Capítulo 40

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Corro hacia la cabaña tan rápido como mis piernas me lo permiten. Mi energía ha regresado y la vitalidad inunda mis venas, la sangre fluye y las palpitaciones aceleran.

Estoy cerca.

Mis zancadas se aceleran al llegar al espacio abierto, el manto de niebla ha desaparecido, en cambio la lluvia y el aire frío abastecen el ambiente.

La hierba ha crecido desde la última vez que viene, atravieso el prado y desciendo hasta la cabaña. Los grandes robles aún la resguardan.

—¡Kook! —gritó a su puerta sin presenciar luz en sus entrañas —¡Jungkook! —vuelvo a gritar con mayor intensidad —¡Jungkook, abre! Tenemos que hablar.

Mi mano golpea la puerta con brusquedad, una sensación de inquietud se siembra en mi —¡JUNGKOOK! —nombró a punto de tirar la puerta, pero ésta solo se abre con chirrido acompañándole.

Mi piel se eriza al encontrarme con la oscuridad.

—¿Kook? —mi voz sale estrangulada.

Miró a los alrededores, pero solo encuentro el bosque abatido por la tormenta. Estoy solo.

Sin esperar más me adentro a la cabaña y tal cual percibí en el exterior, no hay señales de vida. La oscuridad reina en el lugar y la temperatura es baja, huele a humedad mezclada con polvo y la esencia de libros. Una extraña combinación.

Pero es aún más extraño que no se encuentre ese aroma dulce que destila.

Frunzo el ceño por ello.

Concentrate

Me digo y sacudo la cabeza, mantengo la puerta abierta esperanzado que la poca luz del exterior sea suficiente como para permitirme encontrar un par de velas.

Caminó hacia la cocina con los brazos extendidos, esquivando muebles y un par de sillas, comienzo a tentar suerte sobre la barra de cocina, busco en la alacena y cajones. Conforme los segundos pasan me desespero al no hallarlas.

—Vamos Jungkook, ¿Dónde las dejaste? —siseo removiendo el contenido de algunos cajones, paso mis dedos sobre los cubiertos y deambulo hasta el fondo, por fin las encuentro, un par de velas junto con algunos fósforos.

Bien...

Tomó las cosas y las colocó sobre la barra, mis manos tiemblan del frío lo que me dificulta encender la vela. Suspiro y vuelvo a intentar.

Una chispa nace y gruñó al verla extinguirse casi de inmediato.

Calma...

Reemplazo el fósforo y lo frotó contra la cajetilla, lo logró. El fuego tiembla pero se mantiene vivo, extiendo mi mano hacia la barra y tomó la vela, la acercó y se enciende. Sonrió.

Busco un lugar donde colocarla y tras asegurarme que se mantenga viva, corro hacia la entrada y cierro la puerta.

Mi cuerpo se estremece pero no me detengo, voy por la vela y comienzo a buscar cómo aumentar la iluminación de la cabaña.

Sin embargo, conforme más recorro el lugar el desastre se hace mayor, como si fuera un campo de batalla, el suelo se encuentra repleto de escombros, de libros y papeles.

¿Pero qué mierda pasó aquí?

—¡Kook! —vuelvo a nombrar pero sigo sin obtener respuesta. Mis nervios crecen y revolotean sobre mi estómago.

Trato de pisar los lugares donde el suelo es visible y me dirijo hacia la cama. Acercó la vela y el terror me devora. Hay arañazos y... salpicaduras, la cama está destrozada.

Kook. La histeria florece y mi mente se quiebra.

—¡JUNGKOOK! —grito desgarrándome la garganta.

¿Dónde estás?

¿Dónde? ¡¿Dónde?!

Me enfurezco. Voy de un lado a otro, recorro cada rincón, pierdo la noción del tiempo y tan solo soy consciente de que no está. Jungkook no está.

—Kook —me ahogó rodeado del desastre.

Es demasiado por un día.

Miró el lugar y la luz de la vela está por extinguirse, apenas y acaricia la mitad del lugar.

Asfixiado, me acercó a la cama y me dejó caer.

¿Qué fue lo que pasó?

Las texturas rasgadas de la cama curvan mi espalda, la ropa sigue húmeda pero he dejado de sentir el frío en mi piel.

El desorden me rodea, giró la cabeza hacia la vela, la cera se derrama por la mesa de noche y el fuego amenaza con apoderarse de las hojas cercanas. Es ahí cuando lo veo, un trozo de papel negro.

Lo observó desconfiado, nunca había visto algo parecido.

Me siento sobre la cama y la tomó aprovechando los últimos destellos de luz, al desdoblarla mis ojos divagan entre caligrafía desconocida en tinta roja.

«Santuario de Yeux de Dame, en el corazón de Forest Bennington, East End». Recito cada palabra escrita con lentitud, intentando comprender el contenido.

¿Una dirección?

Sin ningún mensaje o alguna indicación adicional, simplemente era la dirección.

Una sensación de inconformidad se instala sobre mi pecho.

Algo no está bien y lo confirmo en cuanto la hoja entre mis manos comienza a consumirse de un momento a otro. La suelto por inercia, y la observó hacerse ceniza mientras cae, pero es demasiado tarde, pues obtengo una marca.

—¡Maldición! —gruño al sentir un corte a lo largo de mi palma sobre la mano derecha.

Analizó la herida y parece un simple rasguño, fino y delgado, pero en cuanto más le prestó atención un escalofrío cala mis entrañas.

—Un pacto —musito sin aliento al reconocer la marca.

Rozó la herida sintiendo el área caliente y notando la rojez sobre la piel abierta. Un punzón se adueña de la piel mientras pequeñas líneas oscuras se expanden con lentitud por debajo de la piel —Oh mierda...

Corro hacia el baño con la idea de limpiar la diminuta zona, la luz se extingue pero encuentro el lavamanos, limpio la zona y el frío del agua adormece el ardor.

Sin embargo, solo es pasajero puesto que con el paso de los minutos, vuelve y se intensifica.

Comienzo a odiar los pactos.

Trato de sincronizar mis pensamientos y recordar la dirección, si la intención era que fuera, lo habían conseguido.

Pecado Concebido [TaeKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora