26. «Tú eres más importante»

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ELISABETH

Arrugo la nariz al sentir que algo roza mi mejilla. Me quejo e intento seguir durmiendo, pero vuelvo a sentir el roce, esta vez acompañado de una voz ronca y seductora.

—Rubia...

Una sonrisa danza en mis labios. No necesito abrir los ojos para saber que Aitor me está acariciando la mejilla. Podría acostumbrarme a despertar así.

—¿Tienes que trabajar hoy? —pregunta en voz baja. Niego sin molestarme siquiera en abrir los ojos. Debería ir a trabajar, pero después de lo que pasó ayer, prefiero tomarme el día libre. Mañana hablaré con mamá y le contaré lo ocurrido, pero hoy voy a olvidarme del tema porque creo que con la irritación y la llorera de ayer tuve suficiente. Aún se me encoge el pecho cuando lo recuerdo, pero la voz de Aitor me distrae—. Voy a ver si puedo pedir el día libre y me quedo contigo, ¿vale?

Gruño de forma perezosa sin prestar demasiada atención a lo que dice y, después de sentir sus labios en mi frente durante un par de segundos, me vuelvo en la cama y me estiro para seguir durmiendo.

No sé cuántas horas pasan hasta que por fin me despierto. Me siento en la cama y observo la habitación en silencio mientras me espabilo. Me he levantado bastante aturdida. Sé que Aitor me ha dicho algo y que he decidido no ir a trabajar hoy. ¿Habrá ido él al trabajo? Seguramente, ayer tuvo el día libre y dudo mucho que le hayan permitido faltar hoy también, además el silencio absoluto de la casa respalda mi pensamiento.

Me desperezo antes de salir de la cama y, tras ponerme unas zapatillas de andar por casa que traje, arrastro los pies hasta la puerta. Le dije a Aitor que dejase la habitación cerrada para que la gata no entre a llenarlo todo de pelos. En cuanto salgo, me encuentro al animalito que enseguida corre a restregarse contra mis pies.

—Buenos días a ti también —murmuro con una ligera sonrisa antes de agacharme para acariciarla. He de admitir que tener un gato no es tan horrible como pensaba, pero sí que suelta mucho pelo.

Minina me persigue hasta la cocina. Aitor me ha dejado el desayuno preparado: tortitas, fresas y café. Pincho un trozo de fresa con una ligera sonrisa, que tenga el detalle de trocearlas es muy bonito. Dudo al mirar las tortitas, es ingerir calorías a lo tonto, pero las ha preparado Aitor y, después del mal rato de ayer, me merezco darme un capricho.

Y si voy a darme un capricho, voy a dármelo bien.

Siento que estoy haciendo una maldad cuando abro la nevera en busca del sirope de chocolate. Titubeo antes de agarrar el bote, es estúpido, no estoy haciendo nada malo, pero me siento como si lo hiciera.

Le echo el sirope a las tortitas y me deshago de placer cuando me llevo un pedazo a la boca. ¿Por qué le salen tan bien las tortitas a este hombre? Bueno, las tortitas y todo, la verdad. El otro día consiguió hacer unos bocatas de lomo mucho mejores que los que comimos el día que le di con el skate en la entrepierna. Bueno, en realidad los bocatas los hicimos juntos, pero creo que lo que yo hice fue más estorbar que ayudar.

Doy un respingo cuando siento unas manos tapando mis ojos. Mi corazón se detiene durante una fracción de segundo, hasta que a mi oído llega una ligera risa que conozco muy bien y me encanta.

—¿Quién soy?

Siento su pecho pegado a mi espalda. Una risa tonta escapa de entre mis labios por culpa del susto que me he llevado.

—Eres tonto —murmuro con alivio.

—Te preparo el desayuno y tú me insultas, esto sí que es una buena relación —comenta apartándose para quedar frente a mí e inclinarse para darme un rápido beso en los labios. Mi mente se dispersa dándole vueltas a sus palabras. ¿Tenemos una relación? El vuelco que me ha dado el corazón es preocupante. No debo hacerme ilusiones, puede estar hablando de una relación de amistad; aunque los amigos no se besan como lo hacemos nosotros. Bueno, Christian y yo sí lo hacíamos.

Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora