Ha pasado un mes desde que cené con Jade y Rose, sé que Audrey no está en México, regrese de ahí hace dos semanas después de haber visitado a Dolores, sé que es otro grano en el culo, pero todo estaba en orden, y así quería que las cosas siguieran.
Jade y Rose se habían mantenido calladas, lo que, me daba cierta sospecha de que ellas sabían algo más que yo no.
Rose se escabullía en atender a sus mellizos, dejándome con la inquisidora mirada de Jade.
—Yo no te creo —dijo casi como gruñido.
Suspire.
—Ya lo sé.
—Lo hiciste, la engañaste —dijo molesta.
Para entonces la pelirroja había regresado a la sala, con un bebé entre los brazos.
—Jade, no seas tan grosera —reprendió —Audrey es nuestra hermana, pero eso no impide que lo escuchemos—meció al bebé entre sus brazos.
—Gracias —le dije, en realidad esperaba que me creyeran.
—Bien, Leonard—Rose se acomodó entre los bazos a su bebé, estaba despierto y agitaba las manos.
El pecho me dolió, sentí repentinamente angustia, tragué en seco, sin dejar de ver al bebé, pensé de nuevo en el bebé que perdimos, el bebé pelirrojo se removía e intentaba erguirse, era la niña, sus cabellos rizados y rojos estaban recogidos en dos pequeñas y diminutas coletas, en cuanto su madre la sentó sobre su regazo, sus grandes ojos azules vagaron por todo el lugar curiosos, sus movimientos aun eran torpes, sus manos se abrían y se cerraban, era igual a su madre, solo que ahora, su madre era muy delgada y la pequeña era regordeta, sus mejillas robustas y rosadas, mi corazón dio un vuelco, hacía mucho tiempo que no había visto un bebé
—Leonard... ¿Leonard? —llamaba ahora Jade.
Parpadee regresando de nuevo, baje los ojos.
—Perdón —dije por lo bajo.
—¿Quieres cargarla? —pregunto Rose, sin sonar molesta, más bien, tenía un tono comprensivo.
No dije nada, pero tampoco negué, tragué en seco cuando la pelirroja se levantó y se acercó a mí, me tendió a la bebé y en silencio la tomé con dedos temblorosos.
—No temas —dijo tranquilizadora—no la romperás si es lo que piensas.
Cargué en mi regazo a la pequeña pelirroja, era muy hermosa, pequeña y delicada, sonreía y tiraba un poco de baba, pero se veía encantadora, un nudo en mi garganta comenzaba a formarse, cuando la pequeña pelirroja me tendió los brazos, no pude soportarlo, le tendí a Rose de regreso a su hija y salí disparado hacia la salida, en el jardín.
No me permití llorar, hasta que estuve alejado de ahí, después de un par de minutos y limpiar las estúpidas lágrimas, me compuse, escuche que alguien se acercaba, pues los pasos en el pasto eran difíciles de no escuchar, no me gire hasta que estuvieron tras de mí.
—Perdóname, Leonard, no era mi intención que...
—Descuida —negué con la cabeza —sé que no estoy bien.
—Nunca tuvimos el privilegio de hablar contigo —comenzó a decir Jade, esta vez me gire para encararlas, al parecer ahora venía en son de paz —sabemos que, tanto Audrey como tu han pasado por muchas cosas —removió los dedos —sabemos la versión de ella, y deseamos conocer la tuya.
Suspire.
Mi versión, ¿por dónde comenzar?
—Conocí a Dávina antes de conocer a Diane—solté una carcajada— ella siempre me seguía a todos lados, estuve con ella en dos ocasiones, ella se obsesionó conmigo, cuando me casé con Diane, Dávina simplemente desapareció—negué con la cabeza—cuando Audrey despertó de ese letargo... Dávina... ella simplemente apareció de la mano de uno de mis mejores clientes, ha estado siguiéndome—me rasqué la barba—hace un par de meses, en San Valentín, supe que había entrado a mi Pent-house y había estado merodeando, cuando Audrey y yo dormíamos, no era nada seguro, no podía poner una orden de alejamiento en contra el ella, no había pruebas factibles. Después de eso, estuvo merodeando sin descaro—Rose abrió la boca asombrada—siguiéndonos a Audrey y a mí por todas partes, hasta que me harté, intente razonar con ella, citándola en mi despacho, se abalanzo sobre mi apenas pudo—Jade frunció el ceño—pero la aleje enseguida, justo cuando Audrey entro a la oficina —suspire —no había sucedido nada hasta ahora—me llevé la mano a la nuca—entró al Pent-house, me golpeó y antes de que pudiese reaccionar me drogó —tomé una bocada de aire —los doctores dijeron que fui drogado y abusado —apreté los labios —estuve en coma casi una semana...cuando desperté, me enteré de que mi esposa se había ido, y que todos los medios hablaban sobre aquella mujer y un futuro hijo... la he demandado, pero nadie sabe dónde está —me lleve una mano a la nuca —tal como Audrey, debo saber si está a salvo, debo saber dónde está para explicarle...
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Después de aquello, prometieron decirme algo sobre ella cuando lo supieran, no sabía si las había convencido o no, pero estaba cansado.
Estaba cansado, demasiado cansado, había pasado muchas noches sin dormir bien, me he dejado la barba y el cabello largo, no pienso en otra cosa más que en ella, sin duda era mi perdición y mi salvación.
He llamado a Nathaniel casi todos los días, para saber si ha regresado, pero no hay novedad, me ha dicho que sus padres y Madeleine han dejado de buscarla, es probable que sepan dónde está, pero ninguno ha querido decirme, incluso a Nathaniel, sé que Travis se ha llevado a la nana Muriel para con él y han viajado a Paris, Provenza, quizá porque quiere retirarse, según Nathaniel esta por tomar el mando de su exportadora de lavanda.
Mi madre me llama todos los días para saber mi estado, siempre le contesto que estoy bien e intercambio un par de palabras, pero en el fondo sé que no lo estoy, estoy pagando caro el precio de haber sido feliz por unos meses.
Pase una semana en mi sede de Paris, tentado a la idea de quizá poder hablar con Travis, quizá él podrá saber algo, aunque sabía a la perfección cuando me odiaba, podía arrodillarme si quería para que me dijera algo.
Con esa esperanza, de Paris viaje hacia Provenza, ahora estoy descansando en el hotel de Queen Resort en la capital de Provenza, Marsella, Carlo, por supuesto ha viajado conmigo, he decidido que después de hablar con Travis regresare a Nápoles, Carlo ha hablado con Nathaniel y él ha querido viajar hasta aquí para estar con Carlo.
Me siento culpable, sé que no ha tenido unas vacaciones merecidas, se las daré en cuando Nathaniel le dé luz verde para disfrutarlas.
Estoy recostado en una silla en la terraza de la suite, con una botella de vino, sé que no está bien, pero he estado bebiendo, solo así dejo que los sentimientos de culpa se disuadan por un par de horas, veo el viejo puerto griego de Marsella. Son las cuatro de la tarde aproximadamente, hay miles de turistas subiendo y bajando en los barcos y yates que encallan en el puerto. Suspiro mientras bebo hasta el fondo una copa, pongo atención en las personas que caminan, claramente se ve cuando son turistas, perdidos con la mirada, observando con asombro y casi viajando en grupo, en cuanto a los residentes, caminan con prisa, con los ojos puestos a su destino, sabiendo a la perfección su camino, había hombres con trajes subiendo a sus autos, mujeres elegantes comiendo en las terrazas, otras con copas de vino.
Tenía días en los que me dolían con frecuencia la cabeza, este era uno de esos días, dolía y me sentía mareado, visite al doctor la semana pasada, para un chequeo en general y dado mi historial, el electroencefalograma no había arrojado nada sobre el posible cáncer, había desaparecido la posibilidad cuando el doctor me había recetado el medicamento, el doctor lo atribuyo a mi estado anímico y estrés. Sin embargo, hoy por la mañana había despertado y corrido hacia el baño para vomitar.
Cuando regrese a Nápoles continuare con mis chequeos, esto me preocupaba bastante.
Regrese la mirada hacia la calle, una mujer caminaba rápidamente, ataviada con un abrigo largo, una falda tubo blanca y altas zapatillas, me recordaba a mi Audrey, incluso sus pantorrillas lucían igual de espectaculares, continúe observando a la elegante mujer, su cabellera muy corta, le daba un aire sofisticado, al parecer portaba lentes oscuros, puse más atención, sostenía con fuerza su bolso, giro la cabeza hacia atrás, como si huyese de alguien, sin en cambio, vi sus rasgos, sus redondos pómulos y su perfecta nariz, mi corazón martilleo contra mi pecho con fuerza,
¡La encontré, es ella!
Forcejee con la silla para levantarme, pero mis pies trastabillaron y me hicieron caer al suelo, me sentía muy pesado, quería levantarme, el dolor de cabeza se hizo más agudo y mis ojos comenzaron a cerrarse, dios, dame una última oportunidad.
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MURIENDO POR TI (Libro 2)
RomanceA veces la vida que planeamos no es lo que resulta, por mucho que lo deseemos. Para Audrey, ahora su vida se ha convertido en la de alguien desconocido. Para Leonard, luchar es algo que agota su energía cada vez más. Lo que ambos no saben son las...