CAPÍTULO 26 EL GRAN DÍA 2

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—¿Cómo te sientes?

—Malditamente nervioso—murmuro mi amigo mostrándome como temblaba su mano—siento que voy a mojarme.

—Procura mantener tus pantalones limpios—me burlé.

Pero podía comprenderlo, estar en un altar frente muchas personas esperando contraer nupcias con la persona que has escogido para ser su compañero por el resto de sus días, era para ponerte completamente nervioso.

Enzo estaba junto a nosotros y había escuchado nuestra conversación.

—Todo saldrá bien, hijo—le coloco una mano en el hombro y después se retiró a su asiento.

El juez hizo su entrada, nos saludó cortes mente mientras preparaba la mesa donde se llevaría a cabo la ceremonia.

—Siempre te agradeceré esto—dijo Carlo, tratando con todas sus fuerzas de no mirarme.

—¿El qué? —pregunte mientras me acomodaba el pequeño arreglo de la solapa de mi saco.

—Que seas mi padrino y mi mejor amigo—levanto la vista con una mirada agradecida que me conmovió.

Carlo era mi mejor amigo, mi hermano.

—Eres mi hermano, por supuesto que haría cualquier cosa por ti.

No dijimos nada más, no había necesidad, nuestra amistad era más que entendible, sabía que podía confiar en él tanto como él conmigo.

La banda comenzó a tocar la marcha nupcial y todos los invitados se giraron para el pasillo que se había abierto entre las sillas, la familia Vial estaba aquí por supuesto, la mayoría de los familiares eran ellos, por parte de Carlo solo su padre y ahí, en decisión de último minuto mi madre, no sabía que vendría, Madeleine se había encargado de esa grata sorpresa. Sentada junto a Madeleine y Enzo mi madre sonreía hacia mí.

Ante el pasillo apareció la figura de Nathaniel acompañado de la mujer más maravillosa que haya visto en mi vida, ahora me sentía como Carlo, nervioso, mi corazón se aceleró cuando la vi, saludando amablemente todos, acompañando a su hermano al altar, sonriendo amablemente, moviendo su mano con delicadeza y emoción, los ojos brillantes por aquel sentimiento de amor y orgullo, así la imagine, caminando hacia mí, por el pasillo dirigiéndose al altar, vestida de blanco el día de nuestra boda.

Mi corazón saltaba, escuchaba mi pulso hasta la punta de las orejas, su sonrisa y cada paso que daba me robaba el aliento, no podía dejar de mirarla y contemplar un futuro junto a ella.

Llegaron hasta donde nos encontrábamos, Audrey tendió a su hermano a mi amigo, lo abrazo y tomo su lugar del otro lado del altar, me lanzo una miradita cómplice llena de emoción y nos dispusimos a escuchar el sermón del juez.

— Buenos días, estamos aquí para unir en matrimonio a Carlo Moretti Ricci y Nathaniel James Vial Courtois—el juez sonreía jovial ante aquellas dos personas paradas frente a él, quizá tal como lo había hecho miles de veces más y aun así ser diferente cada una— Antes de dar lectura al acta matrimonial voy a dirigir unas palabras a los novios y a todos—un discurso preparado—Este acto que hoy nos reúne a todos es, sin duda, el más importante de vuestra relación, un paso más en vuestra condición de pareja. En nombre de todos los amigos y familiares que represento os deseo, de corazón, todo lo mejor—hablo más para la pareja frente a él— Tres cosas hay que son permanentes, la fe, la esperanza y el amor —sonrió—¿Les consta que no existe ningún impedimento legal para que contraigan matrimonio? —aguardó un momento, de cual nadie dijo nadas, la pareja se tomó de las manos—Siendo así, pregunto a: Carlo Moretti Ricci ¿Acepta usted como esposo a Nathaniel James Vial Courtois, aquí presente, entregándose como esposo y recibiéndolo como esposo?

MURIENDO POR TI (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora