CAPÍTULO 12 UN ÉXTASIS

295 13 0
                                    

Nunca pensé que los latidos de mi corazón se escuchasen por toda la habitación, no sabía si era un sueño o una alucinación, abracé su pequeño cuerpo al mío, quería permanecer así para siempre, extasiado de alegría, su delicioso aroma inundándome las fosas nasales y penetrándome por completo.

Observé su delicada figura con la difusa luz de la ventana, su piel se veía más pálida, incluso blanquecina, pero, en la magia de la noche, destilaba pequeños brillos cálidos, paseé mi mano por su delicado brazo, acariciándola de arriba abajo, su cabello a la luz era dorado como la mantequilla, oh, dios sabía cuánto la había extrañado verla así, con vida...viviendo de verdad y amándome.

Por qué me amaba.

Lo había dicho en un susurro ligero, pero lo dijo, Dios, perdóname por haber estado contigo, merezco el infierno, pero permíteme disfrutar un poco más de tu gloria.

Era lo mejor que me había pasado en el mundo, porque ella era mi mundo, ella siempre lo seria.

No quise dormir, aunque mi cerebro me lo pedía, obligue miles de veces a mis ojos estar despiertos, no quería perderme ni un solo seguido del éxtasis de sus palabras en plena magia de la noche.

Vi los cambios de luz y contraste sobre su piel, de pálida a rosada y dorada con los primeros rayos del amanecer, su cabello brillaba como el oro, caía delicado en su rostro, este volteando hacia mí. Definí cada uno de sus detalles, su pequeña nariz respingona, su rostro tranquilo y travieso como una hadita de bosque, sus labios rosados y rellenos entre abiertos, pasé mis dedos sobre ellos, ¿Cuántas veces los había besado? No sabría con certeza, pero cada ocasión era única y mágica, ella era capaz de hacerme elevar hasta el espacio con uno solo de sus besos.

No fue un sueño, era la realidad, y eso me lo recordó mi celular que comenzaba a vibrar, no había dormido en toda la noche, tampoco fue como si lo requería, intente no moverme demasiado, para no despertarla, tome mi celular y vi los mensajes, era un número desconocido.

¿Te acuerdas de mí? Me encantó verte en la noche, tuya, Davina.

Oh no, era maldita loca, ignoré el mensaje y bloqueé el número ¿Cómo lo había conseguido?

No puede ser, maldita sea, siempre que intentaba ser feliz o que mi vida estaba yendo de maravilla mi pasado me perseguía.

Davina pertenecía a ese pasado, el exacto pasado que había dejado atrás cuando subí a la presidencia y se afianzo cuando conocí a Audrey.

Quizá mi reputación con las mujeres no era tan buena, un solo acostón, nada de dormir juntos, Davina perteneció a ese grupo de mujeres por un tiempo, al igual que Diane se había obsesionado en perseguirme donde quiera que fuese, había sucumbido a ella un par de veces más de lo que me había prometido, en cuanto me case con Diane ella desapareció, no sabía dónde se había metido, hasta hace un año, cuando la vi con Cesar Banks, no estaban comprometidos, pero tenían una relación, una relación que aun dura.

Y ahora que nos hemos topado ha comenzado a fastidiar, suspire, tendré que advertirle a Dante que este al pendiente de ella, no quiero que se me acerque, ni mucho menos a Audrey.

Que ya la había intersectado en el tocador de damas, me rabiaba saber lo que esa loca le había dicho, ¿Por qué simplemente no podían dejarnos ser felices?

Mi pequeña fierecilla se removió un poco, lance mi celular a lo lejos antes de que despertase.

Sus tupidas y rizadas pestañas revolotearon dejando ver esas hermosas llamas que tenía por ojos, y sonrió radiante.

—Buenos días.

—Buenos días, amore mío—le conteste.

Ella levantó una de sus manos y la llevó a mi mejilla, acariciándome.

MURIENDO POR TI (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora