CAPÍTULO 15 ENCUENTRO MÍSTICO

217 12 1
                                    

—Muchas gracias, Dante... y disculpa de nuevo la molestia.

Lo había llamado para que me ayudara a llevarlo a su habitación, después de debatirme mucho tiempo en dejarlo allí y dejar que se ahogara en su vomito, si es que lo hacía, al final, la culpa me apuñaló.

—No hay ningún problema, señorita, si necesita algo solo pídalo.

Dante salió de la habitación y escuché cuando tomó el ascensor, me quedé contemplando al hombre dormido en la enorme cama, me parecía desconocido, incluso extraño, increíblemente, de nuevo extraño.

Mi mente no podía parar, me preguntaba ¿Qué lo había llevado a embriagarse de esa manera?

Resoplé, bien, por una parte, me tranquilizaba saber que estaba bien, físicamente y que había preferido embriagarse en casa que en un bar.

Bajé hasta el comedor y contemplé lo que había hecho, la botella descansaba en el bold ya desparramado por el agua, la pizza ya estaba fría y el postre derretido, fruncí los labios, así no era como quería pasar el día de hoy.

Abrí la caja de pizza y me serví dos trozos, caminé hasta la cocina y lo metí al microondas, tomé una de las copas y me serví un poco de vino. Mientras la pizza se calentaba, le di un sorbo al vino, me sentía un poco patética, esperaba con ganas que la noche fuera diferente, pero ahora, una vez más, la pasaría sola, contemplé el resto del pent-house, que continuaba a oscuras, pero muy solo.

Tan solo como lo era mi casa, le di otro sorbo ¿Cuánto tiempo de mi vida la pase solitariamente?

Mis padres siempre estaban ocupados, en el trabajo o de viaje, mis hermanos se mantenían en lo suyo, ambos habían asistido al mismo internado para hombres, pero se tenían mutuamente.

Me acerqué al piano y dejé mi copa sobre este, extraje el banquillo, me senté comenzando a tamborilear los dedos en las teclas.

Aunque solíamos pasar vacaciones y algunas fiestas juntos, a veces no era suficiente, parte de mi infancia la pasaba con Muriel y mis hermanos, hasta que decidieron separarnos, enviar a mis hermanos al internado cuando eran adolescentes.

Mi padre solía contarme cuentos por las noches, antes de dormir, pero eso terminó cuando cumplí ocho años. Desde entonces recuerdo la casa, solitaria y enorme, paseaba por todos los rincones de la casa cuando Muriel no estaba conmigo, por todas las extensiones de jardín, pasar toda la tarde escondida en el gazebo del lago.

Suspiré y le di otro sorbo, estas últimas tres semanas han sido demasiado extrañas, despertar de un extraño sueño para... al abrir los ojos, encontrarme con una realidad tan irreal, una familia que se preocupaba por mí y trataba de esforzarse por estar al menos en el desayuno.

Una niñera de tiempo completo, mi hermano Travis en el hospital por un accidente automovilístico que había sido bastante extraño, un pasado tan...me daba horror pensar en ello, pensar en que mi historial clínico lo confirmaba. Un novio que se preocupaba por mí, se desvivía día y noche, al que le había dicho en cuanto pude que... que lo amaba, pero que ahora yacía ebrio en plena víspera de san Valentín.

El microondas lanzó su alarma de termino, salte del susto, tal vez estaba a punto de explotar.

Encendí el televisor de la sala, baje el volumen, deje el plato en mi estómago y la copa en el suelo, me dedique a cambiar de canal hasta dejarlo en una película de la cual no preste mucha atención, trate de alejar mi mente de mis pensamientos, incluso de la película, me concentre en el delicioso sabor de la pizza, no me había dado cuenta del hambre que tenía hasta que me di cuenta de que aquellas rebanadas ya habían desaparecido.

MURIENDO POR TI (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora