CAPÍTULO 29 ACLARACIONES

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Escucho murmuraciones a la lejanía, como ecos, una masa oscura envolviéndome.

¿Qué es esto?,

No puedo moverme, el pecho me pesa, me esfuerzo por tratar de concentrarme, abrir los ojos es mi prioridad, pero no lo puedo hacer, sin en cambio los susurros cada vez se hacen más altos.

—Lleva mucho tiempo así...

—Han sido solo tres días, ha respondido bien, el doctor dijo que en cualquier momento podría despertar.

Escuche unos sollozos.

—¿Qué haremos cuando despierte? —sorbió la nariz.

—Esa mujer debe pagar lo que ha hecho, estoy cien por ciento seguro de que miente, Leonard nunca se hubiese metido con ella.

Reconocí esas voces, era mi madre y Carlo, pero ¿Qué me había pasado?, reconozco que me he estado sintiendo un poco raro estos últimos días, pero...

Un dolor me cruzó el estómago, quizá tenía hambre, me concentré en respirar, vamos, muévete, carajo, ligeramente sentí los músculos de mis ojos, vamos, de nuevo.

Abrí los ojos, al fin, parpadeé repetidas veces, ahora moví la cabeza.

—¡Ah! —me queje.

Mi cuerpo despertaba, Carlo y mi Madre estaban quietos, mirándome sorprendidos, me removí de... la cama ¿hospital?

—Hijo, oh, por fin, ¿estás bien? —mi madre se sentó cerca de mí en aquella cama, me acaricio el rostro y la mire confuso.

—¿Qué sucedió? —la garganta me lastimaba.

—No importa por ahora, Carlo llama al doctor—ordenó mi madre.

Mi amigo sonreía anchamente, pero salió en busca del doctor.

—Mamma, cosa è successo? —(Mamá, ¿Qué sucedió?)

La mire fijamente.

Ella apretó los labios y antes de que contestara el doctor entro a la habitación.

—Señor Dómine—se veía cansado, era el mismo doctor que había visto hace muchos meses—le hare una inspección de rutina—sin decir más, saco una linterna pequeña de su bolsillo y apunto hacia mis ojos, repelí aquella acción, pero él insistía en mirarme, segundos después la apago, observo mis signos en el monitor, bajo hasta mis piernas y con sus dedos presiono un poco—¿lo siente?

—Si—dije, observándolo curioso, entonces y hasta ese momento pude recordar, me llevé una mano a la cabeza, tenía un golpe, solté un jadeo, no puede ser—esa mujer.

—Leonard, tranquilízate—indicó mi madre levantando las manos.

¿Tranquilizarme? Esa maldita mujer me hizo esto.

—¿Dónde está? —gruñí—¿Dónde está esa... esa...

—Señor Dómine—decía el doctor mientras me colocaba una mano en el hombro—por favor, debe tranquilizarse, usted está despertando de un coma.

—¿Coma? —me recosté en la cama, esa maldita me había dejado en coma—¿puede explicarme de una buena vez lo que ha pasado? —miré amenazante al doctor, debía hacer que encarcelaran a esa mujer de una buena vez.

—Verá, usted ha recibido un fuerte golpe en la cabeza y ha sido drogado a tal punto de haber caído en coma.

Apreté la mandíbula.

—¿Cuánto tiempo?

—Han pasado tres días, pero me temo que no lo puedo dejar salir aun, necesito una tomografía y someterlo a un par de pruebas más—No puedo moverme de aquí, maldita sea—iré a preparar la sala.

MURIENDO POR TI (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora