CAPÍTULO 61 60% DE DOLOR

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—¡Non sopporto così tanta incompetenza! — (no soporto tanta incompetencia) golpee con fuerza el escritorio del estúpido policía.

—Señor, ¿Quiere guardar la compostura? tranquilícese.

—No me diga que me calme, ¡alguien me mandó un maldito dedo! quiero saber de quién es, ¿quién lo mandó?

—Debemos procesar todo, pero entienda, no hay personal suficiente por las festividades.

—Dejé a mi esposa y a mi familia en casa para resolver esto...

—Entienda que...

Tiré de la caja para quitarla de sus manos.

Estos imbéciles jamás me ayudarían.

—Grazie, buona notte—(gracias, buenas noches)

Salí de la estación, Dante me esperaba en la entrada.

—Encárgate de esto—le tendí la caja—a las buenas, nadie es eficiente.

—Sí, señor, enseguida—tomó su celular y marcó un número.

Intercambió un par de palabras y luego asintió hacia mí.

—Nos recibirán ahora—me dijo.

Me importaba una mierda quienes fueran y cuánto dinero querían, esta mierda se terminaba ya.

Nos subimos al auto y me condujo hasta el centro, en la morgue de Aiello, guardé el sobre en mi abrigo antes de bajar del auto. Sin despejarme de la caja me dejé guiar por Dante.

—Marena Piras es una médica forense, la conozco desde hace muchos años—me decía Dante— no solo trabaja en esto—entonces habló más bajo—es a ella a quien le traen los cuerpos, ¿sabe a lo que me refiero?

Asentí. En pocas palabras, tiene negocio por debajo del agua.

La morgue estaba apenas alumbrada con lámparas largas, las cuales ya no funcionaban tan bien, pues cada cierto tiempo parpadeaban, en recepción había un muchacho con vestimenta de enfermero, veía su celular y mascaba un chicle.

Dante se adelantó para con el chico.

—Quiero ver a Piras.

El muchacho lo miró con aburrimiento.

—La doctora Piras está ocupada.

Dante revolvió en su saco y sacó una tarjeta negra con terminaciones discretas en plata "CYRIEL", el chico apenas vio la tarjeta se puso blanco como una hoja y comenzó a sudar.

—Llamaré a Piras.

Nos dejó solos unos momentos, yo no tenía ni puta idea de que iba esto, Dante solía ser bastante discreto y firme, pero nunca antes había visto intimidar de esa forma.

—¿Cos'è quello? —(¿Qué es eso?)

Dante carraspeó por lo bajo.

—Algo que usamos en casos extremos.

Así que lo había hecho antes, Dante había trabajado conmigo durante casi cinco años, ¿se supone que deba saber lo que esa tarjeta significaba? obviamente era un pase VIP, pero ¿a qué?

Unos pasos apresurados me sacaron de mi cavilación.

—Pu...pueden pasar—era el muchacho, nos llevó hasta la sala de autopsias, donde un claro olor a podredumbre y desinfectante para pisos me picó la nariz con rabia.

Una mujer con traje anti-fluido, un mandil manchado de sangre, al igual que su careta, estaba sentada frente a una plancha de metal donde tenía un cuerpo, le había abierto el cráneo y todos los sesos estaban escurriendo por la plancha.

MURIENDO POR TI (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora