—Si llego a saber que ibas a poner esa cara, pido la dichosa ensalada.
Una risita traicionera escapa entre mis labios, pero, rápidamente, retomo la seriedad que tenía hace unos segundos y pongo una mueca asqueada al bajar la vista hacia nuestra pringosa cena. Tomo la hamburguesa con la punta de los dedos, mis largas uñas se clavan ligeramente en el pan, y observo con asco un par de gotas de aceite que caen en el plato.
—Esto ni siquiera es comida —bufo y la suelto de nuevo en el plato.
—Pues come patatas —dice encogiéndose de hombros antes de darle un enorme bocado a su hamburguesa, no puedo evitar entrecerrar los ojos asqueada. Aparto la mirada y tomo una patata; la levanto, mostrándosela, a lo que él alza las cejas con curiosidad y yo arrugo la nariz.
—Creo que han gastado una botella entera de aceite solo en esta patata —replico, apretando los labios en una sonrisa maliciosa. Aitor pone los ojos en blanco mientras mastica, se ve muy tierno. Traga y deja su hamburguesa en el plato para después arrebatarme la patata de entre los dedos y llevársela a la boca.
—Pues yo creo que está muy buena. ¿Qué problema tienes con el aceite? —dice con la boca llena, lo cual es algo que me asquea y me parece una falta de educación por su parte. Vuelvo los ojos y me cruzo de brazos.
—Engorda y es asqueroso —bufó. Él suelta un sonido quejumbroso y toma otra patata. Se pone en pie sin decir nada y rodea la mesa, todos los músculos de mi cuerpo se tensan con el pensamiento de que se ha hartado de mí y me va a echar de su casa.
—No va a pasar nada porque te saltes la dieta —replica. Le siento tras de mí, pero no me vuelvo. Bufo de nuevo y niego.
—Tú ni siquiera pareces saber lo que es eso —farfullo. Viendo el gusto que siente con la comida chatarra, estoy segura de que hacer dietas no es lo suyo; debe ir mucho al gimnasio, porque si no, no me explico cómo es posible que tenga un físico así. Los músculos no crecen a base de comida basura.
—No sabes nada, rubia —rebate, puedo sentir su aliento en mi oído. No me inmuto cuando posa sus manos sobre mis hombros. Esbozo una sonrisa maliciosa y niego, tiene razón, no sé nada.
Desliza una mano por mi cuello en ascenso hasta ubicarla bajo mi mandíbula, su otra mano cruza por encima de mi pecho con lentitud, a la altura de las clavículas, y después la retira. Se inclina sobre mí y me obsequia con una amplia sonrisa en la que no hace más que lucir la blancura de sus dientes. Abro la boca por inercia cuando aproxima sus labios a los míos y cierro los ojos. El aire escapa de mis pulmones en forma de suspiro.
Su respiración se mezcla con la mía y una ligera sonrisa se ensancha en mi rostro.
Abro los ojos atónita al sentir algo fino que se cuela en mi boca, me toma solo un segundo darme cuenta de que es una patata; la cantidad de aceite que tiene es asqueroso. Intento incorporarme para escupirla, pero la mano de Aitor sobre mi cuello me mantiene mirando hacia arriba, y su otra mano tapa mi boca cuando se da cuenta de mi intención. Una sonora carcajada hace eco por toda la habitación.
—Traga —dice divertido. El aceite me está dando ganas de vomitar. Niego—. Podemos estar así toda la noche, o podemos hacer algo más divertido. Tú eliges.
Gruño y me resigno. Entrecierro los ojos, asqueada, mientras mastico la patata, puedo sentir el aceite cayendo por mi lengua hasta mi garganta. Aitor ríe ante mi cara, pero a mí no me hace ni la menor gracia; en cuando quite su jodida mano de mi boca le voy a gritar cuatro cosas.
Cierro los ojos, haciendo un esfuerzo al tragar.
Cuando aparta la mano de mi boca, la abro para gritar, pero no me da tiempo a hacerlo cuando acerca la hamburguesa a mi rostro e, instintivamente, intento apartarlo.
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Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]
RomansaElisabeth es arrogante y orgullosa, tiene el mundo bajo sus tacones; hasta que llega él para romper todos sus esquemas. Cometió el error de enamorarse de la persona equivocada e hizo demasiado daño, pero ha pasado mucho tiempo, ya no quiere ser la m...