CAPITULO 43 ¡MIS GANAS DE ORINAR!

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No sé qué voy a hacer.

Rodee en la cama, me sentí un poco incomoda cuando quede boca abajo, hay no, si es incómodo.

Al final terminé por levantarme y tomar una ducha.

Me enfundé en una larga falda de tablas color café que se anudaba en la cintura, una blusa de manga corta blanca, las combiné con mis preciosas botas blancas que había comprado no hace mucho. Me gustaba el movimiento de esa falda.

Intentaba con todas mis fuerzas acostumbrarme a mi figura, un pequeño bulto, ahí donde mi vientre, mi pequeño intruso. Ya sé, apenas y se notaba, pero es un cambió bastante drástico.

Hace una semana que había llegado Leonard, ya habíamos asistido al doctor.

—La mayoría de las mujeres no se enteran que están embarazadas—decía el doctor, Leonard me acariciaba los hombros. Le había contado al doctor mis elevados consumos de alcohol y ese único y definitivamente último consumo de drogas en mi vida— y existen estos descuidos en los primeros meses.

Me sentía preocupada, avergonzada y demasiado nerviosa.

—¿Afectará al bebé? ¿nacerá con alguna enfermedad? ¿se puede hacer algo?

El doctor Martin, que era un hombre mayor (y el único en turno, por ahora), intentaba con todas sus fuerzas no hacer gestos, pero no conseguía del todo controlarse.

—Tranquila, señora Dominé, no pasará nada si comenzamos con vitaminas desde ahora y una buena alimentación—después me escrutó con la mirada—no más alcohol, ni cigarros, ni estupefacientes—me encogí en mi asiento, me merecía ese regaño—cuídese, señora Domine—una advertencia—y venga a sus consultas periódicas—ahora, sonrió anchamente.

Regañada como una niña, pero esperanzada, ahora si, como una madre futura.

—Ahora, veamos...necesito que se recueste, por favor.

Mi corazón estaba acelerado, miré a Leonard, que quizá estaba tan emocionado como yo, o más.

Me levanté el suéter para dejar al descubierto mi vientre, el doctor trabajó en colocarme un gel, bastante frio, Leonard tomándome la mano y yo presionándolo con fuerza.

—Veamos—murmuró el doctor, maquinó un poco en la pantalla y luego talló el gel con el aparato en mi vientre—ese es su corazón—un sonido acelerado y fuerte—suena muy bien—Leonard me presionó aún más la mano, mientras no despegábamos los ojos de la pantalla—oh, aquí esta—el doctor movió el instrumento y ahí estaba, se veía tan claro, la forma—aquí—señaló la pantalla—esa es su cabeza, ahora, ese es su brazo y aquí está el otro y...

—¿Y? ¿Qué tiene? ¿pasa algo? —exclamó Leonard apresurado, sentí que en cualquier momento golpearía al doctor.

—No se preocupen, es solo que es tímido—el doc, no se inmutó, continuo con su tarea, demostrando que, estaba acostumbrado a los padres primerizos.

—¿Tímido? —preguntó estupefacto Leonard.

—Oh, sí, mucho, no quiere dejarse ver.

—Entonces... ¿no podemos saber qué será? —pregunté curiosa.

—Por el momento, no.

Así que mi intruso era tímido.

—Pe... ¿pero está bien?

—Sí, pero, podemos hacer un par de estudios, me gustaría uno de NIPT para descartar cualquier anomalía... y así estarán más tranquilos.

Salimos de ese lugar con los análisis y mi dosis enorme de vitaminas.

MURIENDO POR TI (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora