CAPITULO 44 PESADILLAS REGRESAN

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Salir de una reunión donde claramente no estaba invitada, era una cosa. Salir de un edificio donde me buscaban en todos los rincones, era otra.

¿Cuál es lo mejor forma de salir sin que nadie te vea?

Ajá, por la parte trasera.

Solo que resulta que también estaba monitoreada por los de seguridad.

¿Cómo lo sé?

Mi repentina fuga de orines, fue lo que tardó en saber Travis que me encontraba en el edificio, eso lo escuché por los chismosos de la oficina, Jacqueline estaba buscándome, mientras mi celular no dejaba de notificar las llamadas que Travis me estaba haciendo.

No era una experta en huir (aunque pareciera), pero debía hacerlo ya.

La primera etapa de escape, había sido sencilla, pues escabullirme de esa sala de chismes me dio el tiempo suficiente para salir de ese piso y bajar.

Pero después de escuchar a lo lejos una llamada de seguridad donde me buscaban, bueno, no tuve más remedio que tomar la primera puerta, la cual era de servicio.

Debía pensar en algo rápido.

Busqué mi linterna y miré a mi alrededor, un carrito con un cubo y cosas de limpieza, y un trapo grueso, me acerqué un poco más para estirarlo.

¡Un mono!

Digno de película de comedia, me embroqué aquel mono, que era de hombre, tomé la gorra y envolví mi cabello en ella.

Metí mi bolso y mis zapatillas en una bolsa de basura y me embroqué unas enormes botas.

Contuve mis fuertes ganas de vomitar, pero esto sería mi salvación.

Tomé aquel carrito y eché encima la bolsa, lo empujé para abrirme paso y salir de ese lugar, con los nervios a flor de piel, bajé la cabeza cuando escuché que dos hombres venían hacia mí.

Pasaron de largo y me relajé, miré a mi alrededor, buscando... ¡Ah, ahí!

SALIDA.

El letrero de mi salvación.

Empujé el carrito con prisa, a un par de metros se abrió la entrada del estacionamiento, dejé el carrito y tomé mi bolsa de basura corriendo hacia las afueras del edificio.

Al fin, cuando vi la luz de la calle corrí hacia donde había dejado mi auto, abrí con prisa la bolsa de plástico, metí la mano en mi bolso y saqué las llaves y abrí rápidamente, antes de que los de seguridad o la policía me vieran.

Entré a mi auto y me alejé de ahí, donde al fin pude pensar en lo que estaba pasando.

Mierda, mierda, mierda.

¿Qué voy a hacer?

¿Por qué Travis estaba con su esposa?

¿Por qué la dejó ir si estaba loca?

¿Cuál es su venganza? ¿contra quién?

Y, sobre todo, Darién Rinaldi estaba vivo.

Sentí que mi cuerpo comenzaba a temblar.

Si Travis no sabía de mí, podría ir hasta la casa y buscarme.

NO.

No quería verle la cara.

Si esa mujer estaba tras todo esto, ¿Por qué Travis estaba tan interesado en que viniera a Provenza?

¿Quería tomarme como carnada?

Ahora el temor estaba perdiendo contra la ira.

Furia comenzó a recorrerme.

¿Cómo se le ocurría usarme de esta forma?

MURIENDO POR TI (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora