22. Recuerdos dulces

1.2K 89 10
                                    

AITOR

He dudado mucho al responder al correo de Adriana confirmando mi asistencia y la de Elisabeth. El evento es en una puta semana, y ella tiene tiempo de arrepentirse, aunque ahora mismo parece muy segura de su decisión. Estoy verdaderamente orgulloso, Elisabeth es una chica increíble y poder ver su crecimiento desde tan cerca me convierte en un privilegiado. Ella no se da cuenta, no quiere verlo, pero no deja de avanzar.

Sé que a veces se siente atascada, que tiene miedo de no tomar la decisión correcta, de decepcionar a alguien que le importa o de que la rechacen, y es normal. Pero lo está superando, ella sola se está encargando de derribar todas esas barreras.

La rubia es una mujer fuerte, pero ya he visto de qué manera puede llegar a afectarla su madre y creo que aún es demasiado pronto.

Elisabeth levanta la mirada y alza las cejas interrogante. Me he quedado embobado mirándola, pero es que juro que es la cosa más preciosa que he visto en toda mi vida. Y sí, cosa, porque es como una obra de arte. Ella no es preciosa por estar buena, que no nos vamos a engañar, Elisabeth está tremenda, pero es más que eso. Mirarla me transmite una paz que no había sentido antes.

—¿Has visto alguno que te guste? —le pregunto y me aclaro un poco la garganta. La rubia niega pesarosa y me muestra la pantalla del iPad. Lleva un rato mirando vestidos para el dichoso evento—. Podríamos hablar con Adriana y ver si podemos usar alguno de las colecciones —propongo. Ella sale del buscador y apaga el aparato. Por su sonrisa diría que mi idea le ha gustado. La rodeo con el brazo y ella apoya su cabeza en mi hombro.

—Quiero ir de rojo —murmura y levanta la mirada—. ¿Te parece bien?

Su expresión se descompone cuando niego.

—No puedes ir en plan rubia despampanante y acaparar toda la atención —bromeo. Claro que puede, es inevitable, pero si va de rojo... No quiero ni imaginarlo.

—Eres idiota —murmura relajándose contra mí.

Quiero disfrutar de la paz que me da Elisabeth, así que procuro no pensar en lo que le voy a decir a Carla y mantenerme centrado en la rubia; pero cuando se hace el silencio, por un momento me cuesta.

* * *

He hablado con Adriana sobre el tema de los trajes y le ha parecido una idea maravillosa, así que ha dicho que nos pasemos cuando podamos por el almacén y le echemos un vistazo a los trajes. Cuanto antes mejor por si es necesario hacerles algún arreglo, y teniendo en cuenta la figura de Elisabeth, estoy convencido de que será necesario meter de algún lado escoja lo que escoja. Ha dicho que la rubia y yo damos una muy buena imagen a la compañía, y es cierto. De hecho ella y yo tenemos una sesión juntos, pero mientras la preparan, voy a ocuparme de lo de Carla. No pienso dejarlo como cosa perdida. La aprecio demasiado, es como una hermana pequeña para mí y una de las personas más importantes en mi vida, pero no voy a tolerar que nadie le falte el respeto a Elisabeth, ni siquiera ella.

—Tenemos que hablar —espeto. Mi voz sale demasiado dura, pero no parece intimidarla.

—Luego nos tomamos un café y...

—Ahora —espeto cruzándome de brazos.

—¿Es en serio? —levanta las manos fastidiada y, cuando le doy un leve asentimiento, bufa—. ¿De qué quieres hablar?

—¿Qué le dijiste ayer a Elisabeth?

—¡Nada! —chilla y me acusa con el dedo—. ¿No ves que se está haciendo la víctima igual que hizo Jeanette?

—Ni se te ocurra compararla con ella —espeto verdaderamente cabreado. Elisabeth no es como la maldita parisina, y no voy a tolerar esto.

—Está haciendo exactamente lo mismo, Aitor. Date cuenta. Lo que hay entre vosotros no es sano, ella se está aprovechando.

Ríndeme Pleitesía [✔️] [Gallagher #3] [Libros 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora