CAPÍTULO 23 MENSAJE SORPRESA

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Mi intención no era parecer zorra, estaba muy lejos de parecerme a la zorra de Davina, pero, con mi elegancia estaba claro que la opaque en el momento que nos miró avanzando hacia ellos.

Ella con un vestido azul rey demasiado corto y demasiado escotado que no dejaba para nada a la imaginación, en cualquier momento sus senos rellenos de silicona podrían salirse de ese diminuto escote, demasiada piel expuesta, sobre todo, no sabía nada de moda, ni siquiera el más mínimo respeto por eso tenía.

Se había puesto unas botas negras largas hasta el medio muslo. En la cintura un ancho cinturón de pedrería dorada, demasiado maquillaje y un abultado peinado con sus eternas extensiones.

Quizá en su pequeña y retorcida mente, para ella, eso era sexy, que lejos estaba de serlo.

Tuve que abstenerme a no torcer el gesto por tal monumento tan espantoso que sobresalía entre todos los comensales, Leonard pareció leer mis pensamientos, porque apretó mi brazo y emitió una sonrisa.

—Oh, Leonard—la zorra se levantó de su asiento haciendo un gran escándalo, que nos hizo pegar un salto.

Se apresuró a lanzarse casi a los brazos de mi novio, pero él los esquivo de una manera muy elegante y demasiado evidente.

—Davina, buena noche—dijo él con voz firme que la hizo frenar.

Ella hizo caso omiso de la inclinación de Leonard, lo tomó del otro brazo con fuerza y abrió los ojos con una ancha y melosa sonrisa.

—Te extrañe tanto—dijo con voz seductora.

Algo en mí se encendió, llamas ardieron por todo mi cuerpo y sin pensarlo, la tomé por su sucio brazo y apreté con fuerza.

¿Qué le ocurría a la maldita?

—Hola, Davina—sonreí, hundiendo las uñas en su muñeca.

Ella retiró su brazo como si mi mano fuera una braza.

La mayoría de los comensales de La Tulipe Royale se giraron para ver la ridícula escena de esa mujer, que se hizo a un lado, como un gato agazapado, me miro con ira ardiendo.

—Buenas noches, señor Dómine—Banks se levantó de su asiento, extendiendo la mano a modo de saludo—señorita Vial—ahora se dirigió a mí, extendí mi mano, pero él la tomo y la dirigió a su boca.

Dios, odiaba cuando un hombre hacia este tipo de cosas con otra intención, Banks me miraba fijamente, fruncí el ceño y retiré rápidamente mi mano.

—Señor Banks—gruñí—en el futuro le pediré que se abstenga a saludarme de esta manera.

—Oh, señorita Vial, no era mi intención incomodarla—se apresuró a decir, aunque me di cuenta que no lo decía de verdad, su mirada lo delataba.

Leonard se puso tenso a mi lado.

—Banks...cállate—ahora gruño Leonardo.

Después de aquel vergonzoso primer encuentro, Leonard y yo nos sentamos frente a estos dos, nos sentamos un poco más que juntos. Esa mujer no le quitaba los ojos de encima a Leonard con una mirada lasciva, quería arrojarle la copa de vino tinto en su cara.

Leonard y Banks se enzarzaron poco a poco en una conversación acerca de sus negocios, intente no prestar atención, ignorar y poner linda cara, no quería que las intenciones de Banks o algunas especulaciones que se hiciera pensara que estaba aquí como un chivo expiatorio para mi empresa.

Davina resoplaba con evidente llamada de atención, entre comida y comida, Davina cada vez se exponía a la poca etiqueta que tenía, era un tormento estar observándola con esa poca decencia que tenía.

MURIENDO POR TI (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora