitor porque no quiero que se lo crea demasiado, pero tenía que reconocerlo.

He metido en una bolsa de tela la ropa de anoche; no es lo más glamuroso, pero no cabía en el minúsculo bolso que me llevé y no me ha quedado de otra. Aitor tampoco tenía bolsas de tela rosas, no tiene nada rosa por ninguna parte.

Me pongo los tacones y me doy una miradita en el espejo de cuerpo completo que tiene en la habitación, agradecida por no tener que usar la ropa sucia de anoche ni ninguna de las sudaderas feas de Aitor.

Ha dicho que aprovechando que teníamos tiempo, quiere llevarme a un sitio, pero no me ha dicho a dónde; me ha dado el vestido y la bolsa y ha entrado a ducharse. Antes de que cerrase la puerta del cuarto de baño, le he pedido un cepillo, no tenía y me ha dado un peine que me va a quebrar todo el cabello; pero me toca apañarme porque no hay otra cosa.

Me paso el peine de forma superficial y me hago una apretada cola alta. Mientras Aitor termina de ducharse, incluso me da tiempo a maquillarme. No voy a poder hacerme un maquillaje elaborado, pero algo es mejor que nada. Hice bien al echar el pintalabios y la sombra de ojos en el bolso por si necesitaba un retoque. Usar este espejo y no tener dónde apoyar el maquillaje es un engorro, pero aun así me queda bastante bonito y decente. Hubiese sido un buen punto echar el rímel, pero bueno.

Aitor sale ya vestido con una sudadera y un pantalón de chándal oscuro. De su cabello caen algunas gotas de agua que me hacen bajar la mirada a sus deportivas. Él va casual y yo con un conjunto demasiado elegante; no pegamos ni con cola.

—¿Lista, rubia? —pregunta sin mirarme mientras se ajusta la cuerda del chándal; levanta la vista para verme asentir sin mucho convencimiento y sonríe mientras termina de atar el cordón—. Estás muy guapa.

No ha dicho nada que yo no sepa, pero aun así acepto el cumplido con una amplia sonrisa.

Vamos a ir en coche a donde sea que vayamos, lo agradezco inmensamente ya que, aunque estoy acostumbrada a caminar con tacones porque no me gustan los zapatos planos, lo cierto es que no tengo ganas. Por culpa de Aitor me estoy malacostumbrando a la comodidad de ir descalza.

—Pon música —pide. Levanto la cabeza al abrocharme el cinturón, recordando la penosa escenita de anoche cuando no pude desabrochármelo y tuvo que hacerlo Aitor.

—¿Eh?

—Conecta el Bluetooth y pon lo que tú quieras —dice justo al arrancar el motor y me mira por el rabillo del ojo.

—¿Lo que yo quiera? —pregunto como una estúpida a pesar de que lo acaba de decir. Estoy casi segura de que es la primera vez que alguien me deja elegir qué escuchar, así que es algo que me toma por sorpresa.

Lo cierto es que no suelo escuchar música salvo cuando estoy concentrada; me gusta ponerla de fondo para dibujar o meditar.

Hace una mañana soleada muy bonita, y esto tan solo me trae una canción a la mente.

Pongo la canción y veo cómo Aitor eleva las cejas en los primeros segundos de la melodía, ha bastado eso para que el reconociera la canción.

—¿La vie en rose?

Asiento, en sus labios aparece una sonrisa. No creo que le encante, pero tampoco parece desagradarle.

—La versión de Emily Watts —comento. Pasan algunos segundos y él no dice nada, así que continúo hablando para llenar el silencio—. Esta canción siempre me anima.

—Prefiero la versión de Edith Piaf —comenta con la vista fija en la carretera, parece que está perdido en sus pensamientos—. Pero está tampoco está nada mal —añade con una pequeña sonrisa. Y, aunque no me está mirando, yo se la devuelvo de forma refleja—. ¿Esto es lo que escuchas para correr?

Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora