CAPÍTULO 28 ABUELA SINALOENSE

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—Ady—una voz lejana sacudía mi hombro—Ady tienes que despertar.

—Hum—gruñí—solo quiero dormir un poco más.

—Despierta dormilona, por favor, ya es medio día.

Parpadee, sentía mis ojos pesados.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté mientras me levantaba de mi cama, estrujé mis ojos con el dorso de la mano para enfocar mi visión.

—Ady—su voz sonaba triste.

¿Por qué estaba triste?

La miré fijamente, su rostro teñido por la preocupación, entonces recordé lo que había sucedido.

Corrí con todas mis fuerzas para comprar un boleto de avión antes de que se terminaran las ventas, busque a Jade y Bruno por todo el aeropuerto hasta que di con ella, me lancé a sus brazos y lo demás esta borroso, recuerdo haberme dormido en todo el vuelo, dejando que Jade y Bruno me trasladaran como un zombi hasta su casa y pase toda la noche y madrugada llorando desconsolada.

—¿Es real? —pregunte con la voz a punto de quebrarse.

Jade me sostuvo la mirada, frunció los labios y asintió. Me dejé caer en la cama de nuevo.

—Solo quiero dormir y llorar, sumirme en la miseria.

—Ady, debes comer algo, no has probado bocado desde ayer—la voz de Jade sonaba preocupada, me sacudió el hombro.

Sentí escurrir por mis ojos un par de lágrimas.

—No tengo hambre—intenté abrir los ojos, pero mi vista era borrosa, sorbí un poco la nariz.

—Vamos, tienes que comer, podrías enfermarte...

—Por ahora eso no importa...

—Anda vamos, abre los ojos... te tengo una sorpresa... bueno, en realidad son dos, pero la otra está incluida.

—No tengo ánimo para sorpresas—más lagrimas rodaron.

—¿Ni siquiera para mí?

Esa voz... mire de soslayo hacia donde la voz.

Recargada en el marco de la puerta, una maraña de cabello rojo deslumbraba con la luz que se filtraba del exterior, tuve que entre cerrar los ojos para que no me lastimase. La puerta se cerró y pude apreciarla mejor, sus rasgos eran un poco más marcados, tenía acentuadas las mejillas, su ceño fruncido en una preocupación semejante a la de Jade, pero tarde un par de segundos para que la reconociera por completo.

—¿Rose? —balbuce.

Ella se acercó, me regaló una sonrisa triste, se sentó cerca de mí y me acarició el cabello.

—Sí, cariño—dijo, miro de soslayo a Jade y esta asintió—debes comer, hice tu platillo favorito—no me había percatado de que llevaba una canasta, la sacó de no sé dónde, contenía aquel enigmático platillo.

Mi mente se sentía un poco extraña, aturdida, recordaba todo, pero ¿Qué está pasándome?

—Creo que no soy yo—susurre, levantando las manos hasta mi cabeza—algo duele—Solté un jadeo, ligeros flashazos de imágenes... ¿recuerdos? —creo que recuerdo...

Gemí fuertemente, un dolor agudo me cruzaba la cabeza, imágenes acompañadas de dolor, borrosos, imágenes y sonidos enredados, pegajosos en mi cabeza, pero el dolor punzante era agobiante, tarde poco en reconocer que quizá eran recuerdos, esos recuerdos de los que me había perdido, mi trabajo, mi graduación, Jasón, ahora todo era muy fuerte, me encogí.

MURIENDO POR TI (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora