Es extraño, tener una cita con el "casi desconocido" era extraño.
Leonard se marchó en el desayuno, tenía trabajo que hacer y saldríamos por la noche.
Muriel, Raphael y Emilia conversaban amenamente, ayer había sido la última nevada, según el pronóstico del tiempo, un par de días más y comenzaba a subir la temperatura.
Ellos continuaban charlando, terminé de desayunar y subí a mi habitación, podría decir a último momento que tendría que salir.
Tomé una ducha rápida, busque ropa abrigable, un jeans polar azul marino oscuro, un suéter grueso de punto con cuello de tortuga, unas botas altas café que llegaban arriba de las rodillas y se acentuaban perfecto a mis piernas.
Tomé una pequeña mochila que, hacia juego con mis botas, metí mi celular y mi cartera con las tarjetas de crédito, un abrigo café, con unos guantes a juego, tomé un gorro y antes de salir me lo puse.
Bajé las escaleras lo más rápido que pude, comprobando que no había nadie a la vista, me escabullí hasta la mesa de entrada, donde se guardaban las llaves, tomo la única que estaba a la vista, probablemente esa era mía.
—¿Te vas? —la voz de Muriel me hizo pegar un gran salto.
—Tengo un par de cosas que hacer—conteste llevándome una mano al pecho.
Muriel me conocía bastante, ella me vio nacer, crecer, estuvo en mi vida todo el tiempo, Muriel era como mi madre (incluso mejor), siempre estando conmigo en todo momento, sabia a diestra y siniestra todo de mí, no podía engañarla, no estaba bien.
—¿Cómo cuáles?
—Iré a ver a Travis—le dije, ella asintió—y después al salón...estoy horrible—hice un sonido de frustración.
Ella soltó un poco de risa.
—Está bien, ve, no puedo retenerte todo el tiempo...pero no dejare que conduzcas sola, aun no—hundí mis hombros—Emilia irá contigo.
Emilia surgió de la sala, no la había visto, maldición.
—Nana—hacía mucho tiempo que no la llamaba así— no necesito una niñera...no te ofendas Emi—le dije alzando la mano.
Ella negó con su eterna sonrisa.
—Lo siento, mi niña, pero Emilia conducirá a donde quieras.
Resoplé, maldita sea... calma Audrey, no puedes hacer arranques, ellos están en su derecho de protegerme después de lo sucedido.
—Está bien, vamos Emi—le dije, tratando de poner mi mejor cara.
Salí de la casa sin esperarla, fuera, era un panorama demasiado blanco, no me gustaba mucho la nieve, aunque era buen tiempo para enredarse en las sabanas con un delicioso chocolate caliente, camine hasta el garaje, donde un solitario monstruo negro me llamaba, sonríe y palmee mis manos emocionadas.
Escuche los pasos de Emilia tras de mí.
—¿Alguna vez habías visto algo tan hermoso? —le pregunte mientras me adelantaba para examinar el increíble jeep negro.
—Jamás—dijo Emilia casi cantarinamente.
Sin pensarlo le estire las llaves.
—Bueno, serás mi conductora designada—le dije caminando hacia el copiloto.
Emilia y yo nos adentramos a las calles de Montreal, las calles tan conocidas, pero tan diferentes.
—Ha cambiado mucho—murmure.
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MURIENDO POR TI (Libro 2)
Roman d'amourA veces la vida que planeamos no es lo que resulta, por mucho que lo deseemos. Para Audrey, ahora su vida se ha convertido en la de alguien desconocido. Para Leonard, luchar es algo que agota su energía cada vez más. Lo que ambos no saben son las...