Estos días han sido increíbles. El viernes Aitor y yo posamos con los trajes que yo misma diseñé pensando en nosotros, cumplí un sueño que tenía desde pequeña e incluso lo superé porque no imaginaba que fuese algo que podría hacer con el amor de mi vida.
Han sido días increíbles, pero hoy es domingo y los nervios me tienen que me subo por las paredes.
—¿Cuántas veces tengo que repetirte que no le des tanta importancia? —comenta Aitor poniendo su mano sobre mi rodilla para que deje de mover la pierna de forma nerviosa. Cierro el libro y le miro con los ojos entornados.
—¿Y yo cuántas veces tengo que repetirte que no puedo evitarlo? —farfullo inclinándome para dejar el libro en la mesa auxiliar. Su mano no abandona mi rodilla y yo procuro mantener la pierna quieta. Aunque me está costando mucho, de momento lo estoy logrando.
Estar sentada en el sofá con Aitor simplemente disfrutando de nuestra compañía se ha vuelto ya una costumbre, y no me quejo porque es algo que amo.
—Porque no dejas de darle vueltas, ni siquiera deberías pensar en lo de mañana.
—¿Cómo voy a dejar de pensar en lo de mañana sabiendo que lo más seguro es que salga llorando de allí? —pregunto alzando un poco la voz y haciendo que mi tono se agudice.
—No vas a salir llorando de allí; ni siquiera vas a tener que ver a tu madre —replica volviendo los ojos y me da un apretón en la rodilla.
—Eso no lo tengo tan claro. No confío en ella.
No miento. Antes confiaba ciegamente en mi madre, pero ya vi que no puedo hacerlo. Nunca más.
—Qué pesada eres —bufa con una sonrisa maliciosa, solo quiere fastidiarme, y lo ha conseguido.
—¿Yo? ¿Y tú qué? —digo cruzándome de brazos y alzando el rostro—. Esta mañana hemos estado casi dos horas en el parque porque a ti no te salía un truquito.
En realidad ha sido un rato muy agradable. Me ha ayudado a montar un rato y he practicado el salto que ya aprendí; después se ha puesto a intentar un truco nuevo mientras yo miraba. Eso ya no ha sido tan agradable porque, aunque mirar a Aitor es de mis cosas favoritas en el mundo, ver cómo se cae una y otra vez es un horror. Cuando se ha caído la primera vez ha estado a punto de darme un infarto. He corrido hacia él como creo que no he corrido en toda mi vida y, cuando he llegado, el muy desgraciado estaba tirado en el suelo riéndose. Aunque solo se ha reído las primeras veces, después se ha frustrado porque, por más que lo intentaba, no le salía.
—Pero al final me ha salido —dice orgulloso. Tiene razón, le ha salido y ha sido genial, yo también estoy orgullosa de él, pero voy a fastidiarle un poco porque se lo merece.
—Sí, después de que te hayas caído veinte veces.
—Pero. Me. Ha. Salido.
—De tanto tiempo que has pasado tirado, empezaba a pensar que me estabas poniendo los cuernos con el suelo.
—Qué tonta eres —dice para disimular una risa que se le escapa.
—Bueno, ya puedes hacerte el guay delante de los niños —le pico. Rueda los ojos y niega. Se deja caer en el respaldo del sofá, con los brazos tras la cabeza.
—No me interesan los niños, yo quiero presumir delante de una rubia preciosa —comenta con una enorme sonrisa y me mira por el rabillo del ojo.
—Creo que no tiene sentido que lo hagas si ya te he visto caerte mil veces —murmuro.
—Hablaba de otra rubia —replica con una sonrisa maliciosa—. Además, claro que tiene sentido, ya has visto lo complicado que es y has visto que lo he logrado. La próxima vez que lo haga, me saldrá a la primera —comenta cerrando los ojos y sonríe—. Además, no tiene nada malo caerse siempre y cuando te levantes. Nadie nace sabiendo.
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Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]
Storie d'amoreElisabeth es arrogante y orgullosa, tiene el mundo bajo sus tacones; hasta que llega él para romper todos sus esquemas. Cometió el error de enamorarse de la persona equivocada e hizo demasiado daño, pero ha pasado mucho tiempo, ya no quiere ser la m...