Capítulo 18

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La sombra de su tacto se aferraba a su piel.

El recuerdo de sus manos había quedado tatuado, sintiendo el recuerdo tan vivo como hace dos días, al recordar cada caricia su piel quemaba mientras que su anatomía se estremecía ferozmente, era igual que en el pasado, eran iguales a las de él, un tacto peligroso pero malditamente adictivo, que con tan solo recordarlo su cuerpo era azotado por la lujuria y una necesidad preocupante por siquiera obtener un mínimo roce.

Pero a pesar del gran parecido que había entre los dos, sentía que se trataba de polos opuestos, ya que, aunque su apariencia fuese idéntica, su carácter no se acercaba ni un poco.

Kim Taehyung se mostraba frío y calculador, no obstante, solía dejarse llevar por impulsos, cegándose ante las emociones, había mostrado su valor, así como también el extraño control que tenía para reprimir sus deseos, mientras que por otro lado estaba él; su pasado y tormento, el hombre que le robaba el aliento, que gracias a él conoció la traición. Ese hombre cautivante de cabellos rubios y con rostro de ángel, pero de porte intimidante y actitud inquebrantable, que por sus ojos zafiros desbordaba caos y por sus labios derrochaba deseo, siendo la personificación de un pecado, tan deforme y despreciable como tentador y exquisito, ese, que era todo lo contrario al castaño, un ser temerario que si deseaba algo lo conseguía sin importar el precio, solía meditar cada uno de sus movimientos, liderándose por la lógica y no por impulsos.

"Entre menos te conozcan, mejor".

Su lema de vida y por el cual siempre se regía.

Sin embargo, su traición profano el alma de un joven maldito desde antes de nacer, causando que su ser se viera envuelto en la amargura y el dolor, siendo reflejado en las sanguinarias noches de tormenta sobre la Tierra, que presa de sus más atroces impulsos, fue testigo de todas aquellas perversidades ocultas tras ese bello rostro de porcelana bañado en hipocresía.

En esa época la guerra se desató y miles de vidas se vieron opacadas por la sombra de la muerte, forjando a aquel joven soberbio y perspicaz a base de rencor. Jeon Jungkook fue acreedor del temor sobre la Tierra y entre los suyos, demonios de todo tipo le brindaban tributo a cambio de favores, no solo por sus acciones sino también por sus progenitores.

Jeon Jungkook hijo del Señor de las Sombras, fue maldecido desde las entrañas de su madre, o incluso antes de ser engendrado, sin siquiera haber visto la luz del sol, su destino ya se encontraba sellado.

Pero sin la desdicha de haber nacido maldito, nunca hubiera conocido a Taehyung.

Al principio creía que se trataba de un individuo más, un humano sin chiste pero con buen cuerpo y con el cual se podría divertir hasta que se aburriera para luego desecharlo cual juguete usado, pero conforme más lo observaba, menos se convencía.

Por eso ahora, observaba con furia su reflejo en el espejo del gran baño. Su rostro era iluminado por la tenue luz vibrante de una vela sobre el lavamanos, llevó su mano hasta su rostro, suavizando su semblante y con delicadeza rozó sus labios recordando el cálido contacto que protagonizó con el castaño, para después descender lentamente recorriendo parte de su cuello hasta llegar a la unión con su hombro descubierto, justo donde debería permanecer la marca de la dentadura de Taehyung.

—¿Qué me has hecho? —murmuró frustrado aún con la vista fija sobre el espejo, luego de tres intentos fallidos de copular con alguien más.

Dos días habían pasado desde su encuentro, dos días de infierno para el pelinegro, con los cuales se percató de que Taehyung de cierta forma lograba jugar con su cordura.

Su conducta y trato causaba revuelo en el demonio, una atroz necesidad que se acrecentaba con cada minuto que transcurría, con una incesante voz interna rogando por ser poseído y reclamado por el humano.

Se pasó la mano por el rostro con desesperación, humedeció sus labios, comenzando a mordisquearlos y peinando sus cabellos hacia atrás, estaba nervioso.

Y no era para menos, pues a pesar de haber ganado las primeras pruebas, sus planes estaban retrasados, casi dos meses habían pasado, los días eran bañados de ira y soberbia. Siendo suficiente motivo para que su frustración creciera con el pasar del tiempo.

Su intento por desquiciar a Kim estaba fallando, a tal punto que él comenzaba a caer en su propio juego. Siendo víctima de sus propios trucos y artimañas.

Nadie, absolutamente nadie, lo había llevado a tal grado de frustración, una asquerosa pesadez se apoderó de la fría habitación. Con desesperación mordió la uña de su pulgar intentando calmarse, pero la ansiedad y el estrés lo superaban, su cabeza daba vueltas y el tic nervioso sobre su rostro empeoraba la situación.

"No permitiré que esto siga"

"Detendré lo que sea que estés haciendo"

"No me das miedo"

"No estoy para tus juegos"

Aquellas frases se repetían una y otra vez taladrando su mente, a tal punto de desquiciarlo.

—¡Maldito seas! —gritó frustrado estrellando su puño contra el frágil espejo, el vidrio crujió, siendo fragmentado para luego caer a pedazos de forma estruendosa, siendo después reemplazado por un silencio abrumador —. Imbécil —siseo Jungkook sintiendo una corriente recorrerle la mano, dándole paso a la cálida sangre que comenzaba a brotar.

Inconscientemente apresó su labio inferior entre su dentadura, con tal salvajismo que la piel amenazaba con abrirse..

Taehyung se había vuelto un estorbo, pero aquello lo convertía en el candidato perfecto para sus retorcidas fantasías, el hecho de que fuera tan testarudo y poco convencional aumentaba su valor. Su rechazo poco le importaba, él le había correspondido por varios minutos, eso era más que suficiente.

Tras unos instantes Jungkook percibió un sabor metálico invadir sus papilas gustativas, sonrió cínico pasando su lengua sobre la herida degustando el cálido líquido.

Retiró su puño de la pared, recorriendo con la mirada lo que quedaba del insignificante espejo, sus manos viajaron a los costados del marco de madera perteneciente a dicho vidrio, haciéndolo crujir acercó su rostro a éste, fijando sus ojos a un pequeño fragmento del espejo, perdiéndose en su reflejo, entreabrió su boca dejando salir un profundo suspiro.

—Juro que no volverás a escapar, Kim Taehyung —sentenció con el semblante desencajado —, así y tenga que arrastrarte al infierno, serás mío.

Te volverás mío.

Pecado Concebido [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora