꒷꩜໋᪶˒꒰❛ 52❜𖦹̫ꪳ𝆃

1.2K 170 103
                                    

Le hubiera gustado poder quedar con sus hermanos de inmediato para darles la noticia, pero coincidir con ellos era algo difícil, y, para colmo, su hija había enfermado y ahora debían hacerse cargo de ella.

— Agh, debería haberme hecho un hueco hoy. Así podría cuidarla durante todo el día y tú al menos podrías visitar a tus hermanos por separado.— Se lamentó el de mechas azules mientras abrazaba a la chiquilla, a quien tenía sentada sobre sus piernas.

— No, no te preocupes por eso.— Le sonrió y se acercó para acariciar la cabeza de Sayu, quien cerró sus ojos, aceptando el cariño ofrecido por su padre.— Puedo decírselo en otra ocasión... Tengo todas las tardes libres. Bueno, a medias.

— Si quieres nos organizamos para verlos este sábado. Tal vez puedan hacer un hueco.— Sugirió.

— Está bien. Voy a escribirles.— Tomó asiento junto a su futuro esposo y escribió por el grupo que tenían sus hermanos y él. No esperó una respuesta inmediata, su tardanza era obvia.— Sayu, cariño, ¿cómo te encuentras?— Dejó el móvil de lado para prestar atención a la niña.

— Me pica todo...— Se quejó.

— Ya, pero sabes que no puedes rascarte o será peor.— Suspiró.— Recuerdo que cuando yo pasé por la varicela lloré mucho. Y eso que no fue muy grave, pero me volví débil ante el malestar.

— A mí me tuvieron que hospitalizar.— Comentó Xiao.— Parece que mi cuerpo es algo frágil. Eso, o simplemente me llevé la peor parte, porque Ganyu la pasó más leve.

— ¿Había un riesgo tan grande?— Preguntó asustado el de trenzas.

— Tranquilo, no fue mucho. Simplemente querían asegurarse de que estuviera bien porque me atacó muy fuerte.— Respondió, acariciando la cabeza de la pequeña, quien luchaba por no rascarse todo el cuerpo en ese instante.— Eso sí, lloré del miedo y casi me ahogo.— Aunque probablemente fue algo horrible, lo dijo de tal forma y mostró tal sonrisa que su novio no pudo evitar soltar una pequeña carcajada.

— Xiao, no hagas chistes sobre eso.— Le reprendió al terminar de reírse.

— Pues bien que te has reído.— Obvió.

— ¡Porque era tu intención!— Exclamó. Tras eso, dejó escapar un suspiro y miró a Sayu.— Probablemente te cueste mucho dormir así. ¿Quieres que hagamos algo mientras?— Ella se encogió de hombros.

— No tengo ganas de nada.— Xiao suspiró.

— ¿Quieres jugar un rato?— Preguntó.— O puedes simplemente ver la tele o leer. Aunque sabiendo lo floja que eres...

— ¡Ah, ya sé! Subamos un rato a la azotea. Debe hacer fresco, tal vez te siente bien.— Sugirió Venti mientras se ponía en pie. Su novio le siguió con Sayu entre sus brazos, quien simplemente había decidido dejarse llevar por sus padres.

Su estado febril nublaba sus pensamientos, aunque al final acabó divirtiéndose algo gracias a sus padres, pese a que en ocasiones le regañaban por rascar su cuerpo. Comprendían que resultaba inevitable pues el picor era constante, pero lo que menos querían era que empeorara por no estarse quieta.

— Entonces papi y tú vais a casaros.— Xiao asintió.

— ¿Ves? Te dije que serías la primera en saberlo.— Sonrió.— Se lo pedí justo ayer. Por eso te dejamos en casa de Ganyu.

— Oh, ¿llegasteis aquí por la mañana?— El de mechas azules rio algo nervioso. Habían ido a recogerla hacía unas horas porque habían decidido pasar la noche juntos, aprovechando un poco de la privacidad que tenían al no estar su hija allí.

— Qué va. Volvimos por la noche, pero era tan tarde que ya no podíamos pasar a recogerte.— Y aunque lo que decía era verdad, no era el verdadero motivo por el que no habían ido. Pero por razones obvias no le diría nada a su hija.

— Me encontré una araña por el camino.— Contó Venti.— La dejé fuera, para que así Sayu no se asuste y tú no tengas que matarla.— Su novio suspiró.

— Está bien. Por cierto, voy a preparar el almuerzo. Sayu, ¿vas a querer comer?— Le preguntó, a lo que ella asintió.

— Pero poco... No tengo mucha hambre.— Xiao asintió y se retiró. El de orbes esmeralda lo vio irse con una suave sonrisa.

— Tan servicial como siempre. Tienes un papá increíble, eh.— Tomó asiento junto a su hija, quien asintió.

— Tengo dos papás increíbles.— Le corrigió.— Tú también eres muy bueno, papi.— El de mechas celestes sonrió y acarició su cabeza.

— Tampoco lo soy tanto, créeme. Cuando crezcas verás...

— Pero papá me contó muchas cosas de ti. Y también dijo que eras el amor de su vida.— El rostro de Venti pareció volverse rojo por completo.

— ¿Papá te dijo eso de verdad?— Ella asintió.

— ¿Por qué estás así? ¿No lo sabías?— Ladeó su cabeza.

— ¡No, no, claro que lo sabía! Simplemente no me esperaba que te hubiera dicho eso.— Desvió su mirada, sintiendo su corazón latirle con rapidez.

Después de haber aclarado todo, se sentía mucho más cómodo y su confianza estaba volviendo definitivamente. No obstante, aún había información frente a la que se sentía débil incluso cuando llevaba mucho tiempo siendo consciente de ella.

Al ver a su padre ocultando su rostro con sus manos, Sayu frunció el ceño, confundida.— No comprendo. ¿Por qué...?

— Deja de hacer preguntas, por favor.— Negó con sus manos.— Verás, Sayu... Soy algo débil frente a ese tipo de cosas.

— ¿Saber que eres el amor de la vida de papá? Pero lo sabías, ¿no?— Nuevamente había logrado poner nervioso a su padre, quien dejó escapar un suspiro.

— Sí, sí lo sabía. Pero, Sayu, aunque uno sepa esto, a veces es normal... Avergonzarse. Son cosas que hace el amor. Algún día lo entenderás.— Explicó, aún algo nervioso.

Su hija seguía sin comprender del todo lo que quería decir, pero supuso que tal vez algún día lograría comprender a su padre. Por eso decidió no hacer más preguntas.

Xiao llegó tras un rato, avisando de que la comida ya estaba lista, mandando a su novio a ayudar a ordenar la mesa y pidiéndole a su hija que permaneciera ahí y que por favor no se rascase mientras no estaban.

Hacía mucho tiempo que no tenían la oportunidad de pasar tanto tiempo juntos, siendo aquel día el que rompió la racha. Si bien Xiao tuvo que irse por el trabajo durante algunas horas, luego regresó y volvió a volcar toda su atención en su familia.

Porque ahora que ya casi había terminado todo lo que había preparado para su futuro esposo, no tenía de qué preocuparse. Podía darse la libertad de darles toda la atención que no pudo durante esos pocos meses, sin miedo a que sus sorpresas fueran descubiertas.

Al final del día, Venti decidió permanecer más tiempo junto a su hija, quien aún batallaba contra la fiebre y las molestas costras que le provocaban picor.— Podríamos dejarla dormir en nuestra habitación. Para tenerla cerca por si sucede algo.— Sugirió el de orbes ámbar.

— ¿Hm? Eso suena mejor. Mucho mejor, de hecho. Sayu, cariño, ven.— Y la condujo hacia su habitación.

Los tres acabaron acostados juntos, hablando de cualquier tema para entretener a la chiquilla y que no se sintiera tan sofocada por su fiebre. De vez en cuando soltaban algunas carcajadas, y en algunas ocasiones Sayu acabó abrazada de alguno de los dos, quejándose de que la cabeza le daba vueltas.

Tras un buen rato, ambos notaron que la chiquilla finalmente se había quedado dormida. Temiendo despertarla se despidieron dedicándose una suave sonrisa, absteniéndose de besar al otro para así no moverse.

— Más te vale darme luego un beso de buenos días.— Susurró el de mechas celestes.

Xiao rio suavemente, acariciando su cintura con cuidado.— No te preocupes, lo haré.

Flowers ❜𖦹̫ꪳ𝆃 XiaoVenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora