꒷꩜໋᪶˒꒰❛ 15❜𖦹̫ꪳ𝆃

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Venti se cambió de ropa y dejó a Luther con Jean, a quien avisó de que iba a irse con sus hermanos y amigos. Tras eso, bajó lentamente y con algo de miedo, sus manos temblaban del nerviosismo y no tenía a Xiao para pedirle que lo acompañara (pues le había dicho antes que podía irse).

— ¡Venti! ¿A qué ha venido ese cambio de opinión tan repentino?— Fue recibido por su hermano, a quien le sonrió con nerviosismo, sin saber qué decir.

— Yo lo convencí.— Intervino el de orbes ámbar.

— ¿Es que os conocéis ya?— Preguntó Lumine, confundida.— Venti, Xiao, nos debéis una explicación.

— ¿Qué explicación? Simplemente nos conocimos de casualidad.— Respondió su mejor amigo mientras Venti tomaba asiento a su lado, aún nervioso. Su vista seguía fija en el suelo, sin atreverse a alzarla para ver a todos. Su cabeza dolía.— Luther intentó follarse mi pierna.

— ¡Ah, así que era ese amigo que mencionaste! ¿Y por qué no dijiste que era Venti?— Saltó Xinyan. Xiao se encogió de hombros.

— Nadie me dijo nunca su nombre, así que no podía saber que era el hermano menor de esos dos.— Señaló a los mellizos.— Me enteré gracias a mi padre, y si no hubiera sido el caso, me habría enterado hoy por primera vez.

— Venti, ¿tú no le dijiste nada?— Preguntó la rubia, observando a su hermano menor. Este negó, aún nervioso, mientras jugueteaba con sus manos. El de orbes ámbar notó esto, así que con su mano derecha sujetó sus manos para abrirse paso y poder tomar una de ellas.

— Si te incomoda, dímelo.— Le susurró. Al verlo tan incómodo, pensó que lo mejor sería recordarle que estaba ahí.

El de trenzas negó.— No te preocupes. No me molesta.— Respondió, entrelazando sus dedos. Pero entonces se arrepintió, ¿no había sido demasiado apresurado?

Alzó su mirada para ver al de mechas verdes, quien observaba a sus amigos. No parecía molesto. De hecho, de repente sintió un suave apretón en su mano.

Agradeció que Xiao estuviera sentado en una de las esquinas, así el mantel cubría sus manos unidas. Nadie se daría cuenta, o al menos eso esperaba.

Cuando finalmente sirvieron la tarta, todos intercambiaron miradas cómplices antes de observar a su amigo.— Xiao... Es tu momento de disfrutar nuestra maravillosa felicitación.

— Decidme que no, por favor. Es vergonzoso.— Se quejó el de ojos ámbar, quien aún mantenía su mano unida a la de Venti. Este lo observó confundido.— Por lo que más queráis, no cantéis...— Rogó. Mas, fue en vano.

Entonces sus amigos entonaron una melodía, más similar a una disonancia, que le hizo querer huir. El joven de trenzas observaba la mueca asqueada de su amigo, reteniendo la risa que amenazaba con escapar.

— ¡Cumpleaños feliz!— Por fin ese infierno había terminado. Entonces, forzaron a su amigo a soplar las velas.

— ¡No haré eso,— se quejó.— es una guarrada!— Añadió.

— Vamos Xiao, no seas tímido.— Le dijo el rubio mientras encendía con un mechero las velas que había sobre la tarta.— Simplemente sopla.

— Pero es innecesario.

— Entonces que lo haga Venti.— Comentó Gorou. Kazuha lo observó en silencio, como si lo estuviera regañando.

— ¡Sí! Que lo haga él por Xiao.— Dijo esta vez Chongyun, apoyando la idea de su amigo.

Ahora todas las miradas estaban sobre ambos. El de trenzas deseó que nadie notara sus dedos entrelazados bajo la mesa.— ¿Lo harás?— Preguntó su hermano.

Venti dirigió su mirada a su amigo, como si buscara su aprobación. El de mechas verdes asintió.— Supongo que sí, puedo hacerlo.

— ¡Decidido!— Exclamó Xiangling.— ¡Sopla ya, estoy muerta de hambre!

— Pero acabamos de almorzar.— Xingqiu la observó con una mueca en su rostro.

— Las velas se están derritiendo.— Observó Kaedehara. El de mechas celestes no esperó más tiempo, se inclinó y sopló las velas, lo que se supone que debió haber sido hecho inmediatamente después de terminar la canción.

— Hecho.— Se acomodó nuevamente en su asiento. El de ojos ámbar lo observaba en silencio, lo que puso nervioso a su amigo.

— ¡Bien! Ahora a comer.— Lumine retiró las velas y cortó el primer trozo, el cual le dio a Xiao.— Toma mi querido mejor amigo, cómete la tarta.— Él frunció el ceño y aceptó el plato que su amiga le ofrecía. Venti iba a soltar su mano, pero el de orbes ámbar lo detuvo.

— Puedo seguir así, soy zurdo.— Aclaró. Sin embargo, el de trenzas se negó.

— De todas formas, es más cómodo usar ambas manos. No te preocupes, ya me siento más cómodo.— Soltó su mano. La verdad es que le gustaba estar así, pero se sentía demasiado nervioso, así que decidió usar esa excusa. Xiao no se quejó y simplemente empezó a comer.

— ¡Noo, Xiao! ¿Dónde te sentaste?— El de mechas verdes tuvo que retener el impulso de lanzarle encima su vaso. No podía creer que incluso ahora seguían esos malditos chistes.

— ¿Y dónde vas a sentarte tú?— Preguntó al verlo servirse un trozo de tarta. El rubio soltó una risita forzada.

— Está bien, dejémoslo así.

Venti aún parecía algo incómodo, aunque minutos antes lo había negado. Su amigo lo notaba, pero no quería mencionarlo, probablemente así lo haría sentir aún más incómodo.— Xiao.— Lo llamó de repente, interrumpiendo sus pensamientos.

— ¿Sí?

— Gracias por traerme.— Sonrió.— Extrañaba algo este ambiente.— El de mechas verdes suspiró.

— Pese a eso, te noto incómodo. ¿Te gustaría salir un momento de aquí?— Se atrevió a preguntar. El de trenzas negó.

— No te preocupes por mí. Estoy bien.— Xiao asintió en silencio y siguió a lo suyo.

Cuando todos terminaron de comer ayudaron a recoger y limpiaron todo, excepto Xiao, a quien obligaron a esperar en la puerta. Venti, por otro lado, había ido a lavarse los dientes rápidamente. Al regresar, se encontró con su amigo concentrado en su móvil.

— ¿Qué haces?— Preguntó mientras se ponía a su lado.— ¿Pokemon?

El de orbes ámbar rio y asintió.— Hu Tao me lo pasó y no pude evitar descargarlo. Me trae muchos recuerdos.— El de trenzas sonrió.

— Recuerdo que me encantaba jugar. Hace mucho tiempo que no lo hago.

— ¿Quieres?— Xiao le ofreció su móvil.

— ¿De verdad?— Sus orbes esmeralda centellearon por la emoción. El contrario asintió, dejando su móvil sobre las manos ajenas.

— Juega un rato. Iré a ver qué tal.— Y se fue de allí.

El de mechas celestes sentía su rostro arder y su corazón latiendo con desenfreno.

Si Xiao tan solo supiera lo que causaba en él... Qué miedo le daba el tan solo imaginarlo.

Flowers ❜𖦹̫ꪳ𝆃 XiaoVenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora