Capítulo 25

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—Taylor —murmuró en un hilo de voz, apenas audible, tan sutil y quebradizo.

Con terror se sumergió sobre la mirada fría e inexpresiva del demonio ante sus ojos, comenzó a retroceder lentamente, pues su conciencia se lo pedía a gritos pero sus piernas se movían con desesperante lentitud, como si se tratara de acero en vez de carne.

Quedó inmóvil y con un sudor frío apoderándose de su nuca en cuanto su espalda hizo contacto con la puerta.

No había salida, ni lugar donde esconderse.

Los ojos cristalinos se abrieron temerosos ante la presencia que entre la oscuridad aguardaba; su cuerpo tembló ligeramente al observar aquel ser alto, de cabellos rubios y tez clara, con rasgos semejantes —por no decir que idénticos— a los de Taehyung consolidarse delante de él.

Sin embargo, había algo que los distinguía notoriamente, algo más allá del físico y cualquier otro rasgo, y eso era el aura que desprendían, un aura totalmente distinta, que mientras en Taehyung era reconfortante y protectora, en el rubio delante de él rozaba en lo siniestro y retorcido, con ese aire de arrogancia y soberbia, digna de un demonio. Un verdadero monstruo hecho de carne y hueso.

—Es bueno que me recuerdes —rompió el silencio con voz gruesa el ser; hizo resonar sus pisadas contra la madera debajo, con total intención de perturbar al menor. Ladeando levemente su cabeza, miró con algo de sorna al pelinegro —, comenzaba a sentirme olvidado —su tono no cambió, pero aquellos ojos que reflejaban el mismísimo infierno estremecieron por completo a Jungkook —¿No dirás nada, querido? —pronunció deteniendo sus pasos, con tan solo unos centímetros distanciándolos.

La tensión era asquerosamente asfixiante, un amenazante picor sacudió los ojos de Jungkook, obligándole a tragar pesado intentando fundirse con la puerta; para este punto la oscuridad reinaba en cada rincón de la cabaña, mientras que la tormenta retomaba ferocidad a las afueras del lugar, y como si estuviera sincronizada a las emociones del menor, sus estrepitosos relámpagos surcaban los cielos con la sola intención de que el rostro inexpresivo del rubio fuese iluminado.

—¿Qué haces aquí? —musitó aterrado, tratando de mantenerse de pie, luchando contra la debilidad que comenzaba a apoderarse de sus piernas.

—¿Acaso no me oíste? —masculló acortando los pocos centímetros que había entre sus cuerpos.

—Y-yo... —Jungkook se estremeció al percibir una fría textura acariciando su mejilla, simulando delicadeza y amabilidad, al mismo tiempo que el dueño de tal tacto acercaba su rostro al ajeno.

—Creí que me conocías bien, querido —murmuró con una sensualidad peligrosa sobre los labios de Jungkook —. Pero ya veo que no.

—Tay...¡Ngh! —chilló Jungkook al ser tomado fuertemente de la mandíbula.

—Vengo a recuperar lo que es mío —gruñó Taylor contrayendo su mano con fuerza y encajando sus dedos sobre las suaves mejillas del menor, asegurando futuras marcas —. Y recordarte a quien mierda le perteneces — habló fulminando a Jungkook con la mirada.

Inmediatamente, la sangre de Jungkook hirvió de rabia, deformando el ceño y tensando la quijada, en tanto sus ojos tintados en rojo gritaban una clara advertencia. El ambiente se vio afectado por una sofocante amargura ocultada por la ira.

Reuniendo valor, Jungkook, de un violento tirón logró deshacerse del agarre, el cual fue suficiente para escapar del acorralamiento.

—Vete a la mierda —maldijo notando la ira en los ojos ajenos, pues la chispa que éstos portaban eran luceros que reflejaban muerte.

Pecado Concebido [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora